Reducir el impacto sobre el suelo y el uso de pesticidas y fertilizantes, aprovechar mejor el agua, proteger la biodiversidad, mitigar la huella de carbono, contribuir al desarrollo local… Conseguir un vino sostenible requiere de una actuación global, desde el crecimiento de la vid hasta la comercialización.
Agricultura Sostenible
BBVA impulsa su compromiso por la innovación y la sostenibilidad en el sector agroalimentario con una oferta de financiación diseñada para facilitar la liquidez de agricultores y ganaderos. De cara a la nueva campaña, el banco adelanta las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) en condiciones preferentes, con un tipo de interés del 0% y ventajas adicionales para sus clientes. Además, impulsa el relevo generacional con soluciones específicas para jóvenes agricultores y pone a su disposición una red de expertos en oficinas especializadas para la tramitación de ayudas y financiación en condiciones ventajosas.
BBVA y la multinacional Yara establecieron una alianza financiera que permitirá a agricultores y ganaderos acceder a fertilizantes con hasta un 60% menos de huella de carbono. Esta iniciativa tiene como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del sector agropecuario y promover prácticas agrícolas más eficientes, responsables y sostenibles.
Existen más de 40 certificaciones de sostenibilidad para el sector vitivinícola pero, más allá del gesto obvio de mirar si hay un sello de vino ecológico o sostenible, el consumidor puede atender a otros detalles de la etiqueta para saber si el producto que ha elegido es respetuoso medioambiental y socialmente.
Los pueblos pequeños que poseen viñedos tienen un 50 % más de habitantes que los que no. Estos datos de la Organización Interprofesional del Vino de España muestran el papel relevante del sector para fijar población y contribuir en el desarrollo rural. El principal desafío es atraer a las nuevas generaciones.
Cada vez hay más etiquetas y certificaciones que intentan aclarar el origen y proceso de cultivo y producción de un vino. Aunque es difícil identificar cuáles son ecológicos, naturales, biodinámicos, veganos y sostenibles, te damos algunas pistas para no equivocarse de botella.
Cultivo, vendimia, vinificación, crianza, embotellado… Las fases para la elaboración del vino no han cambiado a lo largo de la historia, pero la vitivinicultura sostenible sí prioriza aspectos culturales, sociales y medioambientales, además de proteger el suelo y la biodiversidad. Y es que el sector del vino es de los que más sufre los efectos del cambio climático.
Los expertos sostienen que el vino natural es zumo de uva fermentado sin químico alguno en la viña y las bodegas, y respetando los ciclos vegetativos de las cepas. Sin certificaciones ni estándares como el vino ecológico, el natural es – sobre todo– una forma de hacer las cosas que viene de muy lejos.
Es una fuente gastronómica, cultural y también un gran motor económico de gran relevancia mundial. El sector vitivinícola afronta, en la actualidad, desafíos ante el escenario de adaptación al cambio climático mientras surgen grandes oportunidades para hacer su actividad más sostenible. Conoce algunas claves sobre cómo las bodegas pueden iniciar su transición hacia la sostenibilidad.
Son pequeñas, practican la agricultura ecológica, no usan químicos y respetan el entorno. Las bodegas sostenibles optan por la biomasa, por reducir el consumo de agua, usar energías renovables y mantener la fertilidad de las vides. Y apuestan por la distribución de proximidad del vino.
Los fósiles de uva más antiguos encontrados tienen alrededor de 60 millones de años. Y las vides domesticadas, más de 11.000 años. La historia del vino está vinculada a fenicios, romanos, monjes medievales, colonizadores y científicos. Hoy el sector vitivinícola también piensa en sostenibilidad.
El vino ecológico es una opción sostenible que respeta el medioambiente. Sus beneficios van desde la ausencia de químicos hasta un menor impacto ambiental. España se encuentra entre los países con mayor extensión de este producto. El consumo, sin embargo, no es demasiado elevado, aunque crece año a año. Por tanto, el mercado exterior es, por el momento, el principal atractivo.
Colombia tiene un gran potencial en el cultivo de palma de aceite. Así lo demuestra el más reciente análisis sobre la palma de aceite, que hace parte de la serie 'Sembrando el futuro: sector agropecuario' de BBVA Research. En esta entrega analiza la palma de aceite como uno de los principales productos agroindustriales en el país. Según el informe, variables como el precio, el rendimiento de la producción y el mayor consumo, muestran un panorama positivo para este producto en la economía nacional.
BBVA en Colombia presenta un nuevo capítulo de “La Facultad”, cuyo protagonista es el economista principal de BBVA Research, Alejandro Reyes. Con este formato novedoso, el banco explica de forma sencilla conceptos básicos de economía y finanzas. En esta oportunidad, Reyes cuenta qué son los bonos de carbono y para qué sirven.
