'Bootstrapping' o cómo emprender con recursos limitados
Emprender no significa necesariamente buscar financiación externa. Con ingenio y paciencia, es posible hacerlo usando solo recursos propios como ahorros personales y alcanzar el éxito igualmente.
Antes de darse de alta como autónomos, los más de 3 millones de personas que hay actualmente en España trabajando por cuenta propia posiblemente pensaran bien en las implicaciones de montar su negocio. ¿Tendrían clientes y, por lo tanto, facturación desde el principio?, ¿qué costes puntuales necesitaría la puesta en marcha de su actividad y cuáles serían los costes fijos?, ¿cuánto tardarían en ser rentables?, ¿era compatible emprender con mantener el equilibrio económico y una buena salud financiera?
En esa fase de reflexión y planificación previa, muchos probablemente optaran por un préstamo para afrontar los gastos iniciales; otros, directamente, habrán buscado inversores. Un tercer grupo está formado por personas que, tras hacer las cuentas, decidieron emprender usando solo sus propios recursos. Es decir, optaron por el 'bootstrapping'.
“El 'bootstrapping' es la manera en la que se han hecho todos los negocios toda la vida, lo que pasa es que necesitábamos esta nueva etiqueta porque las empresas de nueva creación y rápido crecimiento ('startups') tradicionalmente han ido a buscar financiación muy pronto”, explica Franc Carreras, profesor de Marketing Digital en Esade. “Entendemos por 'bootstrapping' financiar una empresa con recursos propios. Propios significa los ahorros de los propios fundadores o lo que se gana de los primeros clientes”, aclara. Es decir, empezar sin realizar una gran inversión previa, usando incluso espacios propios “como la casa o el garaje” en vez de invertir en una oficina o en maquinaria.
Comenzar así es inevitablemente más lento, una de las cosas que Carreras opina que es necesario tener en cuenta a la hora de tomar la decisión. Esto, sin embargo, no significa que alcanzar el éxito vaya a ser más complicado que en una 'startup' que desde el principio cuenta con rondas de financiación.
La empresa de gestión de correos electrónicos Mailchimp, por ejemplo, que según Datanyze tiene el 66,56% de la cuota de mercado del email marketing, empezó así. Veinte años después de su fundación en 2011, fue adquirida por 12.000 millones de dólares. Nunca había recibido financiación externa. Carreras cita también el ejemplo de Milanuncios en España, que “se vendió por 100 millones en 2014 sin haber tenido ninguna financiación”.
Aunque la existencia de casos de éxito muy llamativos no quiere decir que el 'bootstrapping' sea siempre recomendable o posible, cuando “no se requiera una inversión inicial elevada” se trata de una opción que hay que valorar. “Si vas a enviar cohetes a Marte, vas a necesitar inversores, pero si quieres hacer un proyecto de 'software', por ejemplo, la inversión inicial es el tiempo, las herramientas de pago por uso y un espacio que puede ser tu casa, por lo que este tipo de negocios pueden llegar al mercado sin necesitar esa financiación externa”, explica Carreras.
También es importante remarcar que el 'bootstrapping' funciona mejor en proyectos de nicho, ya que habrá menos competencia y menos probabilidades de que llegue un rival muy financiado. “En nichos concretos puede haber menos interés por los grandes inversores y mayor oportunidad de crecer”, indica.
Por otra parte, como explicaba recientemente Mario López de Águila, fundador de Agile Entrepreneurship Spain, en su masterclass en Startup Academy, también hay que entender que recibir mucha financiación externa al principio es un arma de doble filo. “Tratar de crecer demasiado rápido, al recibir una fuerte inversión, cuando todavía no es tu mundo, puede suponer un fracaso para la 'startup', ya que el modelo de negocio puede no estar preparado para gestionar esa inversión”, opinia López de Águila.
Es decir, el 'bootstrapping' —o, como lo llama él, 'trampear'— no debería verse como la opción que queda al no conseguir financiación, sino como la mejor forma de empezar muchos negocios.
Tomar esta decisión al comienzo de la actividad emprendedora, además, no significa que uno deba mantenerse siempre cerrado a la posibilidad de contar con inversores.
Para Franc Carreras, es importante saber también que se puede empezar así y, más adelante, tras demostrar viabilidad y beneficios, buscar financiación para crecer, una forma de proceder que tiene también sus ventajas. “Primero, una menor dilución por parte de los fundadores, es decir, los fundadores mantienen un porcentaje más grande del accionariado porque van a buscar dinero más tarde y solo tienen que ceder una parte menor. Y segundo, un mayor control del negocio al tener un mayor porcentaje”, recalca.
Consejos para que el 'bootstrapping' lleve al éxito
Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿qué otros detalles hay que cuidar para convertirse en el próximo Mailchimp o Milanuncios (o simplemente tener éxito sin pensar en vender la empresa)?
“Lo bueno del 'bootstrapping' es que afina el ingenio, y eso se aprovecha”, reflexiona Carreras. Su primer consejo es no ceder a la tentación de quedarse con los beneficios sin aspirar a más, sino “reinvertir lo ganado para volver a crecer” y pensar “a lo grande”. Además, explica que, si se ha seguido la técnica de empezar en un nicho, llega un momento en el que es necesario ampliar y “llegar a otros”, lo que favorece las oportunidades de crecimiento y aumenta las posibilidades de alcanzar el éxito.
Otros consejos son más básicos y evidentes, pero no por ello menos importantes. En The Founder Institute, por ejemplo, recomiendan reducir los costes al mínimo (mejor un espacio de 'coworking' que una oficina, mejor tu casa que un 'coworking'); mantener cuantas más actividades mejor dentro del equipo, externalizando solo en casos imprescindibles; o contar con una vía de ingresos cuanto antes (por ejemplo, a través del lanzamiento de un primer producto), entre otros.
Y, por supuesto, la paciencia. “Evidentemente, es muy rápido llegar al mercado invirtiendo dinero, pero cuando no lo hay, hay que esperar a conseguir resultados para volver a reinvertirlos”, insiste Carreras.
El ejemplo de Mailchimp es muy revelador. Cuando en 2021 la compañía fue adquirida, Ben Chestnut, uno de sus cofundadores, aseguró al 'Financial Times' que había sido casi una sorpresa. Que se había mantenido centrado en su trabajo, cambiando y mejorando pequeñas cosas, y un día levantó la cabeza y “bam, éramos una compañía de 12.000 millones”.
Esa parece ser la clave a la que atribuye su éxito: en múltiples ocasiones dijo que habían recibido ofertas jugosas de inversores, pero que tenían como contrapartida una visión distinta de Mailchimp a la que tenían sus fundadores. Ellos tenían claro su producto y sus clientes (se mantuvieron muy centrados en empresas pequeñas, por ejemplo, dejando las grandes para otros); el crecimiento no podía ser a costa de cambiar su esencia.
Si el objetivo del emprendedor es crecer rápido y vender, esta quizá no sea la mejor opción. Sin embargo, para proyectos pensados más para el largo plazo y en los que la venta es solo una de las posibilidades que aparece en el futuro, el 'bootstrapping' —si es posible— es una buena idea.