Cinco alternativas rentables a la inversión en vivienda
Apostar por el ladrillo es una fórmula muy extendida entre quienes quieren sacar rendimiento a su dinero. Sin embargo, existen otros tipos de inversión que también pueden otorgar rentabilidad y en muchos casos mayor liquidez. Invertir en renta fija o convertirse en accionista de una empresa, directamente o a través de un fondo de inversión, comprar oro o adquirir obras de arte son opciones para diversificar la cartera.
La vivienda es un activo de inversión, pero también de consumo. Por este motivo "la evaluación de su contribución al bienestar de una persona depende tanto de la rentabilidad y liquidez que ofrezca, como de los servicios que se obtengan al vivir en ella", explica Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research. Y no es posible, por lo tanto, compararla fácilmente con otros instrumentos financieros que no se "disfrutan".
Si nos centramos en la vivienda únicamente como un activo de inversión, se pueden señalar algunas desventajas, en opinión de Cardoso:
- No es un activo líquido. Si se necesita cancelar la inversión por alguna emergencia, es poco probable convertir la vivienda inmediatamente en efectivo. Más difícil todavía es vender solo una parte.
- Esa falta de liquidez dificulta la movilidad laboral porque no es fácil dejar atrás una vivienda. Esto tiene consecuencias importantes en los ingresos laborales a largo plazo, ya que obstaculiza el crecimiento de las carreras profesionales, de la productividad y de los salarios.
- Su rentabilidad es procíclica. Si se toma en cuenta que los ingresos laborales de las familias caen cuando aumenta el desempleo, lo que se debería hacer para diversificar riesgo es invertir en activos que compensaran esta reducción. Sin embargo, el valor de la vivienda también se reduce cuando aumenta el paro. La economía puede entrar así en un círculo vicioso donde, ante una caída de los ingresos laborales, las familias tienen que vender su vivienda a precios cada vez más bajos.
- Hay barreras a la entrada. Si no hay vivienda en venta en las zonas donde se están observando mejores rentabilidades, no se puede adquirir el activo.
Sin embargo, concluye el economista jefe para España de BBVA Research, "la gente invierte en vivienda y esto tiene que ver en gran parte con esos servicios que provee la vivienda. Pero también con que es un activo que puede proteger relativamente mejor que algunos activos financieros frente a aumentos de la inflación, aunque esto último depende crucialmente de la ubicación".
Teniendo en cuenta las limitaciones de comprar una vivienda como inversión, a la hora de poner nuestro dinero a trabajar conviene sopesar alternativas que pueden ser tan rentables o más que el ladrillo, y además cuentan con mayor liquidez y menores barreras de acceso.
Renta variable: invertir en acciones
¿Es posible ser propietario de una pequeña (pequeñísima) parte de una compañía? Hay quien piensa que la inversión en bolsa está reservada solo para profesionales o grandes fortunas. Sin embargo, cada vez es más habitual que cualquier persona con algo de dinero ahorrado vaya a los mercados a comprar acciones de empresas o a invertir en emisiones de renta fija.
Según los últimos datos del informe del Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME), a cierre de 2023 los inversores minoristas controlaban el 16,2% de las acciones españolas. Además, según la última encuesta financiera de las familias del Banco de España (2020), un 12,3% de los hogares españoles invertía en Bolsa. Es decir, 2,3 millones de hogares y en torno a 5,8 millones de personas.
Para convertirse en accionista solo hay que acudir al banco o a una agencia o sociedad de valores, abrir una cuenta para operar y decidir, con la asesoría adecuada, en qué empresa se quiere invertir.
Silvia San Bruno, especialista de producto en BBVA Asset Management, recomienda, antes de realizar cualquier inversión, determinar cuál es el perfil de riesgo que se desea asumir. Y para ello usa esta metáfora: “Cuando inviertes inicias un viaje que, por ejemplo, puede ser por mar. Cuando llegas a puerto has alcanzado tu destino, que es el propósito que buscas con tu inversión. Hasta llegar a ese objetivo, las condiciones de navegación pueden cambiar. Lo importante es que cuando se inicia el viaje puedes decidir cuánto va a moverse el barco sin que te quite el sueño, o si viajas por aguas tranquilas o con altibajos, que es en lo que en los mercados se llama riesgo o volatilidad, a cambio de acceder a un puerto más lejano pero que también es más rentable”.
Según el precio de la acción cotice al alza o a la baja, se ganará o perderá dinero cuándo decidamos vender. Pero, además, hay otra manera de beneficiarse de la inversión en bolsa y es cobrando el dividendo, es decir, la parte del beneficio, si lo hubiera, que se reparte periódicamente entre los accionistas. Como el beneficio de la empresa no puede saberse de antemano, y cambia cada año, a este tipo de inversión se le llama “renta variable”.
Renta fija: prestar dinero a cambio de intereses
El otro tipo de inversión más frecuente es la renta fija, que consiste básicamente en prestar nuestro dinero y recibir un interés a cambio. Este tipo de inversión se realiza a través de títulos de deuda que emiten gobiernos o empresas privadas para financiarse. En México, por ejemplo, los títulos de deuda pública más populares son los Certificados de la Tesorería de la Federación (CETES) o Bonos de Desarrollo del Gobierno Federal (Bondes), mientras que en España podemos encontrar las Letras del Tesoro o los Bonos del Estado.
