¿Qué son las finanzas conductuales y cómo usarlas para invertir mejor?
El comportamiento de los inversores no siempre es racional. Es más, a menudo la psicología es capaz de explicar mejor las decisiones financieras que las matemáticas o la economía. Las finanzas conductuales estudian precisamente la forma en la que funciona el cerebro humano a la hora de elegir cómo, cuándo y en qué invertir. Conocer los sesgos que intervienen en estas decisiones ayuda a evitar errores que pueden tener un impacto considerable en la salud financiera.
Las finanzas conductuales analizan los efectos de la psicología y los sesgos cognitivos en el ámbito financiero y pueden ser muy útiles para optimizar la gestión del ahorro y las inversiones. De entrada, el concepto puede parecer complejo para cualquier individuo que no esté relacionado con el mundo financiero, pero los ejemplos que utilizan los expertos son, sin duda, muy útiles para aproximarnos a él.
Luis Garvía es profesor de Finanzas y director del máster de Gestión de Riesgos Financieros ICADE en la Universidad de Comillas y recurre a este vídeo para explicar lo que también se conoce con los términos en inglés behavioral finances (finanzas conductuales): “El vídeo reproduce las escaleras de una estación de metro en Ciudad de México. Para que el hecho de subirlas o bajarlas no fuera tan aburrido, las transformaron en teclas de piano y suenan cada vez que se pisa sobre ellas. Es lo mismo que ocurre cuando una persona va a pagar impuestos. El proceso es tan aburrido y la relación con el entorno cuesta tanto que se hace algo muy tedioso que cuesta muchísimo hacer, por eso desde hace ya unos años se ha empezado a relacionar la economía con la psicología”.
Veámoslo con otro ejemplo, que fue un experimento realizado por el neuroeconomista y filósofo italiano Matteo Motterlini con motivo del Festival de la Mente 2008. Resulta que el 80% de los encuestados casi siempre responden que preferirían ganar 5 euros inmediatamente, en lugar de tirar una moneda y, en base al resultado, ganar o no 10 euros. La idea de perder 5 euros nos lleva a no intentar siquiera ganar 10 euros.
Qué es el efecto rebaño
Las finanzas conductuales explican cómo los operadores económicos y los ahorradores a menudo toman decisiones de una manera completamente irracional. Por poner otro ejemplo, la propensión a invertir donde alguien ya ha invertido puede llevar a muchas personas a elegir un producto sobre otro, tal vez solo por la razón de que no quieren estar solos en sus elecciones. Esta propensión, llamada efecto del rebaño, se manifiesta tanto en las burbujas financieras como en los colapsos repentinos del mercado.
Pero hay otros sesgos que intervienen a la hora de tomar decisiones financieras:
- El exceso de confianza. En el ámbito de los mercados financieros, el exceso de confianza es especialmente peligroso en entornos alcistas. Sobrevalorar las propias capacidades es un sesgo conductual también presente en los inversores y que les puede llevar a tomar decisiones ineficientes.
- El sesgo del presente. Si nos ofrecen elegir entre 100 euros hoy o 120 euros dentro de un mes, muy posiblemente una buena parte de nosotros se quede con los 100 euros hoy, a pesar de que, desde el punto de vista lógico lo más acertado sería elegir los 120 euros. Sin embargo, nuestro cerebro tiende a elegir siempre ‘el pájaro en mano’.
- Ilusión de control. Trasladado al ámbito de la inversión, este sesgo cognitivo suele llevar a asumir riesgos superiores a los recomendables basándose en la fortaleza del análisis propio. Es decir, el inversor está repleto de confianza y cree certeras sus decisiones, lo que le lleva a tomar decisiones más arriesgadas.
“Perder la disciplina y tomar decisiones llevadas por nuestras emociones, mirando casi siempre con el retrovisor en vez de con la cabeza firme y la mirada en tu meta de futuro” es, en opinión de Silvia San Bruno, especialista de producto de BBVA Asset Management, el principal factor de fracaso cuando una persona se inicia en el viaje de la inversión.
Finanzas conductuales para un mundo más sostenible
“Los modelos científicos que se habían utilizado históricamente para estudiar sistemas económicos y financieros se basaban fundamentalmente en las matemáticas. Sin embargo, quienes toman las decisiones de inversión o de financiación son humanos con limitaciones cognitivas y emociones. Las finanzas conductuales introducen estos dos grandes aspectos humanos en los nuevos modelos financieros.
Gracias a ello, podemos estudiar, de una forma mucho más aproximada a la realidad, las consecuencias que tendrían diferentes políticas y sistemas financieros en caso de implementarse. Por ejemplo, se ha visto que los seres humanos, en general, estamos dispuestos a perder algún beneficio si con ello se benefician otras personas de grupos con los que empatizamos.
Las finanzas conductuales están estudiando sistemas que potencien estos comportamientos para avanzar en un mundo más sostenible”, explica Irene Comeig, directora del master en Corporate Finance Research+Cashlab del departamento de Finanzas de la Universidad de Valencia y autora del estudio 'Aprender finanzas conductuales experimentando'.
La teoría del autocontrol
Robert J. Shiller fue uno de los ganadores del Premio Nobel de Economía de 2013 y es también uno de los más brillantes autores de la corriente de las finanzas conductuales o del comportamiento, junto con Richard H. Thaler, otro de los galardonados, este en 2017. Hay quienes dicen que un 6 % de los ganadores del Nobel de Economía están especializados en este tipo de finanzas.
