BBVA y el London Eye de la constructora Mace en Londres, por un futuro sostenible
Mace, aquella joven empresa que gestionó la construcción del icónico London Eye, se ha convertido en un referente mundial de la sostenibilidad en el sector. Se ha comprometido a reducir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) un 10 % cada año, ahorrar 10 millones de toneladas de carbono a sus clientes y contribuir con la biodiversidad a través de la protección de 500 hectáreas. BBVA acompaña a la constructora en esta transición.
La Gran Rueda tenía fecha de caducidad. Había sido construida con un propósito concreto y, tras haber hecho volar sobre el cielo de Londres a más de 2,5 millones de personas, tenía que ser demolida. Así, a lo largo de 1907, la inmensa noria construida en 1895 para la Exposición del Imperio de la India en Earl’s Court, un distrito del municipio de Kensington y Chelsea de la capital británica, desapareció del mapa. Sin embargo, su legado de circularidad no abandonaría por completo el espíritu de Londres y sus constructores.
Pasarían casi 100 años, pero una gran noria volvería a girar en Londres. Muchas cosas habían cambiado en el mundo cuando en marzo del 2000, el heredero de la Gran Rueda, bautizado como London Eye (el Ojo de Londres), abría al público en el South Bank del río Támesis, mirando de frente al icónico Big Ben. Empezaba el siglo XXI y el giro infinito de una rueda pronto dejaría de ser una simple atracción para convertirse en el símbolo de una forma de ver el mundo. Y en medio de aquella transición estaba el Grupo Mace, entonces una joven constructora que se encargó de la gestión de la construcción de la nueva gran noria.
El London Eye, como su antecesor, también iba a ser temporal
Sin embargo, solo dos años después de su inauguración se decidió convertirlo en un icono permanente de la orilla sur del Támesis. Con sus 135 metros de altura y 1.200 toneladas de peso, la noria llegó a ser definida como un triunfo de la ingeniería. Cada año, más de 3,5 millones de personas se suben a ella para acercarse un poco más al cielo de Londres. En su viaje, acompañan la historia de una compañía que ha crecido para convertirse en un referente de la sostenibilidad del sector de la construcción. Una historia de la que ahora también forma parte BBVA.
Construyendo la sostenibilidad
Cuando los primeros pasajeros se montaron en el London Eye, el cambio climático parecía algo muy lejano. Se hablaba ya de la subida de las temperaturas y los gases de efecto invernadero (GEI), del deshielo de los casquetes polares y de la subida del nivel del mar, pero estaba lejos de ser una prioridad en las agendas de gobiernos y empresas. Sin embargo, apenas quedaban dos años para que se firmase el Protocolo de Kioto, el primer documento en el que los países industrializados se comprometían a limitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) había publicado ya varios de sus informes en los que describía con detalle qué iba a pasar con el mundo si no hacíamos algo para evitarlo.
En las siguientes dos décadas, la lucha contra el cambio climático va a ir escalando puestos en la lista de prioridades del planeta. El London Eye ha cambiado toda su iluminación para reducir un 69 % el consumo eléctrico de la atracción (y con él las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas). Londres, que aspira a ser una ciudad neutra en emisiones de carbono en 2030, ha limitado la circulación de vehículos de combustión en buena parte del casco urbano. Y la sostenibilidad se ha convertido en una pieza central de la estrategia de Mace.
Métodos modernos de construcción en N06 East Village.
El sector de la construcción es hoy uno de los grandes emisores de gases efecto invernadero. Según datos de la ONU, la construcción y el funcionamiento de los edificios son responsables del 37% de las emisiones mundiales de carbono. El 28 % procede de la energía necesaria para calentarlos, enfriarlos y mantenerlos, mientras el 11 % restante procede de los materiales y los procesos de construcción. Además, la expansión de los terrenos urbanos e industriales y la extracción de materiales para la construcción son una de las causas principales de la pérdida de ecosistemas y biodiversidad a nivel global.
