Pocas toallitas húmedas que dicen ser biodegradables lo son
Tienen una vida útil muy corta, pero su proceso de fabricación impacta en el medioambiente y su reciclaje es complicado. Las toallitas húmedas no pesan, apenas ocupan sitio y creemos que desaparecen por arte de magia, cuando en realidad no son inocuas. La mayoría no son biodegradables.
Durante siglos, los ‘mudlarks’ londinenses se han dedicado a buscar los tesoros que permanecen ocultos en las playas y las orillas del río Támesis. Hasta hace apenas unas décadas, sus principales hallazgos eran piezas de cerámica, monedas antiguas, joyas o restos de armas. Pero, en la actualidad, abundan otro tipo de objetos: aquellos que se convierten en basura después de usarlos una sola vez.
Basta con pasar unos minutos recorriendo las orillas del Támesis para ver cómo las toallitas húmedas están entre los objetos más comunes. En 2022, la ONG Thames21 denunció que una isla de toallitas del tamaño de dos pistas de tenis había llegado a modificar el curso del río. Y un año antes, voluntarios de la misma organización recogieron más de 27.000 toallitas en tan solo dos días.
Casi no ocupan, apenas pesan unos gramos y parecen desaparecer en cuanto las tiramos a la basura o por el váter. Sin embargo, no debemos dejarnos engañar por su tamaño: la vida de las toallitas húmedas no es inocua y tiene un importante impacto en nuestro entorno. Te contamos cómo afectan las toallitas húmedas al medioambiente, las cifras que se esconden detrás de este problema y qué alternativas sostenibles hay a estos productos.
Las toallitas húmedas: un objeto muy común
Las toallitas húmedas están entre los productos de un solo uso más utilizados en todo el mundo. Cada unidad pesa solamente unos siete gramos; aún así, en 2017 se tiraron tantas como para generar 511.000 toneladas de basura solamente en los países de la Unión Europea.
Aunque el impacto medioambiental de estas toallitas se relaciona sobre todo con sus residuos, lo cierto es que empieza mucho antes. Tal y como explican desde Zero Waste Europe, su proceso de fabricación implica el uso de una gran cantidad de materiales, agua y energía y deja tras de sí una importante huella de carbono. Todo para crear un artículo que se usará una sola vez, probablemente durante breves segundos.
Una de las ironías que rodean a estos artículos es que, aunque están pensados para tener una vida útil muy corta, su reciclaje es técnicamente muy difícil y económicamente muy costoso. Esto se debe a los materiales de los que están compuestos y a su método de fabricación.
“La gran mayoría están compuestas de materiales de diversa naturaleza”, explica Emilio Rodríguez Cochón, biólogo especializado en residuos municipales y compostaje y consultor en la empresa de ingeniería ambiental FORESIN. “La base estructural suele estar compuesta de resina o fibra, la cual puede tener su origen en plástico sintético, como el poliéster o el polipropileno, o en fibra vegetal, como la microcelulosa o el algodón, en el mejor de los casos”.
A menudo, las toallitas húmedas son desechadas en los inodoros de las viviendas. Cuando esto sucede, se acumulan en la red de saneamiento de los pueblos y ciudades, ya que la inmensa mayoría no son biodegradables. “Debido a la naturaleza resistente de su composición, no se desintegran totalmente y forman tapones en los conductos, causando problemas de drenaje y obstrucciones en las infraestructuras de saneamiento municipal”, señala Rodríguez.
Cuando no acaban en el medioambiente, estos productos suelen depositarse en vertederos o terminar incinerados, lo que implica un importante desperdicio de recursos y el aumento de la contaminación. El impacto económico es importante: se calcula que sólo la eliminación de desechos como toallitas húmedas, compresas y pañales de las aguas residuales de las plantas de tratamiento cuesta entre 500 y 1.000 millones de euros al año en la UE.
¿Qué hay de verdad y de ‘greenwashing’ en sus etiquetas?
No es raro encontrarse con marcas de toallitas húmedas que anuncian sus productos como ecológicos y biodegradables, y señalan que pueden desecharse en el inodoro. Sin embargo, es necesario conocer la letra pequeña.
“El problema es que muy pocas marcas cumplen con la ISO UNE 149002:2019, que identifica qué productos son o no son biodegradables y desintegrables en las condiciones de los ensayos simulados”, explica Rodríguez. “Además, estas condiciones de ensayo no suelen coincidir con el escenario real de la red de sumideros municipal, pues se realizan en condiciones controladas e ideales. Como consecuencia, esta degradación total no se llega a producir”.
“Por lo tanto, en el caso nada deseable de que el producto termine en el inodoro, recomiendo al consumidor adquirir productos que certifiquen verazmente su degradación en el agua de los sumideros. Así mismo, debe fijarse en que esas denominaciones ‘verdes’ vayan acompañadas de etiquetas o sellos de entidades certificadoras independientes u organismos oficiales”, añade.
A la hora de decidir si utilizar o no este tipo de productos y cómo desecharlos, los consumidores no deben tener en cuenta solamente su potencial de degradación, sino también cómo contaminan las toallitas húmedas a los diferentes ecosistemas debido a sus componentes.
“El componente limpiador de las toallitas es una solución de varios compuestos químicos solubles entre los que podemos encontrar detergentes, agentes quelantes, perfumes e hidratantes para retener el agua en la matriz estructural el mayor tiempo posible”, añade Rodríguez, para explicar que estos componentes químicos pueden contaminar masas de agua como ríos, mares y lagos y alterar las cadenas tróficas de los animales. Además, muchas toallitas se van desintegrando en microplásticos que terminan en todos los niveles de los ecosistemas.
“Por todo ello, las toallitas usadas deben ser depositadas en el contenedor gris de ‘Restos’, según indica el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) del Gobierno de España y otros organismos institucionales, y no a través del inodoro, como muchísima gente piensa”, concluye Rodríguez. “Por otro lado, la Unión Europea ha propuesto recientemente una directiva contra el ‘greenwashing’ empresarial, todavía pendiente de ratificación, que va a dificultar a las compañías realizar un blanqueo ecológico de sus productos. Esto podrá aportar más tranquilidad y confianza al consumidor”.
Alternativas a las toallitas húmedas
Las toallitas húmedas, al igual que muchos otros productos de un solo uso, se han vuelto algo aparentemente imprescindible e irreemplazable para millones de personas. Sin embargo, sustituirlos por otros más sostenibles y reutilizables es más fácil de lo que parece. Actualmente, existen a la venta numerosas toallitas y esponjas reutilizables, aunque lo más sencillo y económico es apostar por lo que ya tenemos, como por ejemplo retales de telas de camisetas y toallas de algodón que se pueden lavar y utilizar una y otra vez. O, simplemente, utilizar agua, jabón y papel.
Entre los beneficios de decir adiós a los productos de un solo uso como las toallitas húmedas están la reducción de la cantidad de basura, el ahorro a nivel personal y también municipal y la reducción de la contaminación ambiental. Y si piensas que una sola toallita más no va a suponer un problema, prueba a dar un giro a tu planteamiento: ¿Cuánto ganaríamos si todos decidiésemos dejar de usarlas a la vez?