Agroparc Penedès: 258 hectáreas de producción y filosofía más allá de la economía circular
El proyecto Agroparc Penedès de la empresa familiar Ametller Origen es ilusionante. En la comarca catalana se pondrá en marcha un ecosistema de agricultura, ganadería y agroindustria con energía renovable. Allí los residuos de unos procesos serán la materia prima de otros. El objetivo: evitar 1.400 toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) al año y generar 3.000 puestos de trabajo. Economía circular en estado puro.
Cuando a finales de 2025 el Agroparc Penedès esté funcionando al 70 % –así está previsto–, se habrán cerrado dos círculos: el más evidente es el productivo, ya que el proyecto está concebido como un conglomerado de empresas que integra agricultura, ganadería, agroindustria y generación de energía renovable, y en el que los residuos de unos procesos se convierten en materias primas para otros. El otro círculo es más filosófico, romántico incluso, que hace muchos años comenzó a trazar en su cabeza Josep Ametller.
Para contar adecuadamente qué es el Agroparc Penedès, primero conviene conocer qué hay detrás de su impulsora, la empresa familiar Ametller Origen, fundada por los hermanos Jordi y Josep Ametller, octava generación de una saga de payeses. Josep siempre dice que su crianza entre la huerta, las gallinas y los mercados ambulantes marcó su determinación por controlar todo el proceso, de la azada a la bolsa del consumidor, tan satisfecho con los tomates que le compraba a los Ametller que al día siguiente repetía, repetía, repetía…
Las 20 hectáreas de viñedo que tenía su padre no daban para alimentar las 11 bocas de la masía -padres, cinco hijos y abuelos- así que el joven Josep decidió dedicarse a la huerta en verano y criar gallinas. Fue ahí donde empezó la venta en el mercado ambulante los fines de semana. Pasados los años, el joven Josep se marchó a trabajar a una compañía estadounidense. Le fue bien, pero un día de hace 21 años le propuso a su hermano Jordi, cinco años mayor y que se había quedado al frente de las fincas familiares, montar un puesto en el mercado de Vilafranca del Penedès para vender fruta y verdura de primera calidad. Acababa de nacer Ametller Origen, empresa que actualmente engloba tierra, industria y venta, todo en uno, con más de 3.000 hectáreas propias de cultivo, una fábrica especializada en el procesado de hortalizas y frutas frescas limpias, troceadas y envasadas (productos de IV gama) y alimentos cocinados y envasados listos para su consumo (V gama), entre los que destacan yogures, tortillas, ensaladas o cremas), y una red que ya suma 128 tiendas, todas en Cataluña, 47 de ellas concentradas en Barcelona.
Un proyecto de economía circular
El Agroparc Penedès replica el modelo ampliándolo. “Se trata de un proyecto de economía circular completa, porque sitúa, en un mismo espacio, campos, transformación y distribución”, lo describe Marta Angerri, directora de Financiación Europea y Asuntos Públicos, Sostenibilidad y RSC de Ametller Origen. También porque aprovecha externalidades en teoría negativas, como el agua sobrante de los procesos industriales, que, tras ser depurada, se reutilizará en la parte agraria; o los residuos vegetales, que se convertirán en compost e hidrógeno verde para los camiones de distribución, según explica Angerri.
Acompañan a Ametller Origen en este viaje grandes colaboradores como Veolia, encargada de los sistemas de riego e hidráulicos, y Carburos Metálicos, que transformará los residuos orgánicos en hidrógeno verde. “Esto último será en una segunda fase; aún tardaremos años en tener camiones de hidrógeno verde competitivos”, reconoce Angerri.
Una vía para llegar al Alcance 3
Al Agroparc se sumarán también pequeñas y medianas empresas de cualquier punto del proceso productivo. “Nos encontramos en fase de captación de empresas sostenibles que han mostrado su interés por participar”. Como ejemplo habla de una marca de kombucha que produce este refresco natural, no azucarado, según “una metodología respetuosa con el medioambiente”. Para Ametller Origen, el Agroparc Penedès es la vía para llegar, como compañía, al llamado Alcance 3 o control no solo de las emisiones de CO2 propias sino también de las indirectas, que se generan a lo largo y ancho de la cadena de valor. “Y ya no solo es controlar sino forzar los cambios. Las empresas que vengan aquí a producir habrán de tender a las cero emisiones. El propio proyecto exige hacer las cosas de otra manera”, sostiene la directora de Financiación Europea y Asuntos Públicos, Sostenibilidad y RSC.
