Biorreactores de algas: nuevos árboles biomecánicos para las ciudades
Estos organismos acuáticos han demostrado ser las herramientas más eficientes de la naturaleza para la captura y secuestro de carbono. Son la base de dispositivos de biorremediación de agentes contaminantes que replican el proceso de la fotosíntesis en entornos urbanos.
Poco se parece, físicamente, un biorreactor de algas Eos a un árbol. En realidad, el invento de Hypergiant Industries se asemeja a una especie de armario metálico de 90x90x210 centímetros. Pero su interior reproduce un proceso de fotosíntesis: las algas toman agua, luz y dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y, a cambio, devuelven oxígeno y biomasa. Igual que en la naturaleza, pero a lo grande: la capacidad de secuestro de cada uno de estos dispositivos equivale a la de 400 árboles, según enfatizan sus creadores, gracias a la incorporación de Inteligencia Artificial, que monitorea y controla parámetros como dióxido de carbono, radiación, temperatura o ph.
"El cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando. Algunos de sus efectos, como el aumento de la temperatura y nivel del mar o el recrudecimiento de eventos naturales extremos, ya se están dejando notar", alerta el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas. Una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero permitiría limitar sus daños, según añaden los investigadores.
Pero reducir no basta, y la propia Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés) incide en la necesidad de alternativas de captura de carbono eficientes, sostenibles y económicas para asistir en la transición ecológica. De manera que los dispositivos de captura, almacenamiento y uso del carbono se sitúan en el punto de mira, como herramientas importantes para la necesaria descarbonización.
"El exceso de CO2 está provocando una serie de catástrofes masivas y nos empuja a salir del planeta y colonizar el espacio", comenta Ben Lamm, CEO y fundador de Hypergiant Industries, en nota de prensa. "Quiero que la humanidad colonice el espacio para explorar el cosmos y comprender mejor nuestro lugar dentro de él, no porque tengamos que huir", matiza. "El biorreactor de algas Eos es uno de nuestros primeros esfuerzos enfocados en arreglar el mundo en el que vivimos. Esperamos inspirar y colaborar con otros en una misión similar", subraya.
Las algas han demostrado ser las herramientas más eficientes de la naturaleza para la captura y secuestro de carbono, según explica Lamm en el comunicado de prensa. De ahí que Eos no sea el único biorreactor que explora el potencial de estos organismos acuáticos.
Desde Córdoba, en el Estado de Veracruz, México, y por videollamada, Carlos Monroy, CEO y fundador de BiomiTech, presenta BioUrban, que define como "un sistema urbano, desarrollado con tecnología verde, para biorremediación de agentes contaminantes (CO2, NOx, material particulado 2.5 y 10, así como el total de partículas en suspensión), que quedan convertidos en aire oxigenado y biomasa a través de la fotosíntesis". Incluye un monitoreo de calidad de aire en tiempo real y ‘gadgets’ opcionales como cámaras de seguridad, conectividad Wi-Fi y pantalla LED para campañas de comunicación.
La biomasa que el proceso de fotosíntesis deja como residuo puede servir, en la lógica de una economía circular, como materia prima para biocombustibles, por ejemplo. "El concepto a largo plazo de nuestro prototipo incluye su integración como parte de nuestro programa de ciudades inteligentes, donde un subproducto como es la biomasa de las algas puede proporcionar combustible para otros productos que promueven y mejoran la vida urbana", detallan desde Hypergiant Industries.
A Monroy, biólogo especializado en biorreactores y diseño y cultivo de microalgas, no le gusta que su BioUrban sea comparado con un árbol, aunque queramos ver en su monumental estructura (unos cinco metros de alto y un par de metros de diámetro) ciertas similitudes. "No lo es; se trata de un sumidero biológico de contaminación a base de microorganismos altamente fotosintéticos como son las microalgas", rebate. Una tecnología nacida de manera experimental en 2016 que tuvo sus primeras implementaciones en espacios urbanos, industriales y empresariales de Latinoamérica en 2017, y que en 2018 cosechó premios internacionales en México y Reino Unido.
BiomiTech forma parte de la Smart Carbon Capture Network, una iniciativa ambiental para descarbonizar el planeta en la que participan organizaciones de la sociedad civil.
BioUrban 2 es capaz de procesar 3.000 metros cúbicos de aire por hora; BioUrban 3, 5.000 metros cúbicos de aire por hora, "con una eficiencia del 80%", según los datos que facilita Monroy. El proyecto se encuentra en fase de expansión comercial y cuenta con la aprobación para instalar unos 200 equipos en ciudades latinoamericanas con altos niveles de contaminación: Ciudad de México o Monterrey, en México; Santiago de Chile, en Chile; Brasilia, en Brasil; Lima, en Perú.
Además, está explorando los mercados español, británico y estadounidense. Para ello se ha aliado con la ‘fintech’ climática española Climate Trade. Su CEO y cofundador, Francisco Benedito, ve en esta innovación una oportunidad de "eliminar emisiones causantes de cánceres y otras enfermedades, y de respirar un aire más puro en nuestras ciudades", según dice por teléfono.
"En la Puerta del Sol de Madrid no podemos plantar 360 árboles, pero sí instalar un BioUrban, que vendría a ser el equivalente", apunta. Los biorreactores de algas no son, según opina, la panacea ni el remedio milagroso contra el calentamiento global, pero sí una herramienta muy útil que suma. "Sirven de catalizadores de la acción contra el cambio climático en el entorno urbano", concluye.