Bodegas sostenibles: la historia detrás de un vino responsable
Son pequeñas, practican la agricultura ecológica, no usan químicos y respetan el entorno. Las bodegas sostenibles optan por la biomasa, por reducir el consumo de agua, usar energías renovables y mantener la fertilidad de las vides. Y apuestan por la distribución de proximidad del vino.
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Durante siglos las ovejas fueron grandes protagonistas de los paisajes de Castilla. Acompañadas de sus pastores, recorrían los campos y contribuían a mantener el suelo sano y fértil. Hoy se ven cada vez menos pastores trashumantes por los valles y las carreteras castellanas. Sin embargo, muchas ovejas siguen pastando libres y prestando así numerosos servicios a los ecosistemas y a las actividades humanas. Su presencia puede determinar, por ejemplo, la calidad y la sostenibilidad del vino.
Encontramos un ejemplo en las tierras de Ribera del Duero, en la comunidad de Castilla y León. Los terrenos de la bodega Torremilanos se abonan con compost que proviene de las ovejas que pastan libremente en los alrededores, favoreciendo sinergias entre los animales, las plantas, la tierra y el hombre. Y a la de Torremilanos se suma la actividad de muchas otras bodegas sostenibles que buscan favorecer un sistema de producción más respetuoso con el medioambiente y la sociedad.
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¿Qué caracteriza una bodega sostenible?
Las bodegas sostenibles se caracterizan por realizar una viticultura ecológica y un proceso de elaboración del vino que elimina ciertas prácticas enológicas. “El mundo de las bodegas ecológicas es muy variado. No todas responden exactamente al mismo patrón, pero sí tienen algo en común: el interés por mantener un entorno natural mejor preservado”, explica Carlos Vázquez, fundador de Bodegas.bio, un ‘marketplace’ que hace un trabajo de selección de los vinos de bodegas sostenibles y ecológicas españolas con el objetivo de ponerlas en valor.
“La mayoría de las bodegas sostenibles son pequeñas, aunque también hay alguna de tamaño mediano. Se basan en la agricultura ecológica y evitan la utilización de pesticidas para respetar el entorno”, explica Vázquez. Tal y como detallan desde Bodegas.bio, la viticultura ecológica evita la utilización de tóxicos, pesticidas, herbicidas químicos o fungicidas sistémicos. Tampoco emplea fertilizantes químicos ni abonos minerales, sino que opta por estiércol animal, biomasa generada por el propio viñedo o compost vegetal.
De igual modo que sucede con la agricultura ecológica, la viticultura sostenible busca además reducir el consumo de bienes como el agua. El objetivo final es mantener la fertilidad del suelo y de las vides, conservando mejor así el ecosistema que se forma a su alrededor.
Pero la sostenibilidad de una bodega no se queda en los viñedos, sino que implica también ciertas medidas en los procesos de elaboración del vino, conocido como vinicultura. De acuerdo con las características que establece la Unión Europea para determinar qué vinos pueden ser considerados ecológicos, deben evitarse prácticas como los tratamientos por electrodiálisis o la concentración parcial por frío, por ejemplo.
Además, los vinos ecológicos deben contener un nivel de sulfitos muy inferior al de los vinos convencionales. Los sulfitos son compuestos químicos que se añaden a la bebida como conservantes, para prevenir la oxidación, evitar que se estropee y favorecer que mantenga sus propiedades durante más tiempo. Muchas bodegas sostenibles no agregan sulfitos en ninguna etapa del proceso, aunque el vino puede contenerlos de forma natural debido a los procesos de fermentación.
“El enfoque de elaboración del vino también varía entre unas bodegas sostenibles y otras. Todas cumplen la normativa europea de elaboración ecológica, pero algunas van incluso más allá y son más puristas en cuanto a los insumos que echan al vino para su conservación, por ejemplo”, explica Carlos Vázquez.
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Por último, a la hora de determinar la sostenibilidad de una bodega también entran en juego aspectos como el ahorro de recursos mediante la utilización de energías renovables, la circularidad, la apuesta por embalajes más sostenibles o la distribución y la venta con cadenas de suministro cortas.
“Este es uno de los aspectos en los que queremos contribuir desde Bodegas.Bio: favorecer el consumo de proximidad”, explica Vázquez. “El vino que comercializamos viaja directamente de la bodega al consumidor final, por lo que solo se hace un recorrido y se minimiza mucho el impacto del transporte. Y como hay una tendencia de consumo regional bastante acusada, en el sentido de que –exceptuando ciertos vinos que se beben en toda España– un murciano tiende a consumir vino murciano y un catalán vino catalán, se favorece un consumo más sostenible”.