Al mismo tiempo, la construcción es uno de los motores de la economía global. De acuerdo con datos de Oxford Economics, el sector sumó un volumen de negocio de 10,7 billones de dólares en 2020. Esta cifra, según sus previsiones, aumentará hasta los 15,2 billones en 2030. Como tal, los impactos socioeconómicos del sector, tanto positivos como negativos, son siempre muy importantes. La construcción puede contribuir al desarrollo de una comunidad vulnerable, pero también puede acentuar la segregación o empeorar su calidad de vida (por ejemplo, con una nueva carretera que parte en dos una población de las afueras de una ciudad).
“Nuestro sector está cambiando. Mace sabe el impacto que tiene la construcción en las emisiones de carbono a nivel global. Por eso, una de las tres prioridades del grupo es trabajar hacia un mundo sostenible”, explica David Allen, director financiero (CFO por sus siglas en inglés) de Mace. “Nos hemos comprometido a reducir nuestra huella de carbono un 10 % cada año. A través del sistema de compensaciones de carbono verificado Gold Standard, en 2020 nos convertimos en un negocio neutral en carbono. Además, hemos asumido el compromiso de adquirir electricidad 100 % renovable a través de withRE100 y hemos firmado el Climate Pledge para convertirnos en una empresa con una huella de carbono neta cero en 2040”.
En los últimos años, la compañía de construcción y consultoría, fundadora de las iniciativas de reducción de emisiones en el sector ConcreteZero y SteelZero, ha dado también otros pasos hacia la sostenibilidad como dejar de usar generadores de electricidad diésel en las obras, utilizar equipos eléctricos o que funcionan con hidrógeno y, en una conexión inesperada con sus orígenes y con el London Eye, apostar por la economía circular y reducir y reciclar los desechos que se producen en los proyectos de construcción. Tal y como explica Transparency Market Research, la construcción genera alrededor de 2000 millones de toneladas de residuos al año.
“Como empresa líder en la industria, tenemos la responsabilidad de encabezar el cambio, introducir buenas prácticas en toda nuestra cadena global y ayudar a que nuestra industria haga lo correcto”, recalca David Allen. Así, Mace ha desarrollado una estrategia de negocio responsable que articular alrededor de estos pilares:
- Impactando el cambio climático – acelerando nuestra respuesta a la emergencia climática.
- Contribuyendo con la biodiversidad – protegiendo, restaurando y mejorando los hábitats.
- Creando valor social – generando valor para las comunidades y la economía en general.
"Uno de nuestros objetivos más ambiciosos es ayudar a nuestros clientes a reducir sus emisiones de carbono en diez millones de toneladas. Se trata de un nuevo objetivo, después de haber asegurado una cartera de trabajos para alcanzar nuestro objetivo original de un millón de toneladas varios años antes", añade Allen, que tiene en común con BBVA la fijación de nuevos objetivos que sustituyen a los viejos dada la velocidad que está adquiriendo la financiación sostenible. En el caso de BBVA, el objetivo de movilización sostenible entre 2018-2025 se ha revisado un par de veces al alza hasta alcanzar los 300.000 millones de euros.
“Estamos decididos a ser un ejemplo para el entorno de la construcción, mostrando que podemos mejorar y que merece la pena hacerlo. En este sentido, la iniciativa Race to Zero nos permite compartir nuestro conocimiento y aprender de los demás a medida que avanzamos”, señala Allen. Esta campaña, integrada en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) y de la que también es parte BBVA, pretende movilizar y generar cambios hacia una economía descarbonizada.
BREEAM Outstanding - UCL Student Centre.
Financiación: ¿Cuánto cuesta el futuro de la sostenibilidad?
Tras el paso adelante que significó Kioto en 2002, el mundo se comprometió de forma mucho más profunda con la lucha contra el cambio climático mediante el Acuerdo de París, firmado en 2015. Para entonces, las advertencias de la ciencia climática eran ya demasiado abrumadoras para ser ignoradas. Desde aquel momento, las reuniones anuales de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocidas como las COP, han ganado relevancia. En todas ellas, más allá de palabras y acuerdos, siempre hay un asunto central: la financiación.
