Rocambolesc, una heladería con espíritu de altos vuelos
Rocambolesc es una heladería que conjuga el espíritu de los hermanos Roca y una historia que, poco a poco, se ha movido por las calles de Gerona hasta convertirse en otro saber popular.
Hoy, Rocambolesc es una parte indisoluble del espíritu de El Celler; metafóricamente, por supuesto, ya que su ubicación los mantiene alejados, pero su alma y su fin siguen intrínsecamente ligados.
Sin embargo, para entenderlo, debemos retrotraernos a la época en la que Jordi Roca se unió a sus hermanos en El Celler de Can Roca; entonces, el tradicional carrito de los postres desapareció para dar paso a algunas de las experiencias reposteras más espectaculares que hemos podido degustar.
En la actualidad, nadie duda de que Jordi Roca es uno de los mejores reposteros del mundo pero, tras su etapa de aprendizaje y consolidación, la desaparición del tradicional carro dejó un sabor un tanto agridulce en El Celler.
La imposibilidad de que eso sucediera (y mucho menos de que se perpetúe) es lo que movió a los hermanos Roca, y sobre todo a Jordi, a proponerse recorrer las calles de la ciudad con un carro ambulante de helados con los que endulzar las tardes de los transeúntes. La normativa lo impidió, por lo que tuvieron que aparcar el carro en el interior de un local; así nació el Rocambolesc.
Rocambolesc como idea de negocio
Desde el exterior, las formas y los colores de fantasía nos recuerdan a la estética propia de la fábrica de chocolate que visita el protagonista de la historia de Roald Dahl (Charlie y la fábrica de chocolate); vintage, colorida, industrial.
El Rocambolesc se convierte en una heladería algo peculiar, con una gran variedad de helados en diferentes formatos (por ejemplo, terrinas y cornetes de diferente forma y tamaño y más de treinta y seis sabores...), pero con un elemento clave que lo diferencia y explica su éxito: una ventana más a través de la que observar los entresijos de El Celler de Can Roca y su lado más dulce.
Esto nos permite conocer decenas de propuestas distintas según la temporada, como los panecillos o las madalenas de helado que tanta expectación han despertado durante el último año o algunas propuestas de postre de El Celler para disfrutar en casa.
Detrás del proyecto, se observa la mano de Jordi Roca —que suele ser el más asiduo al local, acercándose en bicicleta para disfrutar de un helado o pasar un par de horas con el equipo y los clientes. Los botes y las terrinas de helado artesano dejan paso a la oportunidad de degustar un helado caliente, escapar del Rocambolesc con varios botes de caramelos bajo el brazo o encontrar el famoso postre làctic amb dolç de llet (postre lácteo con dulce de leche).
¿Qué es entonces el Rocambolesc? ¿Un sustituto del carro diseñado por Andreu Carulla para El Celler?, ¿un cajón de sastre en lo que a postres y dulces se refiere?, ¿una propuesta diferente?, ¿un lugar en el que los conceptos convergen? Como suele ocurrir con las propuestas de los hermanos Roca, Rocambolesc es exteriorización, es arte, es cambio y es innovación. Quizá, entonces, la pregunta sea otra: ¿Rocambolesc es Roca o Roca es Rocambolesc? ¿Importa acaso?
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