Regulación, la clave para crear un mercado único digital para los servicios financieros
La creación de un mercado único digital en Europa ofrece grandes posibilidades para consumidores y empresas. Según la Comisión Europea, podría añadir unos 415.000 millones de euros anuales a la economía, crear empleos y aportar mejores servicios a la UE. Desde mis responsabilidades como Director de Nuevos Negocios Digitales de BBVA, creo fervientemente que el tema de los servicios financieros es una parte fundamental de esta visión y la regulación tiene un papel crucial para hacerlo realidad.
No hay ninguna duda de que la tecnología digital está cambiando el mundo. El impacto de poder gestionar productos y servicios online y distribuirlos vía móvil se traduce en menores costes, mayor variedad y mejores productos para los consumidores. La situación ya ha transformado sectores enteros como el entretenimiento, el comercio y los viajes. Y la adopción digital tanto por parte de consumidores como de nuevos sectores económicos es un camino imparable. No es exagerado afirmar que estamos en el inicio de una revolución.
Si Europa quiere seguir liderando la innovación en los servicios financieros a nivel global, los reguladores tienen que crear un entorno que promueva abiertamente la innovación
Europa no es ajena a este cambio digital. Se trata de un entorno que se ha dado cuenta hace tiempo de que la integración del mercado y la innovación son esenciales para mantener la ventaja competitiva del continente. La actual estrategia de crear un mercado único digital se basa precisamente en esa visión y tiene el objetivo de derribar las barreras que impiden que la UE desarrrolle servicios digitales de primera en toda Europa. En este sentido, conviene recordar que ya existen algunos éxitos notables, como por ejemplo, la legislación “pasaporte” que permite que una empresa de servicios financieros que cuenta con la autorización de uno de los estados miembro de la UE operar en otros mercados del bloque económico.
Los servicios financieros jugarán un papel relevante en la mejora de la competitividad digital de Europa. Por una parte, algunas entidades financieras europeas se han convertido en paladines digitales que exportan su experiencia a mercados en el resto del mundo. Por otra parte, un sistema financiero sólido ayudará a las empresas digitales a crecer a través de capital y liquidez.
La banca se ha abierto al cambio digital a través de la adopción de nuevas tecnologías, alianzas, inversiones en la comunidad de startups y un cambio cultural en las entidades, todo con el propósito de desarrollar mejores productos y servicios para sus clientes. BBVA inició este viaje hace más de ocho años con la puesta en marcha de una nueva plataforma tecnológica para apoyar el crecimiento digital. También ha invertido en firmas de servicios financieros y ha renovado completamente la experiencia de cliente y la relación con ellos, basándose en un uso optimizado de los datos y un diseño centrado en el usuario, sin comprometer los valores esenciales de confianza, integridad, privacidad y seguridad. Y los resultados son prometedores: en enero de este año, BBVA contaba con más de 9 millones de de clientes móviles y más de 4 millones de usuarios de BBVA Wallet.
A la hora de apoyar este cambio, las autoridades afrontan el reto de ofrecer -en el menor tiempo posible- un marco regulatorio que equilibre la promoción de la innovación digital y la protección contra los posibles riesgos derivados de ello. La regulación también tendrá que encontrar un equilibrio entre la estabilidad financiera y el desarrollo de nuevos modelos de negocio que aporten mejoras de eficiencia en el mercado.
Si Europa quiere seguir liderando la innovación en los servicios financieros a nivel global, los reguladores tienen que crear un entorno que promueva abiertamente la innovación. Un buen ejemplo es el proyecto del regulador británico FCA “Project Innovate” y sus primeras directrices sobre políticas digitales, que han convertido a Londres en uno de los referentes mundiales del fenómeno fintech.
Un conocimiento cabal de las consecuencias de la transformación digital debería ayudar a los reguladores a adoptar algunos principios básicos para la creación de normas con visión de futuro. En primer lugar, se necesita un enfoque integral para anticiparse a la naturaleza digital (donde todo está interconectado), la competencia y la legislación financiera. La cooperación entre las diferentes autoridades es clave para garantizar que se consiguen los objetivos sin consecuencias inesperadas.
El segundo requisito es la armonización paneuropea. A pesar de los esfuerzos de la CE, Europa sigue siendo un popurrí de normativas nacionales -divergentes- y mecanismos de control en áreas cruciales como el lavado de dinero, la gestión de datos, ciberseguridad y el cloud computing. La regulación europea más reciente ya ha abordado algunos de estos asuntos, pero aún se necesita mayor coordinación internacional en todas estas áreas, que por su naturaleza, son realmente globales.
En tercer lugar, las áreas sujetas a regulación tienen que ser “espacios seguros” en los cuales las empresas puedan probar sus innovaciones en productos, servicios, modelos de negocio y formas de hacerlos llegar a los clientes sin verse agobiadas por la carga regulatoria y los riesgos. Esto es particularmente necesario en áreas como blockchain, que es una tecnología potencialmente disruptiva pero que aún no ha alcanzado su madurez. BBVA actualmente trabaja en estas áreas como parte de nuestras pruebas en alfa de APIs en España y EE.UU.
Por último, debido a la diversidad de proveedores en este nuevo ecosistema, se hace necesario un entorno competitivo en el cual productos y servicios similares reciban un tratamiento regulatorio similar. La regulación se debería ajustar a los casos de aplicación y modelos de negocio específicos, independientemente de quién sea el proveedor. Si se cumplen estas condiciones con un ritmo adecuado -teniendo en cuenta la rapidez con que evoluciona el mundo digital- podremos desarrollar un mercado digital único para los servicios financieros, mejorar la competencia y promover una oferta innovadora para los ciudadanos europeos y construir empresas que sean paladines digitales con presencia mundial.
* Teppo Paavola es director de nuevos negocios digitalesde BBVA