"Certezas en un mundo incierto: digitalización, innovación y descarbonización"
Tribuna del presidente de BBVA, Carlos Torres Vila, publicada en El Mundo.
Vivimos un momento convulso, lleno de incertidumbre. Cuando estábamos apenas recuperándonos de la pandemia, la invasión de Ucrania oscureció de nuevo nuestro cielo. Una gran tragedia humana que se ha llevado por delante la vida de miles de personas. ACNUR estima que aún hay 7 millones de ucranianos fuera de su país por culpa de la guerra.
La invasión y las sanciones asociadas están, además, teniendo importantes repercusiones económicas, poniendo en peligro el suministro energético de buena parte del continente y alimentando una inflación que ya está en máximos desde el inicio del euro. Los gobiernos y las instituciones europeas (incluido el Banco Central Europeo) están tomando medidas excepcionales para hacer frente a esta situación, tales como restricciones energéticas, la suspensión temporal del funcionamiento de algunas reglas de mercado o el rápido aumento de los tipos de interés. En este contexto incierto, las perspectivas de crecimiento se deterioran, junto con las expectativas y la confianza de familias, negocios y empresas, retroalimentando el ciclo recesivo en el que hemos entrado.
Estamos también ante un cambio geopolítico de primer orden, con tensiones renovadas entre China y EEUU y la revisión, por parte de todos los bloques, de su dependencia exterior en cuestiones estratégicas como la energía, los alimentos, las materias primas, la defensa, la tecnología y los datos. Un nuevo paradigma de funcionamiento que inevitablemente tendrá un impacto negativo en el comercio internacional y la globalización.
Aspiramos a ser el banco de las empresas que están definiendo el futuro
La imperiosa necesidad de responder con decisión a este contexto incierto y difícil (especialmente para paliar sus efectos sobre los más vulnerables) no debería hacernos olvidar tres de las grandes tendencias que vienen transformando profundamente la economía y la sociedad, y que, en mi opinión, seguirán marcando el rumbo del mundo a medio y largo plazo: la digitalización, la innovación y la descarbonización.
El confinamiento supuso el impulso definitivo a la digitalización progresiva de la economía y la sociedad. BBVA fue pionero en el sector financiero en la década previa, invirtiendo decididamente en la digitalización de su negocio. Resultó ser un gran acierto para permanecer cerca de los clientes en la pandemia, cuando más lo necesitaban. Vimos crecimientos récord de las transacciones por canales digitales, que en estos dos años se han más que duplicado en el Grupo. En 2021 logramos una nueva marca histórica, al sumar casi 9 millones de nuevos clientes en todo el mundo, el 40% de ellos captados por canales digitales. Este año estamos superando el ritmo de captación, con 5,3 millones de nuevos clientes en los primeros seis meses, de los que más de la mitad se unieron al banco por canales digitales, cuando hace cinco años solo el 6% de los clientes se daban de alta en remoto.
Carlos Torres Vila, presidente de BBVA.
Pero la innovación va mucho más allá de la digitalización. Estamos inmersos en una ola de disrupción sin precedentes, impulsada por tecnologías que están transformando nuestra forma de vivir, como la computación en la nube, la inteligencia artificial, la robótica o el ‘blockchain’. Estas actividades, todavía incipientes, crecen exponencialmente y se espera que multipliquen su valor en apenas una década, desplazando en el proceso a actividades tradicionales. En BBVA queremos aprovechar las oportunidades que surgen de esta ola de innovación y queremos ponerlas al alcance de todos. Aspiramos a ser el banco de las empresas que están definiendo el futuro, empresas jóvenes que encuentran nuevas formas de satisfacer las necesidades de los clientes y acometen cambios relevantes en todas las industrias y la sociedad.
En BBVA lo tenemos claro: la sostenibilidad está en el corazón de nuestra estrategia.
Sin duda, la tercera tendencia -la descarbonización- es la más disruptiva y relevante para la historia de la humanidad. Frenar el cambio climático requiere un esfuerzo titánico: reducir a cero las emisiones globales de CO2 de aquí a 2050, menos de 30 años. Un reto que exige cambios drásticos en los hábitos y comportamientos y, especialmente, una profunda transformación de los modelos productivos en prácticamente todos los sectores de la economía. Y este reto es a la vez una oportunidad, porque esta transformación requiere una inversión colosal, de unos 275 billones de dólares anuales, equivalente al 8% del PIB mundial al año hasta 2050, destinada a desplegar nuevas tecnologías en prácticamente todos los sectores. No solo en el mundo desarrollado: los países emergentes deben sumarse con fuerza a esta carrera hacia la descarbonización, porque supone una inmensa oportunidad para su crecimiento y desarrollo. Sin embargo, estos países no disponen de los recursos necesarios, ni tienen la capacidad de atraer capital externo. El mundo desarrollado debe apoyarles; sin los emergentes no lograremos descarbonizar el planeta que todos compartimos. Además, sufrirán los efectos negativos del cambio climático en mayor medida.
El desafío es de tal magnitud que la inversión privada va a ser esencial, y dicha inversión llegará si tiene sentido económico y si existen los incentivos y la regulación adecuados. Y así será, porque hoy casi la mitad de la inversión requerida ya resulta rentable y no me cabe duda de que cada vez el interés en la descarbonización será mayor, como hemos podido comprobar en el encuentro BBVA Sustainability Forum 2022, celebrado en nuestra sede.
En BBVA lo tenemos claro: la sostenibilidad está en el corazón de nuestra estrategia. Hemos creado un área que reporta al máximo nivel ejecutivo en la organización, con la ambición de convertir a BBVA en el banco de referencia de los clientes que buscan financiar soluciones sostenibles para su actividad. Tenemos como objetivo canalizar 200.000 millones de euros entre 2018 y 2025 en financiación sostenible (vamos por 112.000 a junio de 2022) y este esfuerzo ya está teniendo resultados tangibles. Me siento especialmente orgulloso de que ocupemos la primera posición de la banca mundial en el índice de sostenibilidad de Dow Jones.
En el caso de Europa, qué diferente habría sido su posición ante la invasión de Ucrania si tuviera una mayor independencia energética de Rusia. Este conflicto hace más necesario abordar con mayor ambición la descarbonización. Además, tenemos una excelente palanca para acelerar el proceso: los fondos públicos Next Generation EU. Es crucial que se acelere su llegada a los mejores proyectos sostenibles, especialmente a aquellos impulsados por las pymes, para que la transformación realmente permee en la economía hasta las raíces. Estos fondos son una oportunidad única para modernizar la economía y la sociedad. Los bancos queremos ser un aliado para canalizar y multiplicar su efecto, aportando financiación adicional y asesorando a los clientes a evaluar el potencial de sus proyectos. España juega con una enorme ventaja: cuenta con recursos naturales como el sol, el nuevo petróleo, para exportar energía a Europa.
Es clave que la incertidumbre actual no desvíe la atención de gobiernos, empresas y sociedades. Debemos abrazar estas tendencias con determinación y perseverancia, al tiempo que protegemos a los colectivos más vulnerables para que nadie se quede atrás, y ofrecer así un futuro mejor para las próximas generaciones.