Ahorrar es cuestión de método: así funciona la ‘fórmula Greene’
Lanzada hace apenas cuatro años, se ha convertido en una alternativa sencilla para trazar un plan de ahorro a largo plazo. En esencia, la fórmula popularizada por Kimmie Greene permite calcular de una forma personalizada a qué ritmo deben incrementarse los ahorros si se desea aspirar a una jubilación sin sobresaltos.
Hay muchos métodos de ahorro, la mayoría de ellos basados en la planificación, la disciplina y el sentido común. La originalidad de la llamada ‘fórmula Greene’ consiste en que indica de manera muy concreta y pormenorizada cuánto hay que ahorrar y a qué ritmo para asegurarse una vejez confortable dependiendo de la edad del ahorrador y del tiempo que falte para la jubilación.
Aunque la autoría de la idea no está del todo clara, fue Kimmie Greene quien popularizó este método desde el departamento de márketing de Intuit, una compañía estadounidense que se dedica al desarrollo de software contable y financiero.
Cómo funciona la 'fórmula Greene'
La fórmula juega con dos variables básicas: el salario bruto anual y la edad de una persona. Como la mayoría de los expertos en finanzas domésticas, Greene propone empezar a ahorrar lo antes posible. En condiciones ideales, el hábito de gastar menos de lo que se ingresa hay que consolidarlo ya entre los 20 y los 25 años, momento en que la mayoría de los trabajadores obtienen su primer empleo.
El objetivo inicial en esos primeros años consiste en gastar como máximo un 75% del salario bruto anual y ahorrar el 25% restante. A esta cifra se pueden unir aportaciones de la familia o ahorros previos, pero lo más importante en esta etapa de la vida no es la cantidad de dinero acumulada, sino acostumbrarse lo antes posible a ahorrar por sistema una cuarta parte de lo que se gana.
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"El hábito hay que crearlo desde el inicio de la vida laboral", coincide José Antonio Herce, presidente del Foro de Expertos del Instituto BBVA de Pensiones. En su opinión, "la clave está en el ahorro precautorio, es decir, el destinado a dar respuesta a a la incertidumbre sobre los ingresos futuros".
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Las cuatro fases del método de ahorro de Greene
- La primera meta parcial, la piedra angular del método, es llegar a los 30 años habiendo ahorrado el equivalente a un sueldo anual.
- A partir de ahí, hay que adoptar un ritmo de ahorro lo más constante posible, aunque siempre supeditado a las variaciones salariales que se vayan produciendo.
- Cada cinco años hay que ahorrar al menos un salario anual bruto, de manera que:
- A los 35 años, un trabajador debería tener ahorrado el doble de su sueldo anual.
- A los 40 años, se debería contar con unos ahorros equivalentes al triple del salario.
- A los 45 años, los ahorros deberían suponer, al menos, el cuádruple de nuestro sueldo anual
- A los 50 años, el dinero ahorrado por un trabajador debería ascender al salario anual bruto multiplicado por 5.
- Hay que mantener ese ritmo constante hasta llegar a los 65 años, edad aproximada de jubilación, con el equivalente a ocho salarios anuales brutos en el banco.
En el caso concreto de España, una persona que siga la pauta y tenga unos ingresos similares al salario medio interprofesional (situado en 2022 en 24.009 euros), debería llegar a los 50 años con 120.000 euros ahorrados y estaría así en la senda adecuada para alcanzar los 192.000 en el momento de jubilarse, en torno a los 65 años. Es decir, dispondría de una cantidad comparable a lo que podría obtenerse con la venta de una vivienda de propiedad modesta.
Una fórmula precisa y flexible a la vez
Greene afirma que el método es una pauta general que permite un cierto grado de discrecionalidad. Matiza además que no hay que perder de vista ni el objetivo final ni las metas parciales, pero tampoco inquietarse en exceso si se producen años concretos de imprevistos o caídas de ingresos en los que resulta poco menos que imposible mantener el ritmo de ahorro previsto. En opinión de la asesora, en una trayectoria de más de 40 años de estricta disciplina financiera, los contratiempos puntuales tienden a verse compensados con acontecimientos de saldo positivo, como posibles herencias, aumentos de sueldo o cobros de incentivos por rendimiento.
Como norma general, se impone una aplicación hasta cierto punto elástica de la fórmula, intensificando el porcentaje de ahorro en los años buenos para compensar así el impacto de los malos. En última instancia, tal y como indica Greene, quedarse relativamente cerca de los objetivos iniciales, aunque no se cumplan por completo, tampoco resulta un mal balance. Siempre será preferible llegar a la edad de retiro con entre 100.000 y 150.000 euros ahorrados que hacerlo viviendo al día.