Un puzle de bodegas sostenibles
La necesidad de reducir nuestro impacto medioambiental y el aumento de la concienciación sobre los valores naturales ha hecho que muchas bodegas den un giro y busquen favorecer una producción sostenible. “Un buen ejemplo es Puerta del Viento, una bodega del Bierzo, en León, en la que no se utiliza ningún tipo de insumo, como sulfitos, ni en el viñedo ni durante la elaboración del vino”, comenta Vázquez.
“Es una bodega muy pequeña y familiar, en la que se elaboran unas 10.000 botellas al año, y un gran ejemplo de lo que supone la viticultura ecológica. Su cofundador, Jorge Vega, tiene mucho mérito porque lleva muchos años trabajando de esta manera por una cuestión de creencia, de honestidad y de respeto a la elaboración del producto y al consumo”, añade.
Para elaborar sus vinos ecológicos, esta bodega mantiene una cubierta vegetal entre las cepas para que haya un mayor reparto de los nutrientes de la tierra, y utiliza únicamente compost natural, estiércol o sarmientos triturados para el abono de sus viñedos. “Las plagas y las enfermedades que pudieran aparecer son prevenidas o tratadas siguiendo métodos tradicionales o métodos biológicos”, explican en su web.
Otro ejemplo que destaca el fundador de Bodegas.bio es, esta vez por sus prácticas de agricultura biodinámica, es la anteriormente citada Torremilanos. Tal y como explican desde la bodega, para mantener un suelo sano y una biodiversidad rica apuestan por la utilización de cubiertas vegetales, compost de origen animal, fitoterapia para estimular la salud de las cepas y preparados biodinámicos (mezclas de sustancias minerales, vegetales y animales que sirven para dar vida y activar elementos presentes en los suelos).
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“Si atendemos a la reducción de la huella de carbono, tenemos el ejemplo de Leyenda del Páramo, una bodega de León que tiene un sistema de geotermia”, señala Vázquez. Este, explican desde Bodegas.bio, extrae agua de un acuífero que pasa muy cerca de la bodega y la utiliza para generar el agua fría y caliente que se utiliza en las instalaciones. El agua es devuelta al acuífero después de su utilización.
La tendencia de apostar por vinos ecológicos aumenta también en América Latina. En 2024, más de 40 bodegas comprometidas con la sostenibilidad participaron en la décima edición de la Feria de Vinos Orgánicos y Sustentables, que se celebra en Buenos Aires y en donde presentaron un centenar de etiquetas diferentes.
Entre todas las iniciativas del país, destacan algunas como Bodegas Etchart, que se caracteriza por su uso racional y consciente del uso del agua y de la energía, así como por sus prácticas que favorecen el reciclaje y la reutilización de materiales. “Bodegas Etchart privilegia el cuidado meticuloso de la flora, la fauna y los recursos naturales de la región para garantizar que las futuras generaciones puedan seguir elaborando los vinos de la calidad que hoy distinguen a los Valles Calchaquíes”, sostienen en su web.
Otro ejemplo es Tilia Wines, una bodega que busca lograr la sostenibilidad tanto social como medioambiental, apoyando a las comunidades de su entorno y apostando por prácticas que respetan la naturaleza. Tilia Wines cuenta con el certificado de sustentabilidad vitivinícola de Bodegas de Argentina.
Cómo pasar de una producción de vino convencional a una sostenible
Para ganar en sostenibilidad, las bodegas convencionales deben aplicar ciertos cambios en todo su proceso productivo, desde el cultivo de la vid hasta la distribución del producto final. Estos serían los pasos principales para que una bodega pueda funcionar como una bodega sostenible:
- Cambiar los sistemas y métodos de cultivo por otros ecológicos o biodinámicos que eviten el uso de pesticidas o fertilizantes y hagan un uso eficiente de recursos como el agua.
- Cambiar los sistemas de producción del vino, reduciendo o eliminando por completo el uso de sulfitos o la utilización de tratamientos por electrodiálisis, entre otros aspectos.
- Aumentar la eficiencia energética de la bodega. Por ejemplo, cambiando la iluminación convencional por luminarias LED o instalando sistemas de autoconsumo como paneles solares.
- Utilizando materiales sostenibles y reutilizables, como por ejemplo corchos producidos de forma sostenible.
- Apostando por la distribución de proximidad, con cadenas de suministro cortas, y sistemas de transporte de bajas emisiones.