Así funciona la minería sostenible del zinc y estos son sus retos
El zinc está por todas partes y sus aplicaciones son innumerables: Revestimiento de edificios, producción de aleaciones y baterías para ordenadores. Solo el hierro, el aluminio y el cobre adelantan al zinc en la competición de los metales más usados del mundo. ¿Pero quién se acuerda de este mineral?
El zinc nos rodea. Este mineral se utiliza, sobre todo, para recubrir edificios y estructuras de acero y protegerlos de la corrosión. Ese es el destino del 60 % del zinc mundial, según datos de la Asociación Internacional del Zinc (IZA). También lo encontramos en las pilas corrientes, en las baterías de los ordenadores y en las de algunos cohetes y misiles. E incluso en nuestro propio organismo, colaborando para que el sistema inmunitario funcione y contribuyendo también a la regeneración celular.
La ubicuidad del zinc se debe, sobre todo, a que es un buen jugador de equipo. Fácilmente puede convertirse en planchas e hilos. Conduce bien el calor y la electricidad; y no tiene propiedades magnéticas, lo que, de nuevo, le hace el complemento perfecto de otros metales.
Qué país extrae más zinc en el mundo
El mayor productor mundial de zinc es China. Según recoge la base de datos global World Mining Data, de los 13,2 millones de toneladas que se produjeron en 2019, el 33 % salió del país asiático. Le siguen Perú (10,7 %), Australia (10,2 %), México (6,5 %) y Estados Unidos (5,7 %).
Aunque el ranking de principales productores se mantiene inamovible desde hace años, algunos países han aumentado su importancia recientemente. Es el caso de México y Perú. El país norteamericano ha incrementado su producción en un 2 % en 2020, según el último anuario de la Cámara Minera de México (CAMIMEX). Este buen momento de la minería de zinc en México viene acompañado de la apertura de varios proyectos mineros y de la consolidación de un modelo de minería sostenible basado en el apoyo a las comunidades locales, la protección de la biodiversidad y la reutilización del agua.
En cuanto a Perú, segundo productor mundial de zinc, 2020 supuso un descenso de su producción del 5 %, según datos del Ministerio de Energía y Minas de Perú. Sin embargo, al cierre del primer semestre de 2021, la producción aumentó un 10 % con respecto al mismo periodo del año anterior, un incremento apoyado por la apertura de las fábricas chinas (principal comprador del zinc peruano) tras su cierre durante la pandemia. Al igual que las minas de México, las peruanas no solo vigilan sus métodos de extracción para resultar sostenibles, sino que también plantean un modelo de negocio que fomenta el empleo y la actividad de las comunidades locales y la protección de la biodiversidad autóctona.
España está en el puesto 21 del mundo, con el 0,8 % de la producción. No parece mucho en términos globales, pero a escala europea no queda lejos de Suecia (en el décimo puesto, con el 1,9 %), Portugal (1,2 %) o Irlanda (0,9 %).
La importancia de España como extractor no siempre fue secundaria. A comienzos de este siglo XXI, la cordillera cantábrica contaba con varias minas de zinc, como la de Reocín (Cantabria), que durante casi 150 años fue la más importante del país hasta su cierre en 2003. Hoy la extracción española se concentra en el suroeste, en la llamada Faja pirítica ibérica, una zona muy rica en minerales que nace en Sevilla y se extiende por Huelva y el sur de Portugal.
Extracción: entre la maña y la fuerza
La minería del zinc es diversa, pues este mineral tiene tendencia a juntarse con otros metales, especialmente el cobre y el plomo, lo que provoca que su obtención no sea sencilla. Sin embargo, sí podemos señalar dos procesos que están siendo revisados actualmente con la lupa de la sostenibilidad. Son la extracción de la roca que contiene el zinc y la separación de esa roca y otras sustancias del propio zinc.
Alcanzar la roca de zinc puede hacerse de dos formas. Se puede cavar para buscar el metal en galerías subterráneas. O se puede optar por la voladura a cielo abierto. La eterna lucha entre la maña y la fuerza. En este caso, la opción más sostenible es la explotación interior, pues las minas a cielo abierto generan mayor impacto: más roca estéril que hay que tratar, la destrucción de flora y fauna autóctonas y una alteración visual del entorno difícil de disimular (en las zonas húmedas a veces se inundan los cráteres).
Obtención: fuego o electricidad
El otro proceso en revisión es la obtención. Una vez tenemos la roca de zinc, hay que separar el metal que nos interesa de todo lo demás. Para ello existen nuevamente dos opciones: el sistema pirometalúrgico y el hidrometalúrgico. El primer sistema implica trasladar el concentrado a una fundición, donde se somete al mineral a altas temperaturas para conformar planchas de metal de un 99,9% de zinc. Es un proceso muy contaminante por la generación de gases nocivos y de residuos sólidos, además de que implica mover el concentrado de zinc entre la mina y la fundición.
La alternativa es el sistema hidrometalúrgico. Se parte igualmente del concentrado de zinc, pero en este caso la separación se realiza mediante electrolisis, es decir, se sumerge la sustancia en agua y se aplica electricidad para facilitar la separación. Como resultado también se obtiene una plancha de zinc casi pura. Sin embargo, el proceso hidrometalúrgico es mucho más eficiente que la fundición, pues genera menos residuos, menos gases nocivos y, además, permite realizar todo el proceso en las mismas instalaciones mineras, disminuyendo así la huella de carbono generada durante el transporte.
Sin embargo, la hidrometalurgia se extiende muy poco a poco. ¿Por qué? “En primer lugar, porque son procesos bastante más novedosos”, explica Roberto Martínez, jefe de Recursos Minerales del Instituto Geológico y Minero de España. “En segundo lugar, porque son algo más costosos y hasta hace relativamente poco no había regulaciones específicas sobre este tema. Si los métodos que son más contaminantes no se ven gravados por la legislación, no se van a modificar a no ser que encuentres otros más baratos, que no es el caso”.
El futuro del zinc pasa también por el reciclaje
Además de revisar la extracción y la separación del zinc, la gran apuesta de la minería sostenible es el reciclaje. El zinc es uno de los metales mejor dotados para ello, porque se puede reciclar un número ilimitado de veces, ya que nunca pierde sus propiedades. El 30% del zinc en circulación procede de zinc reciclado, y la intención de las autoridades es que este porcentaje aumente. Y rápido, pues el zinc está en el puesto 23 entre los elementos más abundante de la corteza terrestre, lo que se antoja insuficiente si hablamos del cuarto metal más demandado.
“El zinc es uno de los llamados metales básicos, y la sustitución del zinc por otros materiales en este momento es absolutamente imposible”, explica Martínez, que señala que la clave está en optimizar cómo se consigue este metal y también en impulsar su reciclaje y su recuperación. “El zinc tiene que ser parte de cualquier previsión, porque es imposible pensar ahora mismo en una civilización moderna que no use zinc”.