BBVA apuesta por la investigación sobre educación financiera
José Manuel González-Páramo, consejero ejecutivo de BBVA y responsable del Consejo Asesor del Centro para la Educación y Capacidades Financieras, y Antonio Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA, hacen un repaso del primer año de actividad del Centro, coincidiendo con la Semana Global de la Educación Financiera.
En la conversación, González-Páramo destaca que la iniciativa de poner en marcha el Centro es la respuesta de BBVA a dos hechos muy importantes: la necesidad de avanzar en la alfabetización financiera como elemento esencial para la sostenibilidad del crecimiento económico y, por otro, la necesidad de adecuarse al cambio de paradigma que impone la revolución digital, que abre muchas puertas y permite más inclusión, pero, a la vez, exige un grado de capacitación financiera mayor.
El consejero ejecutivo de BBVA asegura que la creación del Centro para la Educación y Capacidades Financieras supone un importante paso adelante en la estrategia de educación financiera del Grupo BBVA, que comenzó hace más de una década y que, en este tiempo, ha invertido 73 millones de euros en programas de formación e inclusión que han beneficiado a 11 millones de personas.
Durante esta entrevista con Antoni Ballabriga, José Manuel González-Páramo pide una mayor implicación de las administración públicas en la educación financiera. Pero destaca también los importantes pasos dados en los últimos años debido a la implicación de los organismos e instituciones de referencia mundial, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE, el Banco Central Europeo o la Comisión Europea, que “han comprendido que la educación financiera es esencial para proteger al cliente y al consumidor y para asegurar la estabilidad financiera”.
González-Páramo avanza también las próximas líneas de apoyo a la investigación del Centro, que son: la digitalización como motor de impulso de la educación financiera; la salud financiera —cómo medirla y cómo mejorarla a través de productos de ahorro e inversión adecuados— y el estudio de los comportamientos financieros de las personas para determinar cómo influyen los factores cognitivas, pero también ambientales y, a partir de ahí, contribuir a mejorar la educación financiera y la inclusión financiera.