¿Qué es el equilibrio económico y cómo conseguirlo?
Vivir con seguridad financiera y tranquilidad económica es para muchos un sueño inalcanzable. Sin embargo, lograr el equilibrio entre el dinero que entra y sale de un hogar o una empresa es una meta a la que todo el mundo puede aspirar y supone un primer paso fundamental para conseguir una buena salud financiera. Equilibrio económico significa estabilidad e impacta de forma directa en el bienestar y la calidad de vida.
El equilibrio económico, en su definición más técnica, es un estado o condición que se da cuando las fuerzas que impulsan la economía se mantienen estables y no cambian. En esta situación, la oferta y la demanda se igualan.
Equilibrio y seguridad económica
¿Quién no sueña con alcanzar el equilibrio económico? Esa situación ideal que nos permita vivir con tranquilidad y sin que la gestión del dinero suponga una causa de estrés. ¿Se alcanza este estado con un buen trabajo y un sueldo fijo? Sí y no. Si bien es cierto que ambos nos dan seguridad, también lo es que hay que estar preparados para cualquier imprevisto y uno de ellos puede ser el desempleo.
Por este motivo, es importante tener un control del día a día de nuestra economía, conocer bien nuestras fuentes de ingresos y nuestros gastos y conseguir que estos últimos nunca sean mayores que los primeros porque en ese caso, antes o después, la seguridad económica desaparecerá.
En las empresas ocurre lo mismo que en la economía familiar: conseguir el equilibrio económico no es una meta en sí misma, pero sí un buen punto de partida. Este concepto hace referencia al momento en que un negocio se encuentra en ese punto en el que los ingresos que obtiene son iguales a los gastos fijos y a los variables. Es decir, se está vendiendo la cantidad de productos o servicios necesarios para cubrir de forma precisa los gastos.
¿Qué es el equilibrio económico y cómo conseguirlo?
Cuando hablamos de equilibrio económico, la mayoría de las veces nos referimos a equilibrio financiero, aunque la realidad es que este último término suele relacionarse más con las empresas que con las familias. El equilibrio financiero podría definirse como la situación en la que una organización es capaz de hacer frente a todas sus deudas en los plazos acordados, con lo que demuestra que su gestión es eficiente.
Sin embargo, el equilibro financiero también es fundamental a la hora de gestionar la economía doméstica, como explica Mira Fauth-Bühler, neurocientífica y catedrática de psicología económica y neuroeconomía de la Universidad FOM de Ciencias Aplicadas para la Economía y la Gestión en Stuttgart (Alemania), que estudia lo que ocurre en el cerebro de las personas cuando toman decisiones financieras.
Fauth-Büher defiende que podemos enseñar a nuestro cerebro a preferir el ahorro frente al gasto, aunque reconoce que el uso de una tarjetas de crédito puede provocar subidas de dopamina. “Nuestros cerebros no se han desarrollado para tomar decisiones financieras inteligentes”, asegura, por eso es tan importante que eduquemos nuestro comportamiento. Sobre todo, que entendamos bien hasta dónde puede conducirnos un exceso de gasto o un desequilibrio financiero.
¿Cómo se mide el equilibrio financiero de una empresa?
Para calcular el punto de equilibrio la empresa debe determinar tanto los costes fijos como variables, así como establecer el precio de venta del bien o servicio, que debe ser superior a su coste de producción y distribución. Los fijos son aquellos que se producen independientemente del volumen de ventas (arrendamientos, nómina, servicios públicos o pago de seguros). Los variables son los que varían directamente con el volumen de ventas de la empresa. Ejemplo: materias primas, comisiones de vendedores, impuestos, combustible, publicidad, costes de distribución, etc.
El cálculo del punto de equilibrio se puede expresar en unidades (volumen) o en ventas (valor).
El equilibrio financiero contemplarse, además, a ser a corto o a largo plazo. El primer caso analiza la solvencia en un espacio de tiempo reducido (solvencia actual), es decir, se encarga de medir la capacidad de la empresa para atender sus pagos más inmediatos. Es a lo que en muchas ocasiones nos referimos como liquidez. Por otro lado, el equilibrio financiero a largo plazo se fija en la solvencia en un periodo más extenso (solvencia futura), y mide la capacidad de la empresa para atender sus deudas a largo plazo. Es la solvencia a la que nos referimos de forma general.
Hay una serie de prácticas que ayudan a que el equilibrio será una realidad en una empresa
- Revisar el presupuesto del año pasado para que nos sirva de base para estimar los ingresos y gastos del nuevo ejercicio. Esta revisión permitirá cambiar las cosas que no fueron bien y repetir y mejorar las áreas que funcionaron.
