Tarjeta bancaria para los hijos: ¿a qué edad dársela?
Es posible que pasaran sus ahorros de la hucha a la primera cuenta bancaria infantil hace algunos años, pero una vez llegados a la adolescencia, los hijos empiezan a manejar y controlar un poco más su dinero. En un momento en el que los jóvenes cada vez compran más por Internet, llega esta pregunta para los padres: ¿está preparado para tener su propia tarjeta bancaria?
Un adolescente de 16 años quiere comprar unas entradas para un concierto. Se venden, por supuesto, a través de Internet. Las encuentra, rellena el formulario de compra y cuando llega el momento del pago es necesario el número de una tarjeta bancaria: “papá, ¿me dejas la tuya?”. La situación, seguramente, no es desconocida para los padres de jóvenes que ya empiezan a utilizar habitualmente el dinero para sus propios gastos, controlan su presupuesto...etc. En este punto, muchos se plantean si proporcionarles una tarjeta de débito.
¿Están preparados?
Hay que tener claro que darles acceso al dinero plástico les va a otorgar un mayor poder de uso y control sobre el dinero, por tanto es fundamental que tengan una buena educación financiera previa. Deben saber ahorrar y consumir con inteligencia, saber cómo funciona una cuenta bancaria y haber demostrado que son responsables con sus ingresos y gastos, dicen los expertos.
Como ventajas, es más seguro para ellos llevar una tarjeta que dinero en metálico, tenerla supone un aprendizaje de cara al futuro y les aportará comodidad para sus compras en Internet. Los contras también son conocidos: el descontrol financiero puede ser mayor que con el efectivo, especialmente en el caso de los adolescentes, quienes suelen ser también más propensos a perderla.
Teniendo en cuenta estos puntos, la decisión queda en manos de los padres y la edad adecuada para darles una tarjeta bancaria será, ni más ni menos, aquella en la que sepan que la utilizarán de manera responsable y puedan confiar en ellos, sea a los 15 o a los 18.
Eso sí, en el caso de ser aún menores de edad, son los padres (como representantes legales) quienes pueden abrirles una cuenta corriente y solicitar la tarjeta de débito para jóvenes. Otra alternativa es solicitar una tarjeta prepago asociada a la cuenta de los padres.
Para quedarse tranquilo, las tarjetas prepago
Las tarjetas prepago o “monedero” son aquellas que se pueden recargar con cantidades de dinero para después realizar pequeños pagos con ella. Dicho de otra manera, solo permiten utilizar el dinero previamente ingresado y no todo el de la cuenta a la que están asociadas, ayudando a controlar el gasto.
Este tipo de tarjetas son una alternativa a la tarjeta de crédito o de débito, y su mecanismo es el que las hace especialmente interesantes para las familias que quieren controlar los gastos de sus hijos. Con una tarjeta monedero los padres se aseguran de que siempre dispongan de dinero pero de forma limitada, solo hasta que agoten el importe recargado previamente
¿Y cómo se utilizan? Es sencillo: el usuario decide la cantidad de dinero que va a recargar en la tarjeta y puede hacerlo en la oficina del banco, en un cajero automático o en la propia web de la entidad bancaria. Las tarjetas prepago de BBVA no tienen cuota anual, se pueden recargar todas las veces que se quiera y permiten recibir información cada vez que se realiza un pago con ella.