El agroparque se instalará en 258 hectáreas situadas entre los municipios de Gelida y Sant Llorenç d’Hortons, en la comarca del Alt Penedès, y en él convivirán frutales, viñas y granjas, 7,5 hectáreas de invernaderos tecnificados y 12 de placas fotovoltaicas, más agroindustria e instalaciones de logística. “Está arquitectónicamente diseñado para que el impacto visual sea mínimo y la relación con el paisaje sea armónica”, expone Angerri. Por ejemplo, la nave logística queda hundida, y los techos de los edificios son de hierba, salvo el de la fábrica, que está forrado de paneles solares. “La idea es que a partir de septiembre de 2023 se esté moviendo tierra, plantando árboles e instalando placas fotovoltaicas”, asegura.
La inversión necesaria, calculada en unos 180 millones de euros, será asumida por Ametller Origen y sus socios, con la financiación de un grupo de bancos. BBVA ha contribuido al impulso de las buenas prácticas sostenibles de Ametller Origen a través de soluciones de financiación con el objetivo de fomentar la transición ecológica.
El proyecto aspira también a los fondos europeos Next Generation, y contempla la participación del Banco Europeo de Inversiones, “que está pensado para este tipo de operaciones de transformación hacia una economía más verde”, comenta.
Con estos mimbres, y más allá de los números, por otra parte espectaculares –primer distrito agroindustrial de energía positiva y CO2 negativo, 1.400 toneladas al año de emisiones evitadas, 400 millones de euros de impacto económico en actividad productiva, 3.000 puestos de trabajo, unos 1.000 de ellos, directos–, el objetivo fundamental es una transformación que active el territorio, dé oportunidades a las personas y minimice los impactos ambientales”.
“Hablemos claro –afirma Angerri–, el actual sistema alimentario es profundamente contaminante: en España, la cadena de valor alimentaria, junto con la movilidad convencional, es la causante del 40 % de las emisiones totales de CO2”. Además de insostenible, es desigual. “En el mundo hay millones de personas pasando hambre y otros tantos derrochando comida”. Este sistema habrá de alimentar a 9.700 millones de seres humanos en el año 2050, en un contexto de cambio climático protagonizado por sequías, inundaciones y demás fenómenos naturales catastróficos, de los que la agricultura es una de las primeras y principales víctimas.
Por oposición, Ametller Origen busca convertirse en demostración práctica de que otra forma de producir alimentos es posible. Referente, ejemplo a seguir, chispa que encienda el cambio, cambio de paradigma en el sistema agroalimentario, piedra de toque de cambio, mancha de aceite extendiéndose..., según las expresiones que va concatenando Angerri a lo largo de la charla.
Ametller Origen alienta la posibilidad de que su agroparque sea el primero de muchos, en distintos territorios, nacionales e internacionales. “Es lo que queremos, pero antes hemos de consolidar nuestro proyecto y probar que funciona”, advierte Angerri. “Si logra demostrar su viabilidad económica, ambiental y social, la capacidad de atracción y de arrastre del Agroparc Penedès será enorme”, vaticina.
Conocimiento abierto a la comunidad
Angerri confiesa la voluntad de su compañía de que el Agroparc sea un foco de atracción, un punto de encuentro de innovación en agricultura tecnificada y sostenible del sur de Europa donde compartir los conocimientos que vaya generando este experimento de fusión entre el agro, la industria y el medioambiente, para que otros actores se animen. El agroparque albergará un centro de formación e investigación del que saldrán, según enfatizan sus impulsores, los técnicos agrícolas del futuro: el Instituto de Agricultura Tecnificada iAGRITECH. Además, estará abierto a la comunidad y los visitantes podrán recoger frutas y verduras directamente de las plantaciones.
“La agricultura, al menos en España, se ha centrado más en la producción masiva que en la calidad, lo que lleva a retornos muy bajos, y a muy poca capacidad de invertir para modernizarse”. A ello se ha sumado, en opinión de Angerri, un planteamiento casi romántico, abonado por un discurso ecologista a su juicio mal entendido, de que conservar los campos “de manera natural”, sin tecnificar, es mejor. “La tecnología ayuda a ahorrar agua y recursos, y a reducir el impacto”, defiende.
Angerri recuerda que, cuando empezaron a trabajar en el Agroparc Penedès, uno de los primeros nombres que le dio Josep fue el de masía del siglo XXI. “La circularidad no es nueva; tradicionalmente, en las masías, se usaba la grasa del cerdo para fabricar jabón. Lo que ocurre es que, con la industrialización, la hemos perdido, y tenemos que recuperarla. No estamos inventando la rueda sino que la estamos poniendo en el centro del debate”, concluye.