Consejos para comer en un restaurante sin gastar mucho dinero
Darse de vez en cuando un capricho, como disfrutar de un buen restaurante sin tener que fijarse demasiado en lo que cuesta, puede parecer un lujo solo al alcance de los más ricos. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es necesario renunciar a esos planes que nos proporcionan calidad de vida para cuidar nuestra salud financiera. Basta con planificar el presupuesto de la salida con antelación y seguir algunos trucos para reducir el importe final de la cuenta.
Con la inflación que ha provocado la guerra en Ucrania y recién salidos de una pandemia, la prudencia es la actitud predominante entre los consumidores, que en el segundo trimestre de 2023 ahorraron un 20% de su renta disponible frente al 14,7% del mismo periodo de 2022, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Sin embargo, una salida a cenar de vez en cuando no tiene por qué desequilibrar el presupuesto familiar. Aunque es evidente que hay restaurantes que se ajustan más a nuestra economía personal que otros, también lo es que en un mismo sitio se pueden acabar pagando cantidades muy diferentes dependiendo de lo que consumamos y de cuándo lo hagamos.
Amalia Guerrero, experta en finanzas personales y autora del libro ‘En casa las cuentas claras’, propone una serie de recomendaciones para conseguir reducir el importe final de la cuenta y poder así salir más a menudo a comer o cenar fuera o incluso disfrutar de restaurantes que creíamos que no estaban a nuestro alcance:
- Preguntar si hay menú del día. Cuando la salida es a comer y entre semana, en muchos establecimientos ofrecen esta opción que resulta más económica que a la carta e incluye bebida y postre.
- Pedir platos para compartir. Si se va en grupo, en vez de pedir primero, segundo y postre, se pueden pedir varios platos para compartir. "Suele ser bastante más económico y además te permite probar más cosas", señala Guerrero.
- Pedir para llevar lo que no te comas. Hace unos años esto era una rareza, pero hoy en día está más extendido y solo el 24% de los consumidores no pide nunca 'las sobras' para llevárselas a casa, según datos de la Organización Mundial de Consumidores (OCU). Muchos restaurantes disponen ya incluso de embalaje o envases con su logotipo para este fin. Además de arreglarnos una comida o una cena ya de vuelta en casa, con lo que logramos un ahorro, con esta práctica contribuimos a reducir el desperdicio alimentario.
- Prestar atención a ofertas y promociones. Si se tiene flexibilidad para elegir la fecha, es buena idea hacer un seguimiento de las diferentes promociones que tienen algunos restaurantes si se reserva en determinados días de la semana, sobre todo para reservas 'online'. "Hay 'apps' también a través de las que es posible acceder a estas ofertas", apunta Amalia Guerrero.
- Beber agua o no tomar postre. Si se revisa la cuenta de cualquier restaurante, es posible detectar a simple vista un par de elementos que hacen que la cantidad final suba bastante: el postre y el alcohol. Si no se quiere renunciar a esto último, Amalia Guerrero recomienda optar por el "vino de la casa" o cerveza de barril, que suelen ser opciones más baratas. Pedir un cóctel o un combinado después de la comida o cena puede encarecer también mucho la cuenta.
Trucos para darse un capricho sin descuidar las finanzas personales
Además de seguir estos consejos para hacer que la comida o cena salgan más baratas, es importante entender que estas salidas, como cualquier otro gasto, deben hacerse dentro de nuestro presupuesto. Darse de vez en cuando ese u otro capricho contribuye también a la calidad de vida y puede hacerse sin miedo si lo planificamos bien, una costumbre que la mayor parte de la población no tiene.
Según un informe realizado en 2022 por el Observatorio de Ahorro Familiar, solo un 32,5% de los encuestados planifican sus gastos, frente a un 25,6% que revisa los extractos bancarios (es decir, hace un seguimiento a posteriori) y un 41,9% que no hace ni una cosa ni la otra.
