Cómo tomarse un año sabático sin descuidar la salud financiera
Tomarse un año sabático para satisfacer intereses personales tras una etapa de esfuerzo continuado puede parecer un sueño difícil de cumplir. Sin embargo, si se planifica con tiempo y se cuenta con un presupuesto realista, es posible interrumpir la vida laboral o académica durante un periodo de tiempo más o menos largo sin poner en peligro nuestras finanzas personales.
Los motivos para plantearse la conveniencia de disfrutar de un año sabático varían tanto como las personas, pero en la mayoría de los casos el objetivo que se persiga va a determinar la forma en la que debemos planificar ese periodo: desde viajar para aprender otro idioma hasta cultivar una afición creativa o emprender un proyecto de investigación o profesional.
Uno de los primeros pasos a dar antes de decidirse a iniciar un año sabático es realizar un presupuesto realista en el que se deben detallar los ahorros con los que se cuenta, los gastos ordinarios estimados, dependiendo de la actividad a realizar (viaje, curso...), y los potenciales ingresos alternativos a los que aspirar durante este periodo.
Natalia Giordano, profesora de Finanzas Corporativas en el MBA de UNIR, y consultora en finanzas personales, recomienda considerar los siguientes puntos:
- Cuánto se va a gastar. Si el viaje es itinerante (como el de un mochilero) se puede calcular de manera global el gasto mensual por país o zona. Por ejemplo, viajar de manera austera por el sudeste asiático puede costar entre 1.000 y 1.500 euros al mes, mientras que viajar por Australia entre unos 2.200 y 2.500 euros, sin contar los billetes de avión, explica Giordano.
- ¿Tenemos ahorros? Si se tiene previsto el gasto total, es posible planificarlo con anticipación y fijar una cuota de ahorro para llegar a la fecha del viaje con el dinero necesario.
- ¿Y un colchón financiero? Este fondo está reservado para imprevistos. “Ya sea por si en el viaje pasa algo o para el regreso, debemos tener una cantidad de dinero disponible reservada”, explica la experta de UNIR.
- Revisar ofertas de seguros de viaje. Ayuda a cubrir imprevistos, desde gastos médicos y repatriación, hasta pérdidas de vuelos y maletas.
- Respetar el presupuesto. No salirse del presupuesto del viaje. El plan es importante.
- Asegurarse de la obtención de las visas y documentación para ingresar al país destino. Estos trámites, si se realizan en el último momento, son mucho más costosos e incluso a veces no se pueden hacer, llegando a perder el billete de avión o reservas de alojamiento.
En muchas ocasiones, especialmente entre estudiantes que acaban de terminar una etapa académica (bachillerato o universidad), el año sabático se dedica a viajar o vivir en otro país. Una forma excelente de conseguir que la experiencia resulte más asequible en estos casos es aprovechar las posibilidades de la economía colaborativa. Basada en trueques que se realizan a través de plataformas online, permite conseguir servicios a un precio muy inferior al de mercado, aunque en algunas ocasiones puede requerir intercambio de dinero.
El ‘carpooling’ o vehículo compartido, por ejemplo, permite viajar compartiendo gastos de combustible, que es más barato que reservar un autobús, tren o avión. Además, ofrece la posibilidad de conocer a gente. Este aspecto, junto a la intermediación digital, es el pilar de este modelo.
‘Couchsurfing’, por su parte, es una red de usuarios que ofrecen sus hogares para que los viajeros pernocten gratuitamente. Mientras que las plataformas de ‘housesitting’, como Workaway, permiten el alojamiento en casas ajenas a cambio de cuidar de esta y las mascotas que viven en ella, por ejemplo. Ambos modelos ahora requieren el pago de una cuota de afiliación a las páginas webs que gestionan dichas actividades.
No tiene por qué ser un año exacto
“Un año sabático es un tiempo para romper con la rutina y este puede ser, literal, un año o pueden ser incluso tres o cuatro meses”, afirma Meritxell Morera, fundadora y directora de Sabática, una consultora que se dedica a promover programas educativos en el exterior.
