Cómo aplicar la sostenibilidad en el sector vitivinícola
Es una fuente gastronómica, cultural y también un gran motor económico de gran relevancia mundial. El sector vitivinícola afronta, en la actualidad, desafíos ante el escenario de adaptación al cambio climático mientras surgen grandes oportunidades para hacer su actividad más sostenible. Conoce algunas claves sobre cómo las bodegas pueden iniciar su transición hacia la sostenibilidad.
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A nivel mundial, el mercado del vino podría alcanzar los 490,23 mil millones de dólares en 2025. Una cifra que se espera siga creciendo un 5,5% anual hasta 2033. El sector del vino contribuye con el PIB de los países que lo producen, destacando Francia, Italia y España como líderes con más del 50% de la producción total de vino.
En concreto en España, el sector vitivinícola aporta más de 4.800 millones de euros al PIB (1,9%), genera 363.980 empleos (cerca del 2% del total) y es el principal exportador mundial en volumen según datos de la Federación Española del Vino (FEV). Las principales regiones productoras son La Rioja, Castilla-La Mancha, Cataluña y Galicia, todas ellas con denominaciones de origen (DO) por su calidad y tradición. Cabe destacar que España cuenta con 166.285 hectáreas de viñedo ecológico, lo que representa el 18,2% del total de la superficie total de viñedo del país. Esta cifra supone que, junto con los frutos secos, el olivar y el cereal, el viñedo ecológico es una de las cuatro producciones vegetales con más superficie ecológica.
Retos del sector vitivinícola frente al cambio climático
Las alteraciones en los patrones climáticos pueden modificar los ciclos de maduración de la vid. Esto puede afectar tanto la calidad como la cantidad de la producción del vino. “El aumento de las temperaturas y los episodios de sequía o eventos meteorológicos extremos representan una amenaza. También es un riesgo a medio y largo plazo para las regiones productoras”, asegura Trinidad Márquez, subdirectora general y directora técnica de la Federación Española del Vino. Otros retos son “la proliferación de plagas y enfermedades, la necesidad de encontrar variedades de uva más resistentes y la preservación de los paisajes vitivinícolas”, señala.
En este sentido, en el sector se están viendo obligados a potenciar acciones específicas para mejorar la capacidad de reaccionar ante situaciones climáticas extremas que les permita garantizar un posicionamiento competitivo a futuro mediante inversiones directas e innovación.
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Principales medidas e inversiones para la adaptación al cambio climático del sector vitivinícola
El plan de actuación para impulsar la lucha contra el cambio climático del sector vitivinícola pasa por aplicar medidas que garanticen la sostenibilidad del sector y ayuden a su adaptación a las nuevas condiciones ambientales. Desde la Federación Española del Vino recomiendan:
Medidas a corto y medio plazo:
En los viñedos:
- Riego: modernización o nueva instalación de riego eficiente.
- Manejo del viñedo: uso de cubiertas vegetales, cambios en sistema de poda, transformación del sistema de conducción, y del marco de plantación o digitalización a través de sensores, monitorización o modelos predictivos), entre otros.
- Barreras físicas para prevenir eventos extremos: molinos antiheladas, antigranizo o mallas de sombreo.
En las bodegas:
- Inversión en tecnologías para el mosto de partida y a lo largo del proceso de elaboración: enfocados fundamentalmente en reducir el exceso de grado alcohólico y el pH, equilibrar el contenido polifenólico y los precursores aromáticos u otorgar estabilidad microbiológica, entre otros. Algunos ejemplos de estos procesos son la desalcoholización, la electrodiálisis, las técnicas de extracción o los pulsos eléctricos.
Medidas a largo plazo
- Cambio en la ubicación de los viñedos: instalaciones vinculadas al cambio de ubicación, pudiendo incluir, según el caso, desinfectado, plantación o nivelación, entre otros.
- Uso de material vegetal para las instalaciones: esta medida aplica a las instalaciones que se crean cuando se procede a la replantación de un viñedo en otro terreno debido a un cambio de variedad. Gracias a este material, se evitan las plagas o se captura agua de otras plantas.
Además, aconsejan realizar otras inversiones complementarias como:
- Inversión en sistemas de generación de calor o electricidad con energía renovable (solar, biomasa o geotermia, entre otros).
- Mejora del aislamiento térmico de las naves industriales, bodegas y oficinas para contribuir a la eficiencia energética.
- Sustitución de la maquinaria por una más eficiente.
- Compra de vehículos eléctricos o híbridos.
- Sistemas de reutilización y mejora de la calidad del agua.
- Análisis de suelos y sistemas para incrementar la biodiversidad con el objetivo de recuperar la flora y la fauna.
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Criterios clave de sostenibilidad para una bodega
Una bodega sostenible debe cumplir con los siguientes criterios para ser considerada como sostenible:
- Reducción de emisiones de carbono: implementar energías renovables y procesos eficientes.
- Gestión eficiente del agua: incorporar tecnologías de riego por goteo y sistemas de reciclaje de agua.
- Conservación de la biodiversidad: evitar monocultivos y proteger los ecosistemas locales.
- Uso de materiales sostenibles: optar por envases reciclables y ligeros para reducir el impacto ambiental, así como por corchos naturales.
- Producción de residuos cero: implementar prácticas de compostaje y reciclaje.
- Aspectos sociales: cuidando el trato justo a trabajadores, proveedores y protegiendo la salud de consumidores.
- Gobernanza: comportamiento ético y relación con grupos de interés.
Certificaciones para el vino
Las bodegas que apliquen prácticas más sostenibles, pueden recurrir a una serie de certificaciones reconocidas internacionalmente. Entre las más destacadas se encuentran:
- Sustainable Wineries for Climate Protection (SWfCP): un sello español, exclusivo para el sector vitivinícola, que evalúa la huella de carbono, la eficiencia energética, la gestión del agua, los residuos, aspectos sociales y de gobernanza.
- Certificación ecológica: se centra en la sostenibilidad medioambiental, asegurando que la producción está libre de pesticidas y fertilizantes químicos.
- Demeter: certifica la producción biodinámica, una práctica que combina la agricultura orgánica con principios ecológicos.
- ISO 14001: se centra en la gestión ambiental de las empresas, incluidas las bodegas.
- Sustainable Winegrowing: una certificación popular en países como Estados Unidos y Australia que promueve toda una filosofía medioambiental centrada en la calidad, preservación de la biodiversidad, apoyo a las comunidades locales, el comercio y precio justo.
La sostenibilidad en el sector vitivinícola es tanto una responsabilidad como un reto y una oportunidad. Adoptar prácticas sostenibles no solo contribuye a mitigar los efectos del cambio climático, sino que también refuerza el valor de las marcas, generando beneficios económicos y ambientales a largo plazo. El sector enfrenta grandes desafíos, pero también dispone de las herramientas y el potencial para convertirse en un referente de sostenibilidad global.