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¿Sabemos de verdad qué es y cómo funciona una tarjeta de crédito?

En verano es habitual utilizar las tarjetas de crédito para aplazar algunos de los gastos realizados durante las vacaciones. Utilizar el crédito de la tarjeta de un modo responsable nos ayudará a no llevarnos sorpresas de última hora.

fotografia de tarjeta de credito bbva

Los españoles gastaron más de 10.000 millones de euros con tarjetas de crédito en abril de este año, la cifra más alta desde 2010, según datos del Banco de España. La generalización de esta herramienta de pago en nuestro país es abrumadora con 69,35 millones de tarjetas en circulación, de las cuales un 64% son de crédito y el resto de débito. Sin embargo, las deudas en las que incurren muchos de sus usuarios hacen pensar que no siempre se conoce a fondo este producto.

¿Qué es una tarjeta de crédito?

La tarjeta de crédito es un medio de pago que le permite al cliente obtener un dinero, que todavía no se encuentra en su cuenta bancaria, pero del que se supone que dispondrá cuando llegue el momento de devolver la cantidad adelantada. Con las tarjetas de crédito, se pueden realizar pagos u obtener dinero, hasta el límite de crédito fijado, sin necesidad de tener en ese momento fondos en la cuenta bancaria. Se puede elegir pagar todo a final del mes sin intereses o devolverlo en varios plazos con un tipo de interés sobre el saldo dispuesto.

¿Cómo funcionan las tarjetas de crédito?

Cuando se utiliza el crédito de la tarjeta es como si el banco hiciera un pequeño préstamo que hay que devolver. Así que hay que utilizar esta financiación de modo responsable para poder hacer frente a las cuotas. Antes de solicitar este producto, el cliente debe informarse de una serie de aspectos que son fundamentales para gestionarlo correctamente.

En primer lugar, debe analizar sus necesidades para elegir la tarjeta que más le conviene y utilizar el crédito de la tarjeta de un modo responsable. Las tarjetas suelen tener una cuota anual que se especifica en el contrato. Conviene estar al tanto de las comisiones por emisión, renovación y mantenimiento de la tarjeta, además de por la retirada de efectivo y consulta de movimientos en cajeros automáticos.

Otro de los puntos a tener en cuenta es el plazo de devolución, pudiendo  elegir pagar todo a final del mes sin intereses o devolverlo en varios plazos con un tipo de interés sobre el saldo dispuesto. El tipo de interés varía en función de la entidad y puede superar el 20% TAE.

Además, conviene explorar todas las ventajas asociadas a las tarjetas. Algunas modalidades de tarjeta llevan asociados seguros sin coste adicional (por ejemplo de atraco, de accidentes o de asistencia en viaje).

 Una vez que el cliente ya se ha informado de todos estos aspectos y decide solicitar una tarjeta de crédito, el banco analizará su perfil crediticio para comprobar que pueda afrontar la devolución del dinero adelantado. Normalmente, la entidad revisa el historial de pagos y deudas del cliente, su actividad laboral e ingresos y, aunque no es lo habitual, podría pedir una certificación de bienes. La duración de todo el proceso puede llegar a tardar hasta un mes.

¿Qué son las tarjetas?

Ventajas y peligros  

La posibilidad de aplazar el pago de  un gasto hasta el mes siguiente o cuando se haya establecido la fecha de liquidación, es la razón principal para solicitar una tarjeta de este tipo. Muchas de estas tarjetas llevan asociadas una serie de seguros que pueden resultar útiles en caso de robo o extravío, algún problema en un viaje por pérdida o daño del equipaje, cancelaciones, retrasos, etc.

Sin embargo, hay que tener cuidado con este tipo de productos y disponer siempre de los fondos necesarios para saldar la deuda una vez finalice el plazo. En el caso de que no se pueda pagar o se haya sobrepasado el límite pactado con el banco, conviene reaccionar antes de que se ponga en marcha el cobro de los correspondientes intereses y comisiones, que suelen ser mayores que los de los préstamos personales.

Si no se tiene el dinero necesario para afrontar el pago, se puede negociar con la entidad bancaria un reajuste de los plazos para garantizar la devolución de la deuda. En el caso de que no sea posible reintegrar el dinero de una vez, la opción sería estipular el pago de una cuota mensual más pequeña para ir pagando la deuda poco a poco durante unos meses.

Lo ideal para no llegar a esta situación es manejar con responsabilidad y prudencia este tipo de productos, controlando el gasto y no endeudándose en exceso. Es importante ahorrar de manera consistente para tener tranquilidad a la hora de afrontar algún imprevisto.