En España, este ejercicio es poco recurrente, dicen los expertos de CIS University, una universidad americana con sede en Madrid. “Solemos identificarlo con un año perdido”, agregan. Pero existen otras culturas, como las de los países nórdicos y anglosajones, en las que tomarse un paréntesis o un ‘gap year’, como lo llaman en inglés, es una práctica común y generalmente se hace antes de comenzar la universidad o una vez comenzando el grado.
La edad, comenta Morera, no es ningún inconveniente. “Mientras más joven, mejor, porque se tienen menos compromisos familiares (hijos, pareja) o financieros (una hipoteca, por ejemplo), pero la edad nunca ha sido un freno para tomarse un respiro”, agrega. En todo caso, las ventajas son mucho más que los inconvenientes.
“El voluntariado, la capacitación, el trabajo o el aprendizaje durante un año sabático construyen experiencia de vida”, explican desde Year Out Group, una organización del Reino Unido que se dedica a promover los beneficios del año sabático.
¿Y qué se aprende en un año sabático?
Un año sabático es la oportunidad perfecta para redescubrir gustos, pero también para diseñar un plan y alcanzar próximos objetivos académicos o profesionales. En este periodo, se pueden desarrollar nuevas habilidades que después contribuirán a nuestro desarrollo profesional. “Incluso, solo viajar por el mundo es toda una experiencia que aporta conocimiento”, resalta la directora de Sabática. “Se puede descubrir una habilidad o una pasión por algo que nunca antes habían considerado”.
Otra opción elegida por la gente es estudiar. Ampliar los conocimientos para avanzar en la carrera profesional o aprender una nueva materia suelen ser los objetivos a cumplir durante este tiempo. Para ello, es necesario conocer la cuantía exacta de dicha formación, así como todas las opciones disponibles. Pedir un préstamo educativo para cubrir el pago de esos estudios puede ser una posibilidad, aunque antes de solicitarlo conviene informarse de las condiciones.
Realizar voluntariados o buscar ingresos alternativos
Para aquellos que optan por un año sabático dedicado a viajar por otros países, hacer un voluntariado es una opción que permite vivir experiencias interesantes y colaborar con personas que lo necesitan. Es posible colaborar con organizaciones y comunidades locales para que esa labor puede abordar necesidades reales. Es una forma de ayudar a crear un impacto positivo en el planeta.
Tomarse un año sabático no implica la completa inactividad laboral. Durante un viaje, por ejemplo, se puede optar por empleos por temporadas sin la sujeción a un contrato anual. También se puede considerar hacer trabajos de freelance o de autónomo, sacándole partido a otras cualidades más o menos profesionales. Esto se puede lograr a través de empleos temporales que impliquen pasear perros o entrega de comida a domicilio. Así como también se pueden comercializar creaciones artísticas, como artesanías, fotos o vídeos, para cuya venta internet ofrece un mercado en el que encontrar clientes de forma sencilla y rápida.
Beneficios para los profesionales
Si se es profesional, podría sopesar la posibilidad de pedir una excedencia que permita volver al trabajo tras el año sabático. La excedencia es un tipo de beneficio que permite que el trabajador suspenda su contrato sin perder el puesto, la antigüedad o el salario que percibía hasta retomar dicho empleo, para el que tiene derecho preferente a la hora de reincorporarse. Los requisitos y tipos de excedencias varían en España y en toda América Latina.
En España, ya que solo la excedencia voluntaria permite disfrutar de un año sabático, hay que saber que su duración varía entre 4 meses y 5 años y que el empleado necesita tener un mínimo de un año de antigüedad en este trabajo para solicitarla. En Argentina, por ejemplo, solo existe la licencia por maternidad y otras especiales: por matrimonio, por nacimiento de hijos, por muerte familiar, por donación de sangre y por trámites y citaciones. Mientras que en Perú hay hasta 11 licencias, incluyendo la de adopción y la de lactancia, pero tampoco contempla ningún permiso voluntario. La ley federal de México, por su parte, reconoce el permiso de maternidad y paternidad, así como la ausencia permanente por asistir a comisiones especiales y estatales; pero tampoco menciona la excedencia voluntaria.