Fuentes de financiación de una empresa: opciones para impulsar tu negocio
Asegurarse de que una empresa tenga una salud financiera fuerte pasa por darle un empujoncito extra de vez en cuando. La financiación empresarial es un pilar fundamental para el crecimiento y la estabilidad de cualquier negocio y explorar las mejores opciones disponibles puede marcar la diferencia entre estancarse o impulsar a tu empresa hacia el éxito.
Llega un momento en la vida de prácticamente todas las empresas en el que necesitarán recurrir a financiación externa. Más allá de su lanzamiento —ocasión en la que aún no se ha empezado a tener ingresos y, si quien emprende no cuenta con fondos propios, es muy probable que necesite obtener dinero de alguna otra fuente—, cuando la empresa ya funciona existen múltiples situaciones en las que será necesario o al menos una buena idea valorar las distintas opciones de financiación de las que se puede disponer.
En el caso de las pymes españolas, por ejemplo, más de la mitad recurrió a la financiación externa en 2023 para abordar inversiones en muchos casos relacionadas con la digitalización o la sostenibilidad, según el último informe de la Asociación Española de Sociedades de Garantía Recíproca (CESGAR). Entre las pymes exportadoras y las innovadoras, ese porcentaje es todavía más alto (67,9% y 78,9%, respectivamente).
De estos datos se extrae fácilmente una conclusión: si bien en ocasiones la financiación se busca simplemente para sobrevivir; con mucha frecuencia el es objetivo. “Financiar operaciones o inversiones con deuda puede aumentar de forma significativa la adquisición de recursos y aumentar la rentabilidad de empresas y negocios”, explica Joaquim Clara Rahola, profesor de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). Esta financiación, señala el experto, actúa como una palanca que permite a la empresa catapultarse hacia una mayor operativa y margen.
En consecuencia, cuando una empresa decide financiarse con deuda para utilizarla en sus operaciones o inversiones, “debe lograr generar un rendimiento que supere el coste de la deuda, donde el retorno o el margen obtenido puede ser mayor que si la empresa operara exclusivamente con capital propio”, añade.
También es conveniente tener en cuenta que la financiación, si es a través de deuda, aumenta el riesgo para las empresas, ya que “esta debe ser retornada a cierto plazo, independientemente de si la empresa genera suficiente ingreso para cubrir pagos de capital e interés”. Hay que tener cuidado, por lo tanto, en períodos de bajo rendimiento o de dificultad financiera, ya que “el peso de la deuda dentro de los flujos de tesorería de la empresa puede poner en peligro su viabilidad”, señala el experto.
Otro elemento que es importante no perder de vista cuando se está meditando la cuestión es que recurrir a la financiación externa puede afectar a la valoración de la empresa. “Aunque se aumente el resultado de ejercicio, posibles inversores o cualquier stakeholder que evalúe a la empresa considerará también su ratio de endeudamiento, el porcentaje de deuda respecto a la aportación de capital propio y la capacidad de la empresa para generar valor respecto a financiación”, añade Clara Rahola.
Además, si la problemática de la empresa no está directamente relacionada con su situación económica, sino más bien “con la cultura y habilidades de dirección, organización y planificación, objetivos y estrategia, la eficiencia y procesos en cadena de valor, marketing y ventas, o incluso factores de equipo, la afinidad de trabajadores con la empresa o su satisfacción en salario monetario y emocional”, la financiación posiblemente no sea la solución.
Opciones de financiación para impulsar un negocio
Una vez estudiada la situación, si se decide que la financiación es la mejor opción para darle al negocio ese impulso extra, toca valorar las distintas opciones que existen. En el momento de decidirnos por un modo u otro de financiación, es importante "adecuarla al destino para el que vaya a ser utilizada y mantener una estructura adecuada de capital circulante", señala Marta María Aguilar Alonso, profesora de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. "Es un error muy habitual en las empresas financiar inversiones a largo plazo con financiación a corto, lo que genera una situación de tensión de tesorería importante y puede llegar a peligrar su supervivencia", advierte.
Como ejemplo, explica que, en el caso de inversiones, puede ser buena idea optar por opciones como "préstamos a largo plazo u operaciones de leasing financiero u operativo". Para las operaciones de negocio, "en función de sus periodos medios de maduración", la empresa tendrá necesidades de "acudir a financiación a corto plazo: bien sean pólizas de crédito, confirming para el pago de proveedores, líneas de factoring para poder adelantar cobros de clientes o préstamos para impuestos". Todo ello debe estar siempre "adaptado a su tipo de operaciones y al mercado en el que opere, dado que hay productos específicos si la empresa trabaja a nivel nacional o fuera de España".