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“Mi recomendación es que siempre se tenga un presupuesto, que es una foto de la economía, de los ingresos y los gastos que se tienen. Pero la gente no suele hacer un presupuesto”, coincide Amalia Guerrero. Esa fotografía inicial de la economía permite saber dónde estamos y, a partir de ahí, tomar decisiones que hagan hueco a esa cena en un restaurante. La propia Guerrero da algunos trucos para hacer un buen presupuesto:
- Planificar el mes. El presupuesto nos dice con cuánto dinero contamos para un tiempo (normalmente, un mes), pero es importante también que sea detallado y que se identifiquen distintas partidas de gastos. Cuánto son gastos fijos, cuánto se destinará al ahorro y, por supuesto, cuánto irá al ocio. Además de hacer el presupuesto, es también fundamental ajustarse a él. “Destinas, por ejemplo, 300 euros a ocio. Ahora debes ajustarte a ese presupuesto y elegir en qué lo gastas. Si decides gastarlo todo en una semana, el resto de las semanas tendrás que buscar planes de bajo coste o planes gratuitos”, elabora Guerrero.
- Eliminar o reducir los gastos hormiga. Los gastos hormiga, esos “gastos pequeños que hacemos casi a diario de los que no somos conscientes”, pueden suponen una parte importante del presupuesto mensual, explica la experta. Revisarlos es clave para saber cuánto suponen exactamente y cuánto podríamos ahorrar si los redujésemos o eliminásemos. “Si alguien se toma todos los días dos cafés fuera de casa, podría ver cuánto ahorra si se toma solo uno o si no lo hace todos los días”, ejemplifica Guerrero. El ahorro conseguido tras eliminar o reducir gastos hormiga puede guardarse para esa comida o cena fuera de casa.
- Revisar el presupuesto y ver qué gastos se pueden optimizar. En esa revisión a posteriori que hace el 25,6% de la población se identificarán gastos fijos que en algunas ocasiones se pueden reducir, como por ejemplo el de la factura del teléfono e internet. Otras compañías pueden ofrecer lo mismo por menos (y también se puede ver qué se tiene contratado exactamente, por si hay algo a lo que no se le dé uso). Amalia Guerrero pone también el ejemplo de los seguros. “Si tienes un seguro a todo riesgo para el coche, pero este ya tiene unos seis años, no necesitas ese tipo de cobertura”, explica.
- Eliminar compras por impulso. Un efecto secundario de hacer un presupuesto y ceñirse a él es que desaparecen las compras por impulso. “Tienes un mal día en el trabajo, sales y te compras otro jersey negro”, ejemplifica Guerrero, que apunta que a veces al usar la tarjeta de crédito para pagar usamos un dinero que no tenemos. Esas compras innecesarias y no planeadas muchas veces arruinan el presupuesto del mes. Si no se hacen, hay más sitio para encajar un buen restaurante.
- Recortar en lo que menos gusta. La experta en finanzas personales recomienda hacer esos recortes en lo que menos placer nos aporta. “Si te gusta un café determinado que es algo más caro, puedes seguir comprándolo. En cambio, los productos que te importan menos puedes comprarlos de marca blanca y encontrar ahí un ahorro”, señala.
- Intentar aumentar los ingresos. Por último, Amalia Guerrero propone como medio para conseguir una mejor salud financiera que permita de vez en cuando darse algún homenaje, intentar aumentar los ingresos. Un cambio de trabajo o un aumento de sueldo no son siempre posibles, pero hay otros modos de conseguir ingresos extra, como “vender cosas que no necesitemos o usemos en alguna 'app' de segunda mano”, explica. “El 20% de la ropa nos la ponemos al 80% de las veces. Y eso se puede extrapolar a cualquier cosa”, apunta.
La reflexión final es, por tanto, un giro a la pregunta inicial. ¿Es posible cuidar la salud financiera y disfrutar de un buen restaurante? No solo es posible, sino que solo si tenemos una buena salud financiera podremos disfrutar de ese restaurante sin que eso haga que todo nuestro presupuesto y planificación se tambaleen.