Cómo manejar el dinero cuando las finanzas pasan a ser cosa de dos
Las finanzas en pareja pueden llegar a ser un auténtico quebradero de cabeza. ¿Es necesario saber cada uno lo que gana el otro? ¿Conviene tener una cuenta para los gastos comunes o se van afrontando según van apareciendo? Responder a estas preguntas, al principio, puede parecer irrelevante, pero a la larga aclarar estas cuestiones resulta imprescindible para evitar conflictos y cuidar la salud financiera del hogar.
Dos personas que tienen un proyecto de vida en común deben ser completamente transparentes y claras en todos los aspectos de su convivencia, también en los temas relacionados con el dinero. Por eso, conviene aplicar medidas como estas para que el dinero no sea un motivo de discusión.
1. Poner orden
Hacer un presupuesto es siempre el primer paso para ordenar las finanzas. En este caso, si se realiza en pareja hay que cumplir con las mismas normas:
- Procurar que los gastos sean menores que los ingresos
- Gestionar y llevar un seguimiento de las deudas para mantener un nivel adecuado
- Destinar un porcentaje de los ingresos al ahorro y planificarlo en todos los horizontes: a corto, medio y largo plazo (ahorro para la jubilación).
- Tener siempre un fondo de emergencias para imprevistos: con la 'app' de BBVA es posible realizar esta tarea con total comodidad y, además, marcar metas de ahorro.
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2. Repartir tareas… financieras
La vida económica corre paralela a la convivencia del día a día. Igual que se reparten las tareas del hogar, ¿por qué no las financieras? Conviene dejar claras cuestiones como cuánto va a aportar cada miembro de la pareja a la cuenta en común, quién va a estar pendiente de que haya fondos suficientes para afrontar los gastos del día a día, quién se va a encargar de la gestión de las inversiones que se hagan con los fondos de ambos, etc.
Este aspecto es muy importante asentarlo desde el principio para evitar discrepancias y no generar tensiones en la pareja. Un tema importante es establecer cuánto aportará cada uno en el fondo común. Este reparto podría hacerse teniendo en cuenta el nivel salarial de cada uno, con el fin de evitar un endeudamiento innecesario por parte de uno de los miembros de la pareja. Lo más conveniente es sentarse y establecer el porcentaje que sea justo para ambos.
3. Repetir la conversación
Tener una reunión al principio para sentar las bases financieras de la convivencia está muy bien, pero eso no significa que no haya que actualizarlas. El tiempo pasa y es natural que las condiciones vitales cambien y aparezcan nuevos objetivos de ahorro y necesidades. La pareja debería establecer nuevas estrategias y decidir juntos cómo afrontar los cambios financieros que se avecinen e incluso fijar su capacidad de endeudamiento.
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4. Escuchar y empatizar
Cada persona tiene su personalidad a la hora de gestionar el dinero; las hay precavidas, proclives al gasto, ahorradoras, arriesgadas… En el caso de la pareja, es fácil que cada uno tenga su propio comportamiento financiero. Esto no tiene por qué ser un problema si no se “arrastra” al otro, imponiéndole objetivos que, puedan comprometer la estabilidad financiera de la pareja.
Las dos personas deben ser respetuosas y escucharse mutuamente, siendo empáticos y muy conscientes de la situación del otro. Quizá ese viaje a algún país exótico se pueda retrasar a otro momento en el que uno de los dos esté más desahogado económicamente o ese coche nuevo puede tener menos extras. Hablándolo de forma razonable seguro que se encuentran soluciones satisfactorias para ambos.
5. Estar al día
Una vida económica tranquila pasa por tener una buena educación financiera. Estar bien informado es fundamental para tomar las mejores decisiones y si se hace en equipo, puede resultar motivador. Si a la empatía, la escucha y la comprensión de la situación del otro, se le añade la educación financiera, seguro que será mucho más sencillo afrontar todo tipo de imprevistos y cambios sin que, ni la relación ni el bolsillo, se resientan.