Con algo más de detalle, estas son las principales opciones:
Subvenciones. Estas ayudas financieras o recursos proporcionados por entidades gubernamentales, ONG u otras instituciones pueden adoptar distintas formas, como subsidios directos, préstamos a tasas preferenciales, exenciones fiscales o incentivos para la inversión, entre otros, explica Clara Rahola. Para obtenerlas suele ser necesario “cumplir con ciertos requisitos y presentar solicitudes detalladas que expliquen cómo utilizarán los fondos y cómo contribuirán al logro de los objetivos establecidos por los programas de subvenciones”. Además, pueden estar sujetas a condiciones específicas, “como la creación de empleo, el mantenimiento de prácticas de sostenibilidad, o el cumplimiento de estándares de calidad”.
Préstamos. En los préstamos bancarios, “una institución financiera nos abonará el capital objeto de préstamo, y realizaremos devoluciones de capital de forma periódica con un interés añadido a la cuota”. El profesor de la UOC añade que “en general, un préstamo se concederá bajo diferentes condiciones de aval”, que puede ser directo, “donde el avalista se compromete a realizar la devolución del préstamo con su propio capital” o bien por hipotecario, “donde la garantía de pago del préstamo se sitúa sobre un inmueble”.
Leasing financiero. Es una buena opción si lo que se busca es comprar maquinaria u otro inmovilizado sin hacer un desembolso de efectivo inicial significativo. “En lugar de comprar directamente la maquinaria, la empresa arrendataria firma un contrato de leasing con el banco arrendador. Este último adquiere la maquinaria y la arrienda a la empresa por un período específico”, explica Clara Rahola. Al finalizar el contrato, la empresa puede comprar el activo por un precio residual. A la hora de firmar el contrato, si el banco lo concede, es importante tener claro sobre quién recae la responsabilidad de mantenimiento y reparación del activo.
Póliza de crédito. Esta herramienta financiera “proporciona a empresas acceso a fondos de manera flexible y continua, similar a una línea de crédito”. La institución financiera, según la capacidad de crédito del prestatario y su historial, establece un límite máximo para el dinero que se presta . Además de devolver el dinero utilizado, la empresa deberá pagar intereses al banco de forma periódica. Las pólizas de crédito, que son renovables, son “una herramienta valiosa para administrar el flujo de efectivo y satisfacer las necesidades financieras a corto plazo de las empresas”, opina el profesor de la UOC.
Opciones para gestionar la liquidez. A veces es la propia falta de liquidez por retrasos en los pagos la que impide centrarse en darle al negocio ese impulso que necesita. El forfaiting de pagarés, el factoring y el confirming facilitan adelantar cobros de facturas o el pago a proveedores.
Utilizado sobre todo en operaciones de exportación, el forfaiting de pagarés permite a las empresas exportadoras cobrar antes el trabajo realizado (menos una comisión) y eliminar el riesgo de impago, que asumirá el banco.
El factoring, que creció en 2023 un 4,79%, permite también cobrar las facturas pendientes. “Es un proceso financiero mediante el cual una empresa vende sus cuentas por cobrar a una entidad financiera o a un tercero especializado conocido como factor”, explica Clara Rahola. “El uso de factoring puede ser útil para las empresas que necesitan mejorar su flujo de efectivo, se encuentran en tensiones de liquidez, y permite financiar sus operaciones sin tener que esperar a que se paguen las facturas”.
En cuanto al confirming (creció un 7,35% en 2023), “en lugar de centrarse en las cuentas por cobrar, se enfoca en las cuentas por pagar y permite a las empresas extender los plazos de pago a sus proveedores, mejorar su relación con ellos y optimizar su gestión de liquidez”.
Financiación alternativa. Hay tres opciones distintas, explica el experto: “FFF (Friends, Family and Fools, o amigos, familia, e incautos), capital de riesgo, y sistemas de crowdfunding”.
La primera implica “implica obtener capital de personas cercanas, como familiares, amigos íntimos o conocidos dispuestos a invertir en el proyecto”; puede servir tanto como financiación inicial o para impulsar un negocio en sus primeras fases.
El capital riesgo es una forma de financiación “en la que inversores, denominados capitalistas de riesgo, proporcionan fondos a empresas emergentes y de alto potencial a cambio de una participación accionarial en la empresa, se utiliza principalmente en etapas tempranas de desarrollo de la empresa, cuando el riesgo es alto pero también existe un gran potencial de crecimiento y retorno de la inversión”.
Por último, las campañas de microfinanciación pueden ser una buena idea para lanzar nuevos productos, por ejemplo.
A la hora de recurrir a financiación para impulsar un negocio, es importante valorar todas las opciones a nuestro alcance para decidir cuál es la más adecuada a nuestra situación. “Lo mejor sería revisar la situación de la empresa, y su proyección a corto y largo plazo para tomar una estrategia adecuada”, señala Clara Rahola. “Una ratio de deuda del 40% o inferior es lo más usual, dependiendo siempre del sector. Es decir, es aconsejable financiar la empresa con un 60% de capital propio, y un 40% en financiación".