"Combustibles sintéticos (e-fuels) para aviones: su producción será casi neutra en carbono"
Los combustibles sintéticos, conocidos como e-fuels, representan una alternativa prometedora para reducir las emisiones de carbono en el transporte aéreo y marítimo. Estos combustibles se fabrican a partir de hidrógeno (H2) y dióxido de carbono (CO2), logrando que su proceso de producción sea casi neutro en carbono. Esto es posible porque la cantidad de CO2 que se consume para producir el e-fuel es igual o mayor a la que se emite cuando se quema, contribuyendo a la reducción neta de parte de los gases de efecto invernadero (GEI).
El CO2 necesario para estos combustibles puede capturarse de diversas fuentes industriales o directamente de la atmósfera, lo que, además de disminuir la concentración de CO2, da una utilidad a este gas de desecho. Una de las principales vías para la obtención de e-fuels es mediante el proceso Fischer-Tropsch (FT), desarrollado en la década de 1920. Originalmente, este proceso permitía obtener combustibles líquidos a partir de carbón, pero su relevancia aumentó durante la Segunda Guerra Mundial debido a la escasez de combustibles fósiles. En la actualidad, se ha adaptado para utilizar CO2 e hidrógeno de bajas emisiones (producido a partir de energías renovables).
Para producir combustibles líquidos a partir de H2 y CO2 mediante el proceso FT, es necesario primero convertir el CO2 en monóxido de carbono (CO), lo que añade un paso adicional al proceso. Este factor ha limitado la creación de plantas de producción a gran escala, aunque el interés por esta tecnología sigue en aumento. Una vez convertido, el CO se mezcla con H2 en condiciones de alta temperatura y presión, utilizando catalizadores que favorecen las reacciones químicas necesarias para formar hidrocarburos. Este proceso permite la producción de una mezcla de combustibles, incluyendo gasolina sintética (e-gasolina), diésel (e-diésel) y queroseno (e-keroseno), que es el combustible utilizado en la aviación.
El e-keroseno presenta mayores desafíos técnicos que otros combustibles sintéticos debido a los estrictos requisitos que debe cumplir para operar de manera segura en la aviación. Por ejemplo, debe ser resistente a las bajas temperaturas a las que se exponen los aviones en altitud, lo que lo hace más difícil de producir en comparación con la e-gasolina o el e-diésel. Por esta razón, aunque la investigación en este campo está avanzando, la producción de e-keroseno aún no ha alcanzado niveles significativos. A pesar de estos desafíos, la descarbonización del transporte aéreo es inevitable, y los combustibles sintéticos desempeñarán un papel clave en este proceso.
Según estimaciones de la Agencia Internacional de Energía (IEA), la producción global de hidrógeno verde alcanzará unos 14 millones de toneladas anuales para 2030. En España, un estudio de PwC prevé que la capacidad de producción de hidrógeno podría llegar a 5 millones de toneladas anuales para ese mismo año, posicionando al país como un actor relevante en el mercado global de combustibles sintéticos.
"La producción de hidrógeno podría generar entre 8.000 y 19.000 millones de euros en términos de Producto Interno Bruto"
El impacto económico de esta industria emergente en España podría ser considerable. Según el mismo estudio, se estima que la producción de hidrógeno podría generar entre 8.000 y 19.000 millones de euros en términos de Producto Interno Bruto (PIB) durante las fases de construcción y operación de infraestructuras, en el periodo comprendido entre 2025 y 2050. Además, este sector podría crear alrededor de 173.000 empleos en ese mismo periodo, impulsados principalmente por inversiones en energías renovables, como la solar y la eólica, que son clave para la producción de hidrógeno de bajas emisiones.
No obstante, el coste de los e-fuels sigue siendo un reto importante. Según el informe 'Renewable Fuel Levelized Costs: Hydroprocessing (2024)' de BloombergNEF (BNEF), los combustibles sintéticos serán entre cuatro y seis veces más caros que los combustibles fósiles actuales. Para facilitar su adopción, la Unión Europea ha implementado la iniciativa Fit for 55, que incluye medidas como el programa RefuelEU Aviation. Esta regulación establece objetivos de mezcla de combustibles sintéticos con combustibles fósiles en el sector de la aviación, comenzando con un 1,2% en 2030 y alcanzando un 35% en 2050. Según las proyecciones, con una mezcla del 10%, el precio de los billetes de avión podría aumentar alrededor de un 5%, dado que el combustible representa entre el 25% y el 30% del coste operativo total de una aerolínea.
En resumen, los combustibles sintéticos, especialmente el e-keroseno, son una opción viable para descarbonizar el transporte aéreo a largo plazo. Aunque su producción aún enfrenta desafíos técnicos y económicos, las políticas de la Unión Europea y los avances en la producción de hidrógeno verde impulsarán su adopción en las próximas décadas. El camino hacia la descarbonización es claro, y los combustibles sintéticos jugarán un papel fundamental en este proceso.