'Sandboxes' regulatorios 'fintech': España, a la vanguardia mundial
Los servicios financieros tecnológicos han dado un importante paso en España con la reciente aprobación de un proyecto para la creación de un ‘sandbox’ de pruebas para supervisar su actividad. España se une así a la vanguardia de los países que cuentan con entornos de pruebas ‘fintech'.
El negocio financiero no deja de cambiar. Los bancos tradicionales abrazan desde hace años iniciativas tecnológicas que van desde el pago ‘contactless’, las ‘apps’ en el móvil, la biometría o la inteligencia artificial para mejorar su actividad, Y muchos de estos cambios disruptivos tienen su origen en el sector ‘fintech’. En tan solo 10 años, la inversión en compañías especializadas en tecnología financiera ha pasado de 9.000 millones de dólares en el mundo a 137.000 millones, según Statista.
La digitalización de las actividades bancarias y financieras, tanto dentro de los bancos como a través de estas nuevas compañías, conlleva mejoras, como la reducción de la brecha en la sub-bancarización. Pero estos avances también requieren un nuevo marco regulatorio o la adaptación del marco existente. Por esta razón, varios países, entre los que se encuentra España, han tomado la iniciativa y han creado o están creando espacios de pruebas para los proveedores de servicios financieros innovadores, sean bancos o firmas tecnológicas, que les permitan experimentar bajo un paraguas seguro. Siempre con la supervisión del regulador financiero, mientras se aclara el marco regulatorio aplicable.
Cumplir las regulaciones y protección de consumidores
El objetivo de estos espacios, conocidos en el mundo financiero como ‘sandbox’, es que sirvan para equilibrar el cumplimiento de las regulaciones y proteger a los consumidores, sin poner barreras en el ritmo innovador de las empresas.
En España, la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Senado ha aprobado recientemente de forma definitiva la ley para la Transformación Digital del sector financiero que incluye el desarrollo del ‘sandbox', cuya puesta en marcha se espera que sea inmediata y que sirva para acelerar la innovación en los servicios financieros, como ha sucedido en otros países. Reino Unido o Hong Kong han sido dos de los pioneros. Pero también en América Latina han trabajado en estos espacios. Brasil o México son algunos de los países que lideran distintas regulaciones y ‘sandboxes' en el mundo ‘fintech’. Junto a ellos hay otras naciones con sus propios planteamientos, como Colombia o Perú. Cada territorio, con sus propuestas y sus ritmos de aprobación, se encamina hacia la introducción es esta novedosa herramienta.
Reino Unido
Desde 2015, cuando la FCA (el organismo regulador financiero británico) lanzó un proyecto de ‘sandbox’ para que las firmas ‘fintech’ de cualquier lugar del mundo pudieran presentar una solicitud para entrar en el programa británico, la posición del gobierno del Reino Unido ha sido hacer del país, y en concreto de la ciudad de Londres, la capital global ‘fintech’.
Como resultado, en poco más de cuatro años, una gran cantidad de negocios de tecnología financiera se han trasladado o se han creado en el Reino Unido. Londres es un polo de atracción de la inversión en empresas y actividades ‘fintech’, que en 2018 alcanzó los 20.700 millones de dólares, lo que representa más de la mitad de la inversión en Europa (37.500 millones de dólares) y aproximadamente el 20% de la inversión global de 111.000 millones, según datos de la consultora KPMG que recoge el gobierno británico en el informe UK Fintech State of the Nation.
Parte del atractivo del Reino Unido, según señala el propio gobierno, es que no cuenta con una regulación estricta y cerrada. Su ‘sandbox’ regulatorio es abierto y colaborativo. De él se hacen partícipes firmas autorizadas, firmas que buscan una autorización y aquellas que cuentan con el respaldo de empresas reguladas. La FCA se ha mostrado como un actor abierto a la innovación y preocupado por el buen funcionamiento de las actividades ‘fintech’. El regulador vigila la privacidad de los datos que se manejan, impide que las firmas que trabajan en el Reino Unido sirvan para blanquear capitales ilícitos y se implica para proteger al consumidor.