Un huerto en un jardín de una casa, uno urbano de terraza, balcón o azotea, también huertos verticales dispuestos a lo alto y no a lo ancho... Con luz solar, ventilación y un poco de espacio, el autoconsumo de hortalizas caseras es perfectamente viable.
Los abonos orgánicos son fertilizantes naturales que, a diferencia de los sintéticos, mejoran el suelo de manera sostenible. Fundamentales en la agricultura ecológica, estos abonos apoya la sostenibilidad al nutrir las plantas sin dañar el medioambiente.
Este sistema agrícola pretende regenerar las tierras degradadas y prevenir la pérdida de suelo. ¿Cómo? Sin alterar mecánicamente la tierra, con una cobertura vegetal permanente y rotando los cultivos. Los objetivos son lograr terrenos más sanos y productivos.
Los herbicidas ecológicos se basan en compuestos orgánicos, biodegradables y depredadores de patógenos y plagas. Los herbicidas ecológicos son básicos en la agricultura sostenible y ayudan a sanar el medioambiente con las propias armas de la naturaleza.
CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- aprobó una línea de crédito de 50 millones de dólares para BBVA Colombia con la finalidad de financiar iniciativas de preservación de la biodiversidad que tengan un impacto positivo en los ecosistemas estratégicos, como el uso productivo de la tierra, la producción pecuaria sostenible, la restauración de cuencas y conservación de bosques y la gestión de residuos, entre otros.
La agricultura regenerativa mira al pasado, pero no para volver a la Prehistoria. Este nuevo enfoque agrícola busca restaurar la calidad y fertilidad de los suelos degradados. La fórmula está en reducir la maquinaria pesada, utilizar abonos verdes, mantener cubiertas vegetales y diversificar los sistemas de cultivo.
Los surcos profundos tienen ventajas pero también someten el suelo a un mayor desgaste. La siembra directa reduce ese riesgo con máquinas especiales que depositan semillas sobre terrenos sin preparación previa y cubiertos con rastrojos o restos de la cosecha anterior.
La agricultura intensiva hace uso de parcelas pequeñas, utiliza más mano de obra, energía y maquinaria, requiere mayor inversión y ha tenido un importante impacto en el medioambiente. La extensiva ocupa más terreno y aprovecha mejor los recursos naturales. Hoy, la mayoría de los cultivos están en un punto intermedio.
Los sistemas de riego tradicionales como el surco o el riego por inundación han ido dando paso a la aspersión -que deja caer el agua sobre los cultivos en una suerte de lluvia-, y al goteo -la tecnología más eficiente, puesto que implica aplicar la dosis justa directamente a las raíces de las plantas-. Descubre más sobre los tipos de riego.
Este tipo de tecnología se caracteriza por aumentar la productividad agrícola y fortalecer la resistencia de las plantas a plagas o desastres climáticos. La biotecnología agrícola se proyecta con técnicas de manipulación genética que prometen multiplicar un poder con algunos riesgos.
Esta es la certificación privada más extendida del mundo sobre buenas prácticas agropecuarias. No solo ayuda a mejorar la salud alimentaria, también reduce el impacto en el medioambiente y procura el bienestar de los trabajadores y de los animales en las granjas.
Los cultivos ecológicos u orgánicos ocupan más de 72 millones de hectáreas. Crece su superficie, su cuota de mercado y la conciencia social de que contribuyen a una producción de alimentos más sana para las personas y el planeta.
Desde siempre, la agricultura extensiva ha utilizado muchas hectáreas con poca mano de obra y un reducido uso de productos químicos y maquinaria. Para sacar partido a estos cultivos –la mayoría de secano– se aprovechan todos los recursos naturales. A pesar de su menor huella ambiental, implica cambios en el uso del suelo y limita la biodiversidad.
La agricultura hidropónica es un manera de cultivar que no necesita suelo. Esta es un invento del siglo XX, proyectado al XXI, que puede compensar la falta de tierras agrícolas, contribuir a la seguridad alimentaria y fomentar la producción casera de verduras y hortalizas. Montar un huerto doméstico con estas características no es difícil.
En un colegio, en el barrio, en un pequeño terreno particular o en el balcón. En propiedad o alquilado, en un área rural o en el centro de la ciudad. Los huertos ecológicos son la principal semilla de la agricultura sostenible, aquella que usa abonos orgánicos en lugar de fertilizantes químicos, mejora la fertilidad del suelo, mantiene la calidad del agua y protege la biodiversidad. Una tendencia que no para de crecer.
La agricultura intensiva busca conseguir la mayor cantidad de productos en el menor espacio posible. Para ello, se hace un uso intensivo de la energía, agua, productos fitosanitarios y semillas. Además, utiliza más capital y mano de obra. Ciencia y tecnología trabajan para que este tipo de agricultura saque el máximo partido con el mínimo impacto en el medioambiente.