¿Afectan los nanoplásticos a la salud de los seres humanos?
Los científicos han certificado la cantidad de nanoplásticos que absorbemos al beber agua embotellada y han probado, por primera vez, cómo afectan estas partículas microscópicas a la salud de los seres vivos. ¿Qué se puede hacer? El primer consejo es reducir la compra de alimentos envasados en plástico, no calentarlos en estos recipientes y lavarse las manos.
Los nanoplásticos pueden encontrarse ya en cualquier lugar de la Tierra. Hay pequeños restos de plástico en lo más alto del Himalaya, en los glaciares y en las profundidades del océano. Su tamaño, microscópico, favorece que se desplacen con facilidad y también que sean absorbidos por la mayoría de los seres vivos. Incluidos, por supuesto, los humanos.
En los últimos años, la presencia de nanoplásticos en los entornos naturales y en los organismos vivos se ha convertido en un motivo de preocupación. Dos estudios publicados en 2024 muestran la magnitud del problema: uno de ellos hace referencia a la cantidad de nanoplásticos que ingerimos cuando bebemos agua embotellada y el otro da pruebas, por primera vez, de que estos influyen negativamente en la salud de los humanos.
¿Qué son los nanoplásticos?
Los nanoplásticos son partículas de plástico muy pequeñas, de un tamaño que oscila entre 1 y 1.000 nanómetros (un nanómetro es una millonésima parte de un milímetro; en otras palabras, un milímetro equivale a un millón de nanómetros). Por el tamaño se diferencian así de los microplásticos, fragmentos de hasta cinco milímetros que sí pueden ser perceptibles por el ojo humano.
Estas pequeñas partículas de plástico se fabrican con este tamaño (por ejemplo, en forma de microperlas utilizadas en algunos cosméticos) o son el resultado de la rotura y la degradación de trozos de plástico más grandes.
Tal y como explican desde el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), la presencia cada vez mayor de microplásticos y nanoplásticos genera una preocupación creciente porque estos pueden persistir en el medioambiente durante siglos. Se calcula que, desde que el mundo empezó a utilizar plástico de forma generalizada en la década de 1950, se han producido más de 8.300 millones de toneladas métricas de este material, de los cuales solo un pequeño porcentaje se ha reciclado. El resto permanece en la tierra o en los océanos, degradándose y dividiéndose en millones y millones de micro y nanoplásticos.
¿Cómo se introducen plásticos en nuestro organismo?
Los seres humanos estamos expuestos a los microplásticos y los nanoplásticos por diferentes vías. La más clara es la ingesta de alimentos y bebidas: los fragmentos diminutos de este material son absorbidos por diferentes organismos, por lo que terminan en la cadena trófica. Además, están presentes en el agua que bebemos. Por otro lado, también hay microplásticos suspendidos en el aire, que pueden ser inhalados, y en productos como cosméticos y tejidos, por lo que pueden introducirse en el organismo por contacto dérmico.
Debido a su diminuto tamaño, la presencia de los nanoplásticos en nuestro entorno y en nuestro organismo es, todavía hoy, difícil de detectar y de cuantificar. Sin embargo, están desarrollándose nuevos procedimientos. Un estudio elaborado a principios de 2024 por investigadores de la Universidad de Columbia utilizó una técnica llamada microscopía de dispersión estimulada Raman para concluir que, de media, en cada litro de agua embotellada se pueden encontrar cerca de 250.000 partículas de plásticos, la gran mayoría nanoplásticos.
Entre los componentes más frecuentes hallados en el agua embotellada están la poliamida, proveniente probablemente de los filtros con los que se depura el agua, y el tereftalato de polietileno (PET), el material del que están hechas las botellas. No obstante, las técnicas actuales no permiten todavía detectar o analizar la totalidad de los componentes presentes en el líquido, por lo que es imposible estudiar en profundidad el impacto de lo que consumimos.
Lo que sí se sabe desde hace años es que estas partículas son tan pequeñas que pueden penetrar en nuestro organismo y asentarse en diferentes órganos.
El impacto de los nanoplásticos en la salud humana
En los últimos años, diferentes estudios han detectado la presencia de nanoplásticos en la sangre de hombres y mujeres, en la placenta de mujeres embarazadas y en la leche de madres que acababan de dar a luz. Los autores de algunas de estas investigaciones indicaban ya que los microplásticos y los nanoplásticos contienen sustancias que actúan como disruptores endocrinos y que pueden tener efectos a largo plazo en la salud.
Entre los ejemplos están el bisfenol A (BPA), un químico sintético muy usado en manufacturas y en los embalajes de los alimentos. De acuerdo con la Agencia Europea de Medioambiente, el BPA está presente en botellas de plástico, biberones, latas de comida o incluso en el revestimiento de las tuberías de agua potable. La exposición a este químico puede afectar a los sistemas reproductivo e inmunitario.
Desde ISGlobal, por otro lado, ponen como ejemplo los ftalatos, compuestos químicos que se utilizan en los plásticos para darles propiedades como la flexibilidad. Algunos estudios epidemiológicos han mostrado una asociación entre la exposición a estos compuestos y la mayor presencia de diabetes, sobrepeso, alergia o asma. Sin embargo, estos estudios no permiten todavía medir las consecuencias de la acumulación de micro y nanoplásticos en el cuerpo humano.
Un estudio publicado en la revista médica New England Journal of Medicine, sí permite por primera vez analizar la relación entre la acumulación de plásticos en el organismo y el empeoramiento de la salud. El estudio, realizado en Italia, detectó que los pacientes con nanoplásticos en sus arterias multiplican por 4,5 los riesgos de sufrir un infarto o un ictus, debido a que la presencia de fragmentos de este material favorece la inflamación.
¿Y cómo podemos evitar este problema? A nivel personal, existen algunas medidas para minimizar nuestra exposición a los plásticos. Desde ISGlobal recomiendan, por ejemplo, reducir la compra de alimentos envasados en plástico, evitar los plásticos de un solo uso, no calentar alimentos y bebidas en recipientes de este material y lavarse las manos con frecuencia y sobre todo antes de comer.