¿Qué son los fondos cotizados o ETF y qué ventajas tienen?
Los fondos cotizados o ETF, como se conocen por las siglas en inglés de Exchange Traded Funds, son vehículos de inversión colectiva que están a caballo entre los fondos de inversión y las acciones. De los primeros, tienen la ventaja de la diversificación de la cartera; de las segundas, la liquidez de poder comprarse y venderse en bolsa durante la sesión.
La salud financiera futura depende en gran medida de las decisiones que se tomen en el presente. Por este motivo, a la hora de planificar cómo hacer crecer los ahorros, es importante identificar los productos que mejor se adaptan a los objetivos vitales y al perfil de riesgo de cada persona.
¿Qué son los fondos cotizados o ETF?
Los fondos cotizados, como los fondos de inversión indexados, entran dentro de la categoría de instituciones de inversión colectiva de gestión pasiva: se trata de vehículos que replican el índice de referencia de un mercado financiero (el Ibex 35, por ejemplo), de manera que los activos que componen la cartera serán los mismos que aquellos que componen el índice.
Solo entrarán o saldrán valores de la cartera del ETF cuando haya cambios en la composición de ese índice. En los fondos de gestión activa, en contraposición, el gestor decide qué activos forman parte de la cartera en función de las perspectivas que tiene para esos valores, tras un proceso de análisis de cada uno de ellos.
Una de las ventajas de los fondos cotizados es que las comisiones son menores a las de los fondos de gestión activa. Y es precisamente porque la labor del gestor, al limitarse a replicar un índice, aporta menos valor añadido que el que pueda aportar un gestor activo al analizar y elegir los valores en cartera.
Los fondos cotizados, como instituciones de inversión colectiva que son, tienen la ventaja de que la cartera invierte en multitud de valores, lo que aporta diversificación. El riesgo es por tanto menor que, por ejemplo, invertir el mismo capital en una sola compañía en bolsa.
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Liquidez y transparencia
Pero quizá lo más destacable de los fondos cotizados es su liquidez. Como su propio nombre indica, son fondos que “cotizan” en los mercados de valores y se pueden comprar y vender en bolsa como las acciones de las compañías cotizadas.
Con los fondos de inversión tradicionales (incluidos los indexados) no se puede operar así. Sus participaciones se compran y venden a un precio, conocido como valor liquidativo, que se calcula una vez al día, al cierre del mercado. Por tanto, solo se puede operar con ellos una vez al día a ese precio de cierre. Las participaciones de los fondos cotizados se pueden comprar y vender en cualquier momento de la sesión, al precio al que estén cotizando en ese momento. Cada fondo cotizado tiene, además, un especialista de mercado cuya labor es aportar liquidez al fondo para que se pueda realizar la operativa. Por ello, los ETF son más líquidos que los fondos de inversión tradicionales y, por tanto, más flexibles para operar con ellos.
Finalmente, otra característica de los fondos cotizados es su transparencia. Al replicar un índice, el inversor conoce en todo momento la composición de la cartera (que es la misma que la del índice). Además, tiene a su disposición multitud de información que publican las bolsas de valores, incluidos los precios de compra-venta, volumen de negociación o patrimonio, entre otros.
Los fondos cotizados son vehículos que han ganado protagonismo en los últimos años en las carteras de los inversores institucionales, precisamente por todas estas características: menores costes, liquidez, flexibilidad, diversificación y transparencia.