Qué es la estanflación y qué consecuencias tiene para la economía
Un término económico desconocido para el gran público se ha convertido en protagonista de titulares y sobremesas. La estanflación es un fenómeno excepcional que se produce cuando, al mismo tiempo, conviven un estancamiento económico y una subida de precios intensa (inflación elevada). Por tanto, suele darse en condiciones muy particulares, como las que estamos viviendo con el encarecimiento de la energía y las materias primas en la actualidad.
Como su propio nombre sugiere, este concepto económico combina varios fenómenos: tasas de inflación elevadas y persistentes, más el estancamiento de la economía, o peor aún, una recesión. El término lo acuñó el político inglés Iain Macleod en 1965 y fue ampliamente empleado en los años 70 del siglo pasado, durante la crisis del petróleo, cuando los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cortaron el suministro a las naciones de Occidente, originando una espiral inflacionista mundial que se prolongó hasta los años 80.
En algunas ocasiones, la elevada inflación y el bajo, o nulo, crecimiento económico coinciden con que los salarios no crecen o no lo hacen al mismo ritmo que los precios, lo que supone una pérdida de poder adquisitivo (más gasto con el mismo nivel de ingresos). El estancamiento que sufre la economía impide, además, que los ciudadanos recuperen su nivel adquisitivo previo.
“La estanflación es diferente a una recesión”, afirma Massimo Cermelli, profesor e investigador de Deusto Business School. En una recesión, el desempleo es alto, la demanda de productos es débil y el poder adquisitivo de las personas es bajo. “Lo normal es que en una recesión o en un estancamiento de la economía, los precios de los productos bajen, porque la demanda de las familias disminuye”, afirma el experto. En la estanflación, por su parte, se tienen todos los fenómenos anteriores y a ello se añade un componente adicional: un aumento en los precios de los bienes y los servicios.
Existen economistas a los que no les convence el término porque estancamiento refleja la opción menos mala, ese crecimiento cero que a veces se percibe como una zona neutra, ni frío ni calor, cuando de hecho es muy lesivo para el país.
¿Cómo evitar ese riesgo o combatirlo?
Se trata de un escenario complicado, porque si se aplican políticas expansivas para estimular el crecimiento, pueden generar más inflación; y si se aplican políticas contractivas con el objetivo de frenar la escalada de precios, podrían prolongarse la recesión o el estancamiento.
Cada país o región tiene una autoridad monetaria, habitualmente el banco central, que controla la cantidad de dinero en circulación (la oferta monetaria) y el coste del dinero (el tipo de interés de referencia). En general, la política monetaria suele tener como objetivo mantener la inflación en torno a un nivel concreto o dentro de un rango determinado. No obstante, los tipos de interés de una economía, en definitiva, el precio del dinero, tienen también un impacto directo en el crecimiento económico. Se trata de lograr un equilibrio entre ambas variables.
Bancos centrales como la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo (BCE) han aprobado subidas de tipos de interés en los últimos meses precisamente con el objetivo de contener los precios. El ritmo y magnitud de esas subidas, no obstante, tiene que estar modulado para no provocar un efecto perverso sobre el crecimiento.
Algunos expertos señalan que la solución podría darse del lado de la oferta. “Es esencial aumentar la oferta de productos básicos energéticos y alimentarios clave”, dice David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, en un artículo. Los mercados miran hacia adelante, por lo que incluso los meros anuncios sobre la oferta futura ayudarían a reducir los precios y las expectativas inflacionarias. Esto, sin embargo, requiere de tiempo, explican los expertos consultados.