Ocho consejos para ahorrar en la factura de la luz, la calefacción y el agua
Entender los consumos, evitar pérdidas, revisar instalaciones, apagar luces o cambiar hábitos con el uso del agua pueden suponer un importante ahorro en las facturas de servicios esenciales como la electricidad, el gas o el agua. Hacer un uso consciente y eficiente ayuda a mejorar la salud financiera.
Los precios de la energía están disparados en todo el planeta. A los desajustes creados por la pandemia se ha sumado durante el último año el conflicto en Ucrania, que ha tensionado el mercado del gas y el petróleo en Europa y, como consecuencia, en el resto del mundo. Esta subida ha arrastrado a su vez al resto de productos, generando una situación de inflación generalizada.
La situación energética no parece que vaya a mejorar en los próximos meses. Si bien muchos gobiernos están estableciendo medidas correctoras para contener el alza de los precios, lo cierto es que los costes de la luz y la calefacción se han multiplicado respecto al año pasado. Si tomamos como ejemplo el caso de España, de los 20 días con el precio medio de la luz más alto desde 1998, 18 se han registrado en 2022. Los otros dos, en 2021. Para la mayoría de las familias y empresas, todo esto solo se traduce en una cosa: hace falta ahorrar.
Estima tu gasto total anual de calefacción y cuánto puedes ahorrar con siete sencillos hábitos
Al encarecimiento de la energía, le hemos sumado además una situación de sequía persistente en el área del Mediterráneo. Aunque por ahora se descartan grandes cortes de suministro, cada vez más familias se plantean la posibilidad de ahorrar agua, tanto a modo preventivo como por compromiso medioambiental y social. A continuación, exponemos ocho consejos con los ahorrar en la factura de la luz, la calefacción y el agua durante los próximos meses.
Ver esta guía en Instagram
1. Entiende tu consumo y la tarifa contratada
El primer paso para ahorrar es conocer cómo es nuestro consumo y cuáles son los detalles de la tarifa contratada con nuestro proveedor de electricidad y/o gas natural. Los precios pueden variar mucho en función de si estamos en el mercado regulado (en España, el Gobierno actualiza la tarifa diariamente y esta se puede consultar en Red Eléctrica) o en el mercado libre, donde la tarifa será la que hayamos pactado con la compañía comercializadora. También puede haber diferencias entre franjas horarias (las horas punta suelen ser más caras).
Además, la tarifa final de la luz y la calefacción no solo depende de lo que consumamos. En el caso de la electricidad, por ejemplo, es importante tener en cuenta la potencia eléctrica contratada. Cuanto más alta sea, más pagaremos a final de mes. “Mediante un estudio sencillo podemos sumar potencias y en base a ello, contratar el factor de potencia. Este puede contratarse hasta en tres franjas, según la distribuidora, y nos permite que, en cada período del día, nuestro factor se ajuste a lo que consumimos”, explica Javier Martínez Moronta, arquitecto y profesor del máster de gestión ambiental y energética en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
“Al final, lo más recomendable es llamar a la empresa distribuidora para que nos confirmen nuestro plan. Con la factura delante, podemos consultar qué elementos son susceptibles de ajuste o ahorro”, añade. “Ahora mismo todas ofrecen múltiples soluciones de facturación eficiente”. Además, siempre podemos cambiar de comercializadora. Para conocer las diferentes tarifas, podemos utilizar alguno de los comparadores de precios disponibles, como el de la Organización de Consumidores y Usuarios de España (OCU) o el de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
2. Evitar la pérdida de calor
De cara a mejorar el ahorro en calefacción (funcione con electricidad o con algún combustible) lo mejor es empezar por tomar una serie de medidas preventivas. “Es importante que seamos eficientes para no perder la energía que consumimos. Para ello lo más recomendable es revisar el sellado y cierre de nuestras persianas y cortinas, garantizar que los radiadores o elementos calefactores funcionan correctamente y que no tenemos lugares vulnerables por los que perder energía, como cajas de persiana”, explica Martínez Moronta.
Gestos sencillos como cambiar los burletes que ayudan a aislar la puerta de la calle y las ventanas pueden tener un impacto significativo en la factura y, sobre todo, en el confort de los usuarios de la vivienda. Además, recuerda el experto, tampoco hay que olvidar la vestimenta. Usar una bata en invierno o poner un edredón más caliente en la cama reduce la pérdida de calor de nuestro cuerpo y, en consecuencia, la necesidad de contar con fuentes de calor externas.
3. Revisar la caldera y la instalación de calefacción
Otra de las medidas preventivas más importantes es revisar el estado de la caldera (en el caso de que exista) y de la instalación de radiadores y agua caliente. Esto no solo es recomendable por el ahorro, sino también por cuestiones de seguridad. Acciones como limpiar el polvo de los radiadores y asegurarse de que no hay aire en su interior (si son de los de agua), mantenerlos despejados (sin objetos ni cobertores) y asegurarse de que las tuberías que les llevan el agua caliente están en buen estado son gestos muy efectivos a la hora de aumentar la eficiencia de un sistema de calefacción. En caso de que la vivienda sea nueva o se quiera mejorar en cuanto a eficiencia energética, es importante tener en cuenta los diferentes sistemas de calefacción existentes.
4. Los grados del termostato también importan
Es algo que escuchamos a menudo: regular la temperatura con un termostato reduce el gasto energético, ya sea con calor o con aire acondicionado. Pero ¿realmente funciona? “El nivel de consumo se incrementa en cada grado que añadimos o reducimos. En el caso de la calefacción, por ejemplo, el consumo de una caldera puede aumentar entre un 7 % y un 9 % por grado. Una diferencia de 3 grados puede suponer hasta un 20 % de incremento en la facturación final”, señala Martínez Moronta.