La diferencia principal entre la renta variable, como se conoce a la Bolsa, y la renta fija es que en el primer caso el rendimiento que recibe el inversor dependerá en última instancia de los beneficios obtenidos y de la política de retribución que tenga la compañía en cuestión. En el caso de la renta fija, sin embargo, se conoce de antemano los intereses a recibir periódicamente o en qué plazo acordado en el momento de la compra se puede recuperar el dinero inicial más los intereses pactados.
“En renta fija, los movimientos del mercado son menos acusados que en bolsa, en renta variable. Por tanto, el riesgo es menor. Cuando compras acciones de una compañía te conviertes en su dueño, con todo lo que eso implica. Es lógico que el riesgo, pero también el retorno esperado de esa inversión, sea mayor que cuando simplemente, por ejemplo, se ha comprado un bono emitido para financiar un proyecto”, afirma la experta de BBVA Asset Management.
Otra diferencia entre renta fija y variable es que, aunque las acciones y los bonos cotizan en el mercado una vez emitidos, su precio puede cambiar. Además, los bonos tienen fecha de vencimiento y, si no se vende antes, el inversor recibe en esa fecha el dinero invertido más los intereses. Las acciones no tienen vencimiento.
Fondos de inversión de BBVA
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De cualquier manera, existe otra opción si no se desea invertir directamente en bolsa o en emisiones de renta fija: los fondos de inversión. Cuentan con una gestión profesional y dan acceso a una gran variedad de activos. “Los fondos tienen una ventaja y es que cuentan siempre con una cartera que está muy bien diversificada. Un fondo, sea cual sea, siempre es una opción mejor”, opina San Bruno.
Oro y metales preciosos: refugio ante las turbulencias en los mercados
El oro es un elemento natural que tiene usos diversos en diferentes campos, que van desde la industria (joyería, electrónica, etc.) hasta la propia economía, que toma como referencia ese metal para algunas comparativas.
Lo cierto es que la inversión en metales preciosos es una opción contemplada por muchos, más aún en tiempos de incertidumbre económica. La razón es que tradicionalmente cuando los mercados presentan caídas, las inversiones en este tipo de materias físicas tienden a subir de precio. Por eso se considera una inversión en la que refugiarse mientras existan turbulencias en la bolsa.
Efectivamente, “el oro y los metales preciosos son un activo interesante debido a su escasez y a que actúan como valor refugio, pero no podemos obviar que son activos con una importante volatilidad aptos para aquellos inversores con una elevada tolerancia al riesgo”, advierte Jaime Martínez Tascón, profesor de OBS Business School.
Hay varias formas de destinar el dinero a este metal precioso, empezando por la compra física. Se pueden adquirir monedas o lingotes directamente en establecimientos especializados, tanto tiendas a pie de calle como en internet. En algunas ocasiones, el propio vendedor puede guardarlos con las medidas de seguridad necesarias.
Otra opción es adquirir acciones en bolsa de una compañía minera que se dedique a su extracción o hacerlo a través de algún fondo de inversión que tenga en la cartera este tipo de empresas.
Obras de arte: disfrutar antes de vender
¿Y usar parte del dinero para comprar obras de arte? Es un mercado con muchos interesados y, además, al ser una inversión en bienes tangibles, se disfrutan mientras que se revalorizan.
Se consideran objetos de arte las pinturas, esculturas o antigüedades, joyas, muebles o libros antiguos, pero también hay quién opta por piezas coleccionables como monedas o billetes. Incluso se puede invertir en buenos vinos o coches de época o multitud de artículos más. La principal característica que deben cumplir es que sean objetos exclusivos o escasos, es decir que no haya muchos de ellos.
Para valorar un objeto de arte se suele tener en cuenta la antigüedad, su originalidad o rareza, y, por supuesto, su autoría, pero también lo completa que sea una colección o el cuidado que se haya tenido para conservar las piezas en su estado original.
A la hora de comprar y vender, la vía más habitual son las subastas, aunque existen también compradores que trabajan a título particular, por eso siempre es recomendable acompañarse de un experto de confianza que nos ayude a fijar el valor del objeto, tanto en el momento de la compra como de la venta. Además, recuerda que estos objetos a veces son aceptados como garantía para cierto tipo de operaciones financieras.
Inversión empresarial: apoya un negocio
Otra opción puede ser montar un negocio o confiar en el éxito de una idea empresarial. Si se cuenta con dinero disponible para invertir, puede ser una opción a valorar.
Hay diversas vías. La primera es invertir en un negocio propio. Aunque al principio requiere de mucho esfuerzo y tiempo, de esta manera no existe dependencia de nadie y se administran directamente las ganancias o pérdidas.
Pero también se puede optar por invertir en la compañía de otros. Se pueden comprar partes de una empresa no cotizada en sus primeras etapas (se asume más riesgo), cuando necesitan financiación para su expansión o reestructuración (se denomina inversión en capital riesgo) o decidir una compra en una etapa más madura de la empresa, cuándo es más visible cual está siendo su funcionamiento real.
Es posible convertirse en accionista y participar en la toma de decisiones y exponerse así tanto a los riesgos inherentes a cualquier negocio, como también a los beneficios que se puedan lograr; o quedarse como inversor, esperando simplemente una revalorización de tu participación, pero dejando la gestión y toma de decisiones en manos de otros.