Sherpas en el Himalaya: de "mulas de carga" a dueños de líneas aéreas
Su presencia en las expediciones para escalar montes de más de 8.000 metros es prácticamente obligada para la mayoría de alpinistas de todo el mundo. Se encargan de abrir huella a través de la nieve, colocar las cuerdas fijas para los escaladores, ayudar en la carga de materiales a gran altura, y en general servir de apoyo para la conquista de las grandes montañas.
Son los sherpas, una estirpe de escaladores no siempre correctamente valorada fuera del Himalaya, cuya labor abnegada ha hecho posible algunas de las mayores hazañas de la historia del alpinismo.
En contra de lo que podría pensarse, ser "sherpa" no es una profesión, sino que se trata de una etnia nepalí
En contra de lo que podría pensarse, ser "sherpa" no es una profesión, sino que se trata de una etnia nepalí, cuyos integrantes están tan orgullosos de serlo, que utilizan su origen como apellido. La historia de los sherpas modernos es tan larga, o tan corta, como la del propio Himalayismo.
Hasta los años 60, su principal sustento procedía de las relaciones comerciales con el vecino Tibet. Con el cierre de la frontera, la transformación del modelo económico coincidió en el tiempo con una nueva forma de vida: el turismo hacia las grandes montañas y las expediciones para tocar sus cumbres abrieron un nuevo abanico de posibilidades para estos hombres, muy adaptados a la falta de oxigeno de la vida en altura, capaces de llevar grandes cargas sobre su espalda en condiciones extremas de frío y nieve.
Desde entonces, la historia de los sherpas ha estado ligada a las expediciones, aunque todavía sufren en parte el clasismo de los escaladores. Históricamente, el estilo de organización de las expediciones ha sido heredero de la época colonial, por lo que los sherpas han sido considerados como siervos de los alpinistas occidentales.
Se consideraba habitual que tuvieran que arriesgar su vida a petición de sus clientes, ya fuera por circunstancias excepcionales en la montaña o por simple capricho de sus patrones. Y sus ascensos a cumbres, en general, no se tenían en cuenta a la hora de elaborar los rankings de ochomilistas.
Los sherpas más jóvenes han comprendido que, para estar de igual a igual con sus clientes de Europa, Asia o América tienen que saber tanto o más que ellos
Hoy en día, sin embargo, la situación está cambiando. Atrás quedó la imagen del sherpa atravesando la nieve con unas alpargatas, sustituida hoy por botas de última generación.
Pese a que la mayoría de los sherpas siguen teniendo una barrera importante en el idioma -muy pocos de ellos hablan inglés u otra lengua con fluidez aparte del nepalí-, las nuevas generaciones comienzan a recibir cursos de especialización técnica en alta montaña, y los privilegiados incluso viajan a Europa a formarse en los Alpes italianos o franceses.
Los sherpas más jóvenes han comprendido que, para estar de igual a igual con sus clientes de Europa, Asia o América tienen que saber tanto o más que ellos. Y ya no están tan dispuestos a jugársela en la alta montaña por culpa de un cliente que quiere beberse unas cervezas a 7.000 metros, o por un millonario imprudente que quiera subir un ochomil a toda costa.
Carlos Soria, con casi 40 años de expediciones al Himalaya a sus espaldas, explica cómo han cambiado los sherpas desde su primer viaje a Nepal en los años 70: "Antes no se les valoraba, y aunque aún hay gente que no les trata del todo bien, han mejorado mucho técnicamente, y al menos en mi caso, su opinión y motivación es muy importante para subir a las grandes montañas".
"Están mejor adaptados que nosotros a la altura, y eso les da una ventaja importante. Algunos son mejores que otros, pero creo que lo ideal para ellos sería que regularan su actividad, que crearán una asociación. Eso les ayudaría mucho a mejorar", explica el montañero abulense.
Agencias de trekking y hazañas en ochomiles
Muktu Sherpa, el shirdar -jefe de los sherpas- de la expedición de Carlos Soria al Himalaya, es un ejemplo de la evolución del trabajo de un sherpa. En la última década ha pasado de ser un simple porteador de altura que prácticamente no podía comunicarse con sus clientes, a tener un nivel de inglés que le hace ser una opinión importante dentro de la expedición.
Su hijo Shange continúa con la tradición familiar, pero con mayores recursos en su trabajo: comenzó como ayudante de cocina, pero ya forma parte del equipo de Carlos Soria y cuando hace falta ejerce de intérprete de su padre.
Carlos Soria: "Están mejor adaptados que nosotros a la altura, y eso les da una ventaja importante"
Ejemplos como el de Muktu son cada vez más numerosos. Incluso sherpas de nuevas generaciones se han colocado muy por encima de sus mayores. Entre ellos destaca Mingma Sherpa, la primera y única persona en el mundo que ha coronado los 14 ochomiles del planeta en 14 intentos.
Mingma, después de su hazaña, ha creado su propia empresa de trekking y organización de expediciones, Seven Summit. Otra de las grandes agencias de Nepal, Thamserku Trekking, fue fundada hace años por Sonam Sherpa; hoy en día, Sonam es propietario de varias cadenas de hoteles y dos líneas aéreas.
No obstante, la adaptación a los nuevos tiempos no les ha hecho perder sus tradiciones: los sherpas se encargan de rezar a sus dioses quemando enebro antes de intentar cualquier ascenso a una cumbre, y siguen prefiriendo comer con la mano enormes platos de arroz con dhal -una suerte de lentejas-.
Y, curiosamente, independientemente de su fortaleza o preparación, un nepalí no perteneciente a la etnia sherpa, tendrá difícil trabajar como guía de alta montaña, por no ser parte de la "tribu".
Incluso dentro de los sherpas existen rivalidades: la mayoría de ellos proceden del valle de Solo Khumbu, famoso por servir de acceso al Everest y del valle del Makalu, en las faldas del monte al que da nombre; y raramente se les verá mezclados trabajando juntos en la misma expedición.
En definitiva, atrás quedaron los tiempos en que los sherpas solían recibir graves menosprecios de sus clientes, si éstos no estaban satisfechos con su trabajo. Los salarios que reciben, sin ser muy altos, les permiten vivir entre la población más desahogada de Nepal.
Su única lucha hoy es vencer la cerrazón de algunos alpinistas que les contratan, que siguen considerándoles una etnia inferior que lo mismo debe cargar botellas de oxígeno que hacer de mayordomos. Pero cada vez están más cerca de conseguirlo.