Además, el uso de la calefacción deberá ajustarse al uso de la vivienda. “Lo más eficiente es mantener una temperatura constante, pero en función de la actividad. No necesito calentar estancias que no voy a usar durante un tiempo prolongado, del mismo modo que, durante la noche, no necesito una temperatura muy elevada, ya que cuento con mantas y protecciones”, añade el experto. “Al igual que apagamos equipos al irnos de vacaciones, con la temperatura podemos regular el uso de la caldera para que, dentro de la estabilidad, no funcione un número excesivo de horas”.
5. Apagar las luces y usar los electrodomésticos de forma eficiente
El gasto en electricidad supone, al final de mes, una parte importante de la economía doméstica. Aunque es obvio que los precios han subido, existen medidas bastante sencillas que cada usuario puede poner en práctica para reducir el consumo y contener el impacto del alza de los precios. La iluminación es parte importante de este gasto. De acuerdo con el Energy Saving Trust de Reino Unido, apagar las luces cuando no se necesitan puede suponer más de dos euros de ahorro al mes.
Además, los grandes electrodomésticos suponen un consumo importante, desde las neveras o los congeladores, que están siempre enchufados, a lavavajillas o lavadoras, cuyo uso es más puntual, pero consumen mucha más energía. En este sentido, contar con electrodomésticos que dispongan de una calificación energética de bajo consumo genera importantes ahorros. Pero si no se puede acometer el gasto, lo mejor es usar los que ya tenemos de forma eficiente, como poner la lavadora o el lavavajillas solo cuando estén llenos u organizar los alimentos en el frigorífico para optimizar el consumo. La OCU ha publicado una serie de guías para hacer un uso eficiente de electrodomésticos como el frigorífico o la lavadora.
6. Atención al consumo vampiro (pero no solo)
Muchos de los aparatos que tenemos en casa no tienen un gran consumo de electricidad, pero aun así pueden gastar más de lo que deberían. Cuando hablamos del consumo de electricidad que hacen algunos dispositivos cuando pensamos que están apagados, pero siguen usando energía, hablamos del consumo vampiro. Es el que hacen, por ejemplo, los televisores suspendidos o en ‘standby’ o los cargadores del móvil enchufados a la toma de corriente, aunque no estén cargando nada.
“Los aparatos que podemos desenchufar como cargadores, lámparas o pequeños equipos tienen un consumo pequeño, pero pueden ahorrarnos entre un 5 % y 8 % de la factura anual”, explica Martínez Moronta. “Además, los equipos potentes como el horno o la secadora representan consumos de más de un kilovatio hora, por lo que es sencillo calcular el ahorro si no los usamos. Pongamos que ponemos la secadora dos veces por semana, el horno tres y el lavavajillas cuatro. Ahí estaríamos hablando de un consumo semanal, solo con estos equipos, de unos 12 euros”.
7. Controlar el gasto del teletrabajo
En los últimos dos años, el perfil de consumo energético de muchos hogares ha cambiado por completo. De pasarse vacías la mayor parte del día, muchas viviendas se han convertido en centros de trabajo en los que las luces, la calefacción y los dispositivos electrónicos están funcionando durante más de ocho horas seguidas. “Para contener el consumo energético mientras trabajamos, la disciplina es importante. El tiempo de teletrabajo no debe exceder el del trabajo presencial. Así, todo lo que necesitemos para teletrabajar lo podremos tener bien gestionado y programado”, añade el profesor de la UNIR.
De acuerdo con el experto, si el trabajo va a estar limitado a una habitación concreta de la vivienda, no es necesario mantener la calefacción encendida en todo el espacio y puede salir más a cuenta contar con un punto de calor individual. “Igualmente la vestimenta ayuda mucho a tener una sensación confortable”, añade. “Trabajar con ropa similar a la que llevaríamos a la oficina nos ayuda a regular nuestra temperatura corporal y no exigir de más al consumo”.
8. Ahorro de agua
El recibo del agua no es el que más ha subido en el último año. Sin embargo, el alza de los precios de la energía y la escasez de agua provocada por las bajas precipitaciones en los últimos meses han tenido también su impacto en esta factura, cuyo coste se prevé pueda incrementarse todavía más en 2023. Ya sea por motivos de ahorro económico o por razones sociales y medioambientales, también existen una serie de medidas para reducir el uso de agua en el hogar.
- Higiene diaria. Una ducha gasta entre dos y cuatro veces menos que llenar la bañera. Cerrar el grifo durante el enjabonado o el cepillado de dientes y reducir el tiempo de las duchas también ayuda a ahorrar en la factura del agua.
- Saneamiento e inodoros. Las cisternas de los inodoros tienen, de media, 10 litros de capacidad. Por eso, contar con cisternas de doble descarga y hacer un uso racional de la misma, procurando no realizar descargas innecesarias (como, por ejemplo, parar tirar papel que podría acabar en la papelera) ayuda a reducir también el consumo.
- Lavar los platos. Usar el lavavajillas supone un ahorro importante de agua. Según la OCU, un lavado completo consume entre 10 y 12 litros. Pero, si no se dispone de este electrodoméstico, para lavar a mano es mejor usar un recipiente o llenar el fregadero. Así se evitará un derroche innecesario de agua.
En definitiva, ahorrar en la factura de la luz, la calefacción y el agua pasa por contratar las tarifas más adecuadas al consumo de cada hogar y hacer un uso consciente y eficiente de los recursos. Pequeñas acciones como ponerse un jersey en lugar de subir la calefacción o esperar a que la lavadora esté llena para ponerla en marcha pueden acabar suponiendo un ahorro importante al final de año.