Thaler y Hersh Shefrin, este último profesor de la Universidad de Santa Clara (EE. UU), propusieron una teoría económica del autocontrol, que describe fenómenos económicos a partir de la incapacidad de las personas para controlar sus impulsos. Si somos capaces de coger un billete tirado en la acera deberíamos serlo también de resistir el impulso de gastarlo. Es decir, no todo lo que somos capaces de conseguir hay que gastarlo por el hecho de haberlo conseguido. De ahí nace la importancia de ahorrar.
En la reciente crisis financiera causada por la COVID-19 muchos inversionistas entraron en pánico y vendieron las acciones de sus carteras en masa. Sin embargo, gracias a una situación económica más favorable, los mercados se recuperaron. Esto significa que si estos inversionistas hubieran mantenido el autocontrol habrían perdido menos de lo que perdieron.
Así lo explica Fernando Javier Crecente Romero, director de Emprendimiento en la Universidad de Alcalá de Henares y profesor en el departamento de Economía y Dirección de Empresas: “Las finanzas conductuales consideran cómo toman las decisiones los inversores de forma individual, pero también de manera colectiva, dentro de un contexto determinado.
Su importancia radica en que supera el enfoque tradicional de racionalidad y se da un mayor peso a la figura humana del inversor. Ejemplos de esto pueden encontrarse en el precio esperado de las acciones: una ampliación de capital de una empresa generará comportamientos en los inversores que afecten al precio de venta de la acción. También se dan estas situaciones en el caso de las relaciones entre gestores y accionistas: cómo las motivaciones personales de los gestores pueden afectar a las relaciones con los socios, por ejemplo”.
Sin embargo, no olvidemos que, como toda corriente, esta también recibe críticas. Son las de quienes no entienden por qué no se tiene en cuenta que los propios individuos pueden aprender gradualmente de sus errores y, por lo tanto, reconocer instintivamente la aparición de elementos no racionales en sus decisiones. El psicólogo canadiense-estadounidense Albert Bandura fue uno de los fieles defensores de esta corriente.
Algunas recomendaciones para mejorar nuestras decisiones en torno a la inversión
Al mismo tiempo, al igual que hay diversos sesgos y atajos mentales, que nos llevan a tomar decisiones poco acertadas en la inversión, existen herramientas y mecanismos que nos pueden ayudar a aminorarlas.
De hecho, la Comisión Nacional del Mercado de Valores española (CNMV), dada la relevancia de este asunto, ha publicado un guía para entender el proceso decisional en la inversión, definiendo estrategias muy sencillas para mitigar estos sesgos.
Las técnicas de mitigación se pueden clasificar en unas primeras centradas en la formación para adoptar una decisión y otras destinadas a interpretar de manera distinta los elementos que intervienen en el proceso decisional.
La adquisición de una adecuada formación constituye una técnica básica de mitigación de los sesgos a la que ha de unirse la práctica recurrente, la identificación de las situaciones en las que dicha formación debe ser aplicada y la motivación para ello. En el ámbito financiero dicha formación abarca no sólo la adquisición de conocimientos relacionados con este entorno y el entrenamiento en las habilidades necesarias para adoptar decisiones financieras correctas, sino también la toma de conciencia de la existencia de los sesgos cognitivos, los momentos en que tienen mayor incidencia y la manera de obviarlos.
En segundo lugar, existen técnicas destinadas a interpretar de manera distinta los elementos que intervienen en el proceso decisional y que las entidades financieras pueden incorporar a su día a día. Nuria Pesquera, responsable de Behavioral Economics en BBVA, enumera las más importantes:
- Generar alternativas con las que el cliente pueda comparar opciones de forma sencilla.
- Atemperar los efectos del posible exceso de optimismo de los clientes, a través de como análisis premortem, El optimismo es positivo, pero su exceso puede acarrear consecuencias negativas para la inversión al generar expectativas irreales respecto a la misma e impedir visualizar los riesgos que pueda llevar asociados. “Para evitar el exceso de optimismo, podemos ayudar a que el cliente se sitúe en el peor escenario posible y considere que su inversión podría fracasar y las causas por las que puede hacerlo”, explica Pesquera.
- Estandarizar el proceso de decisión y establecer listas de comprobación. Existen distintas opciones:
-
- Plantear preguntas sobre en qué se quiere invertir, por qué se quiere invertir, cómo se quiere invertir, cuánto se desea invertir, cuándo se desea realizar la inversión y por cuánto tiempo incita necesariamente a la reflexión antes de adoptar una decisión y, por tanto, contribuye a aminorar el influjo de los sesgos.
- Recurrir a las listas de comprobación. “Este recurso recoge los pasos mínimos necesarios para realizar una determinada operación, los hace explícitos y evita errores. Se puede concretar en una enumeración de puntos a verificar en forma de preguntas que se relacionan con el producto de inversión objeto de estudio y que ayudarán a dilucidar si se debe comprar o no dicho producto”, añade la responsable de Behavioral Economics de BBVA.
- Adicionalmente, se pueden incorporar referencias sociales validadas (evitar que sea lo que hace un amigo o familiar) para intentar paliar el exceso de confianza y la falta de 'feedback'. En situaciones de incertidumbre, considerar lo que hacen otras personas nos ayuda en la decisión.
“Desde BBVA, en el ámbito digital, estamos trabajando en facilitar el proceso, haciendo que el cliente pueda comparar opciones de forma sencilla, establecer opciones predefinidas, o buscar productos en base a múltiples objetivos de ahorro. De esta manera, se reduce la sobrecarga cognitiva y se muestran sólo opciones relevantes. Un ejemplo de cómo utiliza BBVA las finanzas conductuales para ayudar a sus clientes BBVA Invest, que les guía a la hora de encontrar las mejores opciones para invertir”, concluye Pesquera.