Y es que el cómo sufragar la acción y la adaptación al cambio climático, desde la transición energética hasta la descarbonización de la industria, es un asunto cada vez más relevante en la agenda política y empresarial. Sin ir más lejos, la Unión Europea acaba de aprobar su taxonomía verde, un sistema para clasificar todo tipo de actividades sostenibles con el objetivo de reforzar y agilizar su financiación. En todo este proceso de sustento económico de la descarbonización, las entidades financieras tienen un papel clave, como muestra la reciente colaboración entre BBVA y el Grupo Mace.
“Las instituciones financieras tienen una oportunidad única de impulsar la transición hacia una economía baja en carbono. Al invertir en negocios que son verdaderamente sostenibles, y dirigir las inversiones de otras personas hacia ahí, las instituciones financieras pueden ayudar a mejorar la comprensión del valor a largo plazo de la sostenibilidad, así como los riesgos, los costes y las pérdidas de valor que llegarán si los negocios no operan de manera sostenible”, recalca David Allen.
Como paso definitivo en su transformación, Mace decidió debutar en el mercado de la financiación sostenible en mayo de 2022; y lo hizo de la mano de BBVA. Su entrada en este mercado se certificó mediante una línea de crédito Revolving Credit Facility (RCF) de 10 millones de libras esterlinas con BBVA y un préstamo de 50 millones financiado por J.P. Morgan mediante la línea EDG de la agencia de crédito a la exportación de Reino Unido (UKEF, por sus siglas en inglés). Ambas líneas de financiación servirán de apoyo a la expansión internacional de la compañía y al cumplimiento de sus prioridades de sostenibilidad durante lo que resta de década.
Tanto el contrato del crédito RCF como el del préstamo, para los cuales BBVA trabajó como coordinador de sostenibilidad, están sujetos a tres indicadores de sostenibilidad: dos de carácter medioambiental relacionados con la reducción de emisiones de dióxido de carbono y el incremento del uso de energías renovables, y otro indicador social basado en la disminución del índice de frecuencia de accidentes. “BBVA supo reconocer nuestra ambición de ser una empresa aún más responsable y nos facilitó el acceso flexible a la financiación. En pocas palabras, BBVA nos ha ayudado a comunicar la importancia y el valor de la descarbonización”, añade Allen.
El reloj de la lucha contra el cambio climático corre igual de rápido ahora que en el año 2000, cuando la rueda del London Eye empezó a girar. Pero hoy somos más conscientes que nunca del poco margen de tiempo que tenemos para actuar. Por eso, los objetivos a largo plazo se han transformado en urgencias en el horizonte cercano. En 2030, dentro de tan solo siete años, las emisiones de los países de la Unión Europea deberán ser un 55 % más bajas que en 1990. En Reino Unido, el objetivo es más ambicioso y la reducción para 2030 deberá ser del 68 %. Las metas de Mace van incluso más allá.
En los próximos siete años, la empresa reducirá sus emisiones de gases de efecto invernadero un 10% anual. Para 2026, Mace se ha fijado como objetivo reducir en un 24% el consumo de agua y en otro 24% los residuos, así como reciclar el 25% de los materiales utilizados en sus instalaciones. Todos sus socios de la cadena de suministro de primer nivel tienen planes de transición a cero emisiones netas.
“Nuestra escala e influencia nos permiten acelerar y extender nuestro impacto en la lucha contra el desafío climático y ayudar a nuestros clientes a dejar de emitir millones de toneladas de carbono en los próximos años”, concluye el director de finanzas de Mace.
“Las innovaciones de hoy se convertirán rápidamente en las normas del mañana: plantas de construcción totalmente eléctricas, sistemas de gestión de edificios mediante inteligencia artificial, diseños basados en la naturaleza, pasaportes de materiales y mayor uso de materiales bajos en carbono como el grafeno”, subraya. “Se producirá un cambio hacia una economía más circular y, poco a poco, el foco de las organizaciones también se centrará en frenar la pérdida de biodiversidad y avanzar en la sostenibilidad social”.