¿Es bueno refinanciar una deuda empresarial? Tipos y soluciones posibles
La financiación es una herramienta clave para las empresas; en muchos casos es su motor. Gracias a ella se crece, se innova, se aumenta la productividad, pero para conseguirlo hay que hacer una gestión eficaz. Cuando hay riesgo de incumplir los pagos comprometidos, la refinanciación puede ser una herramienta para proteger la salud financiera de una compañía.
La financiación, palanca para el desarrollo de una empresa, siempre debe basarse en la búsqueda de las mejores condiciones y también en que su utilización genere un beneficio que permita la devolución del capital solicitado y los intereses acordados sin desequilibrar el balance de la empresa. Cuando se pierde este equilibrio y existe riesgo de no poder hacer frente al compromiso adquirido, la refinanciación puede convertirse en una herramienta muy útil.
¿Cuáles son las bases para afrontar una financiación?
Antes de afrontar cualquier financiación hay que hacer un análisis que cubra los siguientes puntos:
- Cuál es su objetivo.
- Qué ganancias se esperan con esa financiación.
- Capacidad de devolución.
- Plazo de financiación acorde a la naturaleza y amortización contable del bien.
- Tener en cuenta el coste final de la operación
- Hacer este ejercicio en diferentes escenarios, desde el más optimista al pesimista.
¿Qué ventajas ofrece la financiación?
La financiación ofrece diferentes ventajas según sus objetivos:
- Permite financiar el desfase entre pagos e ingresos de las operaciones.
- Consigue efectivo en momentos de tensiones de tesorería.
- Permite aprovechar oportunidades de negocio.
- Ayuda a la ampliación y modernización de la empresa.
¿Cómo saber si existe un problema con la financiación de una empresa?
Cualquier financiación compromete a la empresa a devolver la cantidad recibida (capital) y pagar un coste (intereses). Siempre que los beneficios generados por esa inversión permitan realizar estos pagos, no hay problema. No obstante, puede ocurrir que las condiciones de mercado, previsiones de venta o capacidad de pago de clientes no sean conformes a las hipótesis tenidas en cuenta para la concesión de la financiación. Por ello, es necesario llevar a cabo un seguimiento muy próximo de ventas, mercado y clientes para poder anticipar posibles situaciones adversas y ajustar los planes de pagos a la capacidad real de la empresa.
Es importante anticiparse y conocer fortalezas y debilidades de la empresa con respecto a su deuda, viendo la relación entre lo que se debe (deuda) y el valor de la propia empresa o de los activos (bienes) en los que se invierte.
- Ratio de endeudamiento: Determina qué parte de los activos, de recursos propios de una empresa, se financia mediante deuda. Para calcularlo se divide el endeudamiento total entre el patrimonio neto. Con ello sabremos qué proporción de financiación ajena tiene la empresa y con qué recursos propios cuenta. Si es inferior al 0,4 (40 %), podría indicar de mayor capacidad crediticia para aprovechar oportunidades de negocio; si es superior al 0,6 % (60 %) podría ser señal de un endeudamiento elevado. No obstante, el ratio óptimo puede depender de aspectos como condiciones del mercado, coste de la financiación, o sector donde desarrolla la actividad la empresa. Una variación es hacer lo mismo pero solo con la deuda a largo plazo (lo que se paga a más de un año).
- Ratio de apalancamiento financiero: Es una ratio a la que hay que prestar una enorme atención, ya que calcula la relación que existe entre la deuda y los activos que invierte. El apalancamiento financiero hace referencia al uso del endeudamiento como una estrategia para costear una operación, utilizando como forma de pago un crédito e ingresos propios. Su finalidad es usar mecanismos que permitan incrementar las inversiones. Su fórmula es la siguiente:
De esta fórmula se puede extraer que si el resultado de la operación es mayor a 1 existe capacidad de endeudamiento ya que la deuda podría incrementar la rentabilidad. En caso contrario, si es menor a 1, significa que el costo del dinero prestado hace que su rentabilidad sea menor a la que se tendría si solo se invirtieran ingresos propios.
No existe una forma única de analizar los resultados. Hay sectores que pueden soportar mayor deuda que otros porque tienen ingresos estables a largo plazo y otros que son mucho más inestables. Como regla general son mejores las ratios de endeudamiento más bajas y las de apalancamiento menores que 1. Pero estos datos hay que contrastarlos con otras magnitudes financieras, como son la tesorería existente y la futura, la existencia de problemas de pago, etc.
