La banca española, colaborando para la educación financiera
Hace unos días salió a la luz un interesante informe publicado por Junior Achievement Europe y VISA sobre las habilidades y competencias de educación financiera que deberían poseer los jóvenes en el contexto actual: “un mundo de dinero virtual y complejidad financiera”. Para elaborarlo se contó con la colaboración de la Viena University of Economics & Business, que entrevistó a 445 ejecutivos en 39 países.
De este estudio, me sorprendieron gratamente tres cosas:
En primer lugar que sean las entidades privadas las que ocupen el tercer lugar, por detrás del sistema educativo y el núcleo familiar, en el ranking de los grupos que deberían estar involucrados en la “entrega” de Educación Financiera.
Resulta reconfortante que se reconozca que las entidades privadas, y en particular las instituciones financieras, tienen un alto potencial de contribución en este asunto, ya sea por los recursos económicos y humanos que pueden emplear, su conocimiento de la materia o su posición respecto a la persona en el momento de tomar decisiones financieras. En este sentido, creo que es fundamental destacar el importante papel que pueden llegar a jugar los voluntarios de entidades financieras. Son empleados comprometidos con su trabajo pero también con la sociedad, por eso creen que, por encima de los objetivos comerciales, deben ponen su conocimiento a la disposición de los programas de educación financiera y ayudar a que las personas tengan los conocimientos y habilidades necesarias para tomar decisiones financieras informadas.
Por otro lado, me llamó la atención que la mayoría de los entrevistados, un 81%, considere que las ONGs son un socio prefecto para que las entidades privadas desarrollen programas de Educación Financiera y, cuando se pregunta por los retos para alcanzar estas colaboraciones, solo un 2% creen que la falta de confianza en las instituciones financiera es un freno.
Cierto es que en este estudio solo participaron ejecutivos de empresas y que, por lo tanto, su opinión puede estar sesgada, pero este dato me da la oportunidad de defender la neutralidad de la mayoría de las instituciones financieras involucradas en este asunto.
La finalidad de una entidad financiera a la hora de desarrollar un programa de educación financiera no es, ni debe ser nunca, obtener un retorno comercial. La mayoría de los bancos privados que desarrollan estos programas lo hacen de la mano de entidades del tercer sector, principalmente ONGs educativas, que aportan legitimidad al elaborar los materiales, formar a los voluntarios y coordinar la formación de los beneficiarios. Desde luego este es el caso en BBVA, donde los programas de Educación Financiera buscan empoderar, concienciar, informar y formar a los ciudadanos para generar en ellos un cambio de comportamiento que les permitan planificar mejor, ahorrar de forma más consistente y, si es necesario, endeudarse de forma más responsable. Por supuesto hay un objetivo ulterior que beneficia a la entidad, y al propio sistema financiero, pero no es otro que asegurar que el acceso al sistema se produce de forma responsable y que los ciudadanos utilizan adecuadamente la creciente oferta de productos y servicios financieros para así fomentar un sistema financiero más estable, de mejor calidad y mayor eficiencia
Por último, la gran sorpresa fue que España fue presentada como un caso de éxito de colaboración sectorial en el campo de la educación financiera. Se trata del proyecto conjunto que los bancos asociados a la Asociación Española de Banca, en colaboración con Junior Achievement España, han desarrollado en más de 170 escuelas.
Que 24 bancos sean capaces de coordinar un único programa de educación financiera y lo lleven con éxito a 172 escuelas en 37 ciudades diferentes es algo único y ciertamente no tiene precedentes. Sin duda es algo de lo que el sector financiero español debe sentirse orgulloso.
Sin embargo, lo más relevante de esta iniciativa no es la colaboración sino el hecho de haber implicado a más de 1000 voluntarios, que han desarrollado el programa con dedicación, profesionalidad e imparcialidad, generando entre alumnos y docentes máxima satisfacción y confianza. Tras dos años de programa el 98% de los docentes han expresado su voluntad de repetir la experiencia y más del 80% de los alumnos consideran que han aprendido y disfrutado con la experiencia.
Con este tipo de experiencias, una correcta aproximación al tema y con el debido seguimiento de líneas de actuación que definan el ámbito de actuación, canales y criterios para la intervención del sector privado en la educación financiera, como por ejemplo las establecidas por la OCDE[1] , el sector estará sin duda en el buen camino.
[1] OECD/INFE Guidelines for private and not-for-profit stakeholders in financial education, 2012