Hong Kong
Esta región se ha convertido en uno de los centros ‘fintech’ de Asia. Aunque no cuenta con una regulación específica, desde 2016 está habilitada la Oficina de Facilitación Fintech (FFO en su siglas en inglés) y The Fintech Supervisory Sandbox (FSS), promovida por la Agencia Monetaria de Hong Kong (HKMA, en sus siglas en inglés) para facilitar y desarrollar un ecosistema seguro y que facilite la innovación.
La FSS actúa como plataforma para el intercambio de iniciativas financieras y actividades de divulgación en un ambiente de pruebas, sin que las empresas deban cumplir con todos los requisitos de la HKMA pero siempre bajo su supervisión. Como sucede en Reino Unido, Hong Kong plantea un entorno abierto. En números, las firmas ‘fintech’ instaladas en la región han recibido entre 2010 y 2018 un total de 940 millones de dólares en inversiones, según datos de Accenture recogidos por la HKMA. La influencia de las innovaciones tecnológicas va más allá de las empresas. Desde el año 2017 la Universidad China de Hong Kong ofrece un posgrado en Ingeniería y Programación Fintech y la Universidad Politécnica de Hong Kong ofrece un posgrado en Ciencias Fintech.
América Latina
Los ecosistemas ‘fintech’ en América Latina han crecido para acercar a clientes no bancarizados los beneficios de las nuevas tecnologías y su aplicación en la provisión de servicios financieros. En la región el porcentaje de población adulta con acceso a una cuenta en el sistema financiero es de 54,4%, una cifra menor al promedio mundial (68,5%), según datos del Banco Mundial. Asimismo, la irrupción de estas empresas es dispar en la región, con dos polos muy claros: Brasil y México, y un tercer espacio en crecimiento, Colombia. Entre las tres aglutinan el 75% de las firmas ‘fintech’ y las inversiones e iniciativas de la región, según datos del Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID).
Al mismo tiempo, la regulación también es desigual. México es el país que más ha apostado por la creación de una normativa y desde 2018 cuenta con una Ley Fintech aprobada en el Congreso de los Diputados para regular las actividades financieras digitales. La ley pretende ofrecer un marco jurídico para el desarrollo de empresas tecnológicas que sirva, entre otros objetivos, para que personas no bancarizadas puedan beneficiarse de la revolución digital. La ley regula actividades como el ‘crowdfunding’, los pagos electrónicos y el uso de las criptomonedas, y crea un ‘sandbox’ regulatorio para modelos novedosos. A partir de esta ley las firmas ‘fintech’ han crecido en 2018 un 18%, consolidando su posición en la región.
En cuanto a Colombia, sigue muy de cerca las innovaciones tecnológicas en el escenario financiero y bancario. Desde mayo de 2018 cuenta con InnovaSFC, un espacio creado por la Superintendencia Financiera de Colombia para el estudio de las empresas ‘fintech’ que quieren operar en el país. Consta de tres espacios: ‘hub’,‘sandbox’ y ‘regtech’. Así, las firmas acceden al ‘hub’, una serie de test antes de participar en el ‘sandbox’, que es el espacio a través del cual la Superintendencia facilita a empresas reguladas y no reguladas poner a prueba sus servicios. Tras un tiempo en el ‘sandbox’, el tercer mecanismo ‘regtech’ tiene como objetivo aprovechar los avances que se hayan realizado para que la Superintendencia evalúe posibles cambios para adaptarse a los requerimientos regulatorios.
En Perú la propuesta de ley para regular las actividades ‘fintech’ se encuentra en trámites de debate y aprobación tras ser presentada en junio de 2019. Esta propuesta legislativa propone que el ente rector para establecer un marco sea la Superintendencia del Mercado de Valores del país (SMV). Al igual que la ley mexicana, en Perú hacen hincapié en la financiación colectiva (‘crowdfunding’).
En Argentina, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) creó en 2016 la Mesa de Innovación Financiera, un espacio de trabajo entre firmas ‘fintech’ y otras entidades financieras. Se trata de un espacio que pretende facilitar el diálogo y la innovación entre actores, aunque no es un banco de pruebas.