Así obtienen una segunda vida las tarjetas de débito y crédito recicladas
¿Cómo se recicla una tarjeta de crédito o de débito? Las tarjetas con chip, consideradas en cierto sentido como pequeños dispositivos TIC, se convierten en materia prima para la fabricación de nuevas tarjetas si se llevan a la planta de tratamiento para reciclarlas. Hay más de 22.000 millones circulando en el mundo, contando solo las de crédito y débito. Su incorrecta gestión como residuo provoca contaminación por residuos plásticos.
La tarjeta de crédito o débito, o cualquiera que incorpore un 'chip' o banda magnética, tiene una vigencia, ya sea por obsolescencia o por desgaste. ¿Qué suele hacer el consumidor? "Tirarla al contenedor verde, gris o negro — donde va a parar lo que no se puede reciclar—", cuenta Gonzalo Torralbo, director comercial y de relaciones institucionales de Recyclia.
Sin embargo, lo que muchos no saben es que estas tarjetas pueden tener una segunda vida. Un pequeño gesto por parte del consumidor puede hacer que estos pequeños trozos de plástico, se conviertan en materia prima que se puede reutilizar para crear un nuevo producto. Ese es el principio del reciclaje y de la necesaria economía circular.
¿Qué hacer con las tarjetas de crédito viejas?
¿Qué debería hacer ese consumidor para garantizar que su tarjeta con 'chip' tenga una segunda vida? "Acudir a un punto limpio o a los contenedores específicos que existen en los puntos de distribución de pequeños aparatos TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), donde también se pueden depositar para reciclaje móviles o tabletas", contesta Torralbo. Y, en el caso de tarjetas bancarias, a las oficinas o los cajeros automáticos de algunas entidades.
"Estamos llegando a acuerdos con bancos como BBVA para la recogida de tarjetas caducadas mediante una operativa de logística inversa", señala Torralbo. A través de sus valijas, las sucursales las llevan a unos puntos de acumulación, desde donde se trasladan a la planta de tratamiento. Allí se someterán, como explica Torralbo, a una serie de triturados y moliendas, hasta convertirse en pequeñas partículas de diminutas proporciones. La parte metálica se separará de la fracción plástica mediante imanes y corrientes de Foucault (para recuperar metales no férricos). De esta forma, saldrán transformadas en materia prima para reutilizar.
Más de 22,8 billones de tarjetas de crédito y débito circulan por todo el mundo. Cada año se fabrican 6.000 millones para reemplazar a las que han terminado su vida útil, y atender nuevas cuentas. "Casi todas se producen con plástico PVC de primer uso", sin reciclar. "Son parte del problema de la contaminación plástica", concluye Torralbo.
El volumen de tarjetas con 'chip' que se recupera aún es muy pequeño, comentan desde Recyclia. Desde 2015 están incorporadas a la categoría 6, de pequeños aparatos TIC, dentro de los aparatos eléctricos y electrónicos. Más del 80% de los residuos de la categoría 6 que llegan a la planta de tratamiento se reciclan.
"Una tarjeta bancaria consta de cinco capas de PVC reciclado. En la capa central se embeben el 'chip' y la antena, que están hechos con aleaciones de metales", cuenta Juan Pedro de Miguel de IDEMIA, líder mundial en identidad aumentada, que en 2020 suministró a BBVA las primeras tarjetas de PVC reciclado de España. "Están fabricadas en Europa y América y se graban con tintas ecológicas, con menos compuestos orgánicos volátiles, para reducir la huella ambiental global", describe. Su durabilidad y el rendimiento de la funcionalidad 'contactless' es igual que el de una tarjeta de PVC tradicional, según subraya.
"Los fabricantes están investigando en ecodiseño, para que el tratamiento de los materiales en la planta de reciclaje sea más eficiente", destaca Torralbo. Contemplan, por ejemplo, fórmulas para que la antena no esté tan embutida dentro de la tarjeta, y para que los plásticos no sean tan complicados de separar", asegura. De ahí que sea importante extremar el cuidado de separar en ese proceso las tarjetas de PLA (plástico biodegradable), ya que contaminan el reciclaje de otros materiales.
"Reciclar estos productos, que normalmente habrían sido enviados al vertedero, y volver a darles un uso, es una excelente manera de evitar contaminación", se enorgullece Alicia Ramos, responsable global de cuentas en G+D, empresa que fabrica tarjetas. "Hemos de evitar que nuestras tarjetas con 'chip' se conviertan en desechos y terminen en la naturaleza, en los mares y en la cadena alimentaria, como plásticos y como microplásticos, conforme avanza su degradación", concluye Torralbo.
Todas las tarjetas de BBVA serán recicladas en 2023
BBVA ya ofrece a sus clientes en España la posibilidad de reciclar sus viejas tarjetas entregándolas en sus oficinas. Asimismo, cabe destacar que G+D, proveedor también de BBVA, ya suministra al banco tarjetas de pvc 100% reciclado. "Es más sencillo reciclar cuerpos de un solo material que de materiales compuestos", incide Alicia Ramos. Por eso todas las capas del cuerpo de su tarjeta Convego® Recycled están hechas solo de PVC reciclado, procedente de muchas fuentes e industrias: embalajes, imprentas, ventanas o sector automotriz.
La iniciativa, lanzada en España y en el resto de países del grupo, comenzó asociada a la cuenta joven. "La estrategia cambia por país: en España está muy vinculada a las tarjetas Aqua y a algunas empresariales; en Colombia, a clientes de crédito; en Argentina y Estados Unidos se ha migrado todo el portfolio", desgrana.
"El objetivo del banco es que en 2023 el 100% de sus tarjetas sean de PVC reciclado", avanza de Miguel, que reconoce que la materia prima es más cara y el modo de producción, más complejo.
BBVA ya está trabajando por la solución más sostenible posible. En este sentido, Ignacio Bañón, director global de pagos de la entidad, señala que "hemos estudiado diversos materiales para nuestras tarjetas hasta encontrar el material reciclado que produce menores emisiones. Tras varios años de trabajo con nuestro proveedor, hemos seleccionado este material de PVC reciclado, que tiene la misma duración que el PVC normal". "Es preferible a otros materiales ecológicos alternativos que tienen menor duración, lo que implicaría aumentar el número de tarjetas emitidas", asegura.