- Recurrir a la analítica predictiva para averiguar qué ingresos mensuales percibirá el negocio y evitar exceder el gasto, controlando la inversión en personal, materiales y otras partidas.
- Tratar de convertir, cuando tenga sentido, los costes variables en fijos, puesto que son más sencillos de supervisar. Por ejemplo, en vez de pagar el teléfono por uso, cambiarse a un plan mensual.
- Estimar el aumento en costes fijos que implica la expansión del negocio. El crecimiento de la empresa puede reflejarse en la necesidad de alquilar nuevos locales comerciales, contratar a más empleados o aumentar el espacio de almacenamiento de datos en la nube.
- Tratar de afianzar el equilibrio financiero prediciendo la mayoría de gastos en los que incurrirá la empresa y, como siempre aparecerá alguno inesperado, planificar un fondo de contingencias para cubrir este tipo de costes.
Si nos centramos en la economía doméstica, para empezar a cuidar nuestra salud financiera debemos tener muy presentes varios aspectos:
- Ahorrar para el futuro. Es necesario tomar conciencia de la importancia de comenzar a ahorrar para cumplir metas de corto y mediano plazo y estar preparado para el futuro lejano.
- Planear lo inesperado y lo esperado. A medida que pasa el tiempo se adquieren más responsabilidades para las cuales es necesario anticipar y planificar, con el fin de enfrentar aquellos sucesos de la vida que pasarán en algún momento (alquilar o comprar una vivienda, por ejemplo; pagar los estudios de los hijos; un automóvil nuevo…).
- Orden y disciplina. Son imprescindibles para alcanzar una vida financiera saludable. Se trata de conocer el día a día de los ingresos y los gastos para tomar consciencia de la situación financiera real y poder planear el futuro con mayor comodidad.
- Mantener un nivel adecuado de endeudamiento. Consiste en diseñar una estrategia para controlar las deudas: la recomendación general es que el pago de nuestras deudas no sea superior al 35% de nuestros ingresos. Además, se puede tratar de buscar algunas fuentes de ingresos adicionales.
Jorge Hernando Cuñado es profesor de Economía y Empresa de la Universidad de Nebrija y reconoce que muchos de sus alumnos tienen problemas a la hora de identificar conceptos tan básicos como interés, nómina o impuestos. Eso da una idea de la necesidad de tener una buena educación financiera para poder gestionar nuestra economía. “Es imprescindible que sepamos lo que ingresamos y lo que gastamos al mes y, sobre todo, ser muy conscientes de ello y no vivir por encima de nuestros recursos”, explica.
Planificación para evitar riesgos
Para el experto es imprescindible pensar en el concepto de la jubilación lo antes posible. “En países como Irlanda a los 30 años ya son plenamente conscientes de ello y lo planifican”, apunta. “Ya sea en forma de fondo de pensiones o de ahorros personales, pero hay que tenerlo muy presente y prever lo que nuestro país va a poder hacer por nosotros en el futuro y lo que no”.
Hernando considera que hay que entender algunos conceptos clave para mantener la tranquilidad económica. “Uno de los más importantes es el riesgo. Recuerdo la crisis de 2008 y la falta de conocimiento de muchas personas sobre los riesgos que suponía invertir en acciones. Otro de los conceptos es el del tipo interés (el precio del dinero). Seguimos sin enseñar en la escuela lo que son los impuestos directos e indirectos, los intereses. Tampoco se enseña lo importante que es la diversificación, no poner todos los huevos en la misma cesta y comprender o sospechar qué puede haber detrás de quien nos da demasiado por nuestro dinero. La inversión y el ahorro son otros dos conceptos que hay que tener muy claros para tener una economía saludable”, asegura el profesor de Economía y Empresa.
Visión general del ahorro en el mundo
Según el estudio de Visa “Tendencias del movimiento de dinero en América Latina y el Caribe”, en su edición de 2023, muestra que sólo el 63% de los consumidores está ahorrando de alguna u otra manera, de los cuales nada más el 33% lo hace con cierta regularidad y el 67% restante, ocasionalmente.
En España, según un estudio del Banco de España, "hasta el cierre de 2022, los hogares apenas han recurrido al ahorro extraordinario acumulado durante la pandemia para adquirir bienes y servicios de consumo. El grueso de estos recursos se ha destinado a la inversión financiera; en concreto, a depósitos y a fondos de inversión".
Conseguir el equilibrio económico no es una tarea tan ardua como parece en algunas ocasiones.. Quizá, como dice la neurocientífica Mira Fauth-Bühler, miles de años de evolución no han preparado a nuestro cerebro para preferir el equilibrio en cuestiones como la dieta o el gasto, pero el ser humano también ha demostrado a lo largo de la historia su capacidad de aprender y adquirir nuevos hábitos.