En muchas ocasiones son las propias condiciones del mercado las que marcan los problemas. Jesús Manuel Campoy, de la Asociación de Asesores de Inversión, Financiación y Peritos Judiciales, señala que “los constantes cambios y acontecimientos políticos y sociales afectan de forma incisiva en los planes estratégicos de las empresas y su viabilidad. La salud económica de las pequeñas y medianas empresas se ve vulnerada en estos tiempos tan convulsos”.
Por ello, Campoy añade, “es tan importante la posibilidad de agrupar y reunificar los créditos a corto y obtener unos plazos de amortización más dilatados, lo que permitirá la reducción de cuota mensual a pagar, siendo conscientes del incremento de intereses (parte negativa de esta estrategia). Esta acción permite ajustar los pagos a la realidad económica actual y mantener en la mayoría de los casos ese equilibrio necesario para el buen funcionamiento de la pyme.”
Condiciones favorables para refinanciar deuda
Si la empresa tiene un riesgo de incumplimiento, actual o potencial, de los pagos comprometidos o comprueba que sus gastos financieros son superiores a los precios de mercado y cree poder conseguir condiciones más favorables, puede refinanciar.
El responsable financiero busca con ello que la empresa tenga suficiente liquidez para hacer frente a los pagos y, si es posible, mejorar las condiciones.
Hay que tener en cuenta que una refinanciación no está exenta de gastos y de incertidumbre, ya que hay que gestionar nuevos contratos de préstamos y las entidades financieras revisarán en este proceso sus condiciones. Se puede hacer con cualquier entidad financiera, aunque hacerlo con la misma con la que se trabaja habitualmente tiene ventajas: conocen el historial crediticio y la evolución del negocio.
En muchas ocasiones basta con modificar los plazos de vencimiento para disminuir la cuota mensual, en otras es necesaria una reestructuración mayor. En todo caso se suelen seguir los siguientes pasos:
- Justificar la necesidad de refinanciación: Mostrando que tras este proceso, el negocio es viable e incluso más rentable.
- No endeudarse más: Es importante que mientras se negocie no se pida más dinero prestado o si es estrictamente necesario, lo conozca la entidad con la que se está negociando.
- Tener un mayor control del pasivo: Además de las deudas financieras, puede existir un problema con las deudas comerciales (conjunto de préstamos y créditos que una empresa tiene en un momento determinado). Hay que procurar que sus pagos no agraven la situación de tesorería y la global de la empresa.
- Analizar muy bien las condiciones: Adecuándolas en tipos de interés y en plazo a las posibilidades de la empresa. Para no tener un incremento de gastos financieros es importante que las cuotas a pagar sean lo suficientemente bajas para asegurar el pago, pero no tan dilatadas que disparen los intereses.
- Liquidar algunas deudas: En muchos casos se amortizan deudas antiguas para convertirla en un préstamo o préstamos nuevos. En estos casos suele ser conveniente dejar un pequeño remanente de tesorería para los gastos más inmediatos.
Con todos estos pasos se llegará a un acuerdo entre las dos partes en los que hay que revisar sus condiciones. Es un proceso que suele ser largo. Por eso es conveniente ser diligente a la hora de aportar documentación. Si durante el proceso de refinanciación se ha originado un impago, es importante acordar términos como una espera para liquidar la deuda cuando se alcance el acuerdo.
También en este proceso se produce una revisión de las garantías, siendo a veces necesario obtener alguna externa.
Otras formas de refinanciarse
Además de la financiación externa, recursos ajenos que tenemos que devolver, se pueden buscar recursos propios permitiendo la entrada de nuevos inversores en el capital de la empresa. Estas aportaciones económicas tienen ventajas pero también desventajas. Uno de los beneficios es que no generan intereses y no requieren la devolución, o al menos no en el corto plazo. Su principal inconveniente es una posible pérdida del control de la empresa, si otra empresa o persona se hace con la mayoría del capital.
Entre estas figuras están los ‘business angels’, inversores privados que se dirigen principalmente a empresas de reciente creación, a compañías con potencial de crecimiento, pero con elevado riesgo. Esta figura entra en el capital de la empresa y no solo aporta dinero, también conocimiento.
En este sentido, pero con empresas de mayor tamaño e incluso más dilatada experiencia, actúan los fondos de capital riesgo que permanecen en el capital de la empresa durante unos años para vender su participación más tarde buscando un beneficio. Estas opciones, aunque crecen, siguen siendo minoritarias y muy vinculadas a nuevas tecnologías. Por eso es tan importante una refinanciación que consiga un equilibro entre los beneficios de los préstamos para hacer crecer un negocio y la capacidad de devolución.