Reflexiones financieras para el inicio de año
A principios del año pasado, compartimos algunas ideas de inversión para 2016 en México, así como las cosas que, en nuestra opinión, debían evitarse. A manera de recordatorio, nos referimos a tres puntos importantes.
En primer lugar, al alza previsible en las tasas de interés en el mercado local, así como su impacto en el costo del crédito. En segundo, al deterioro de las finanzas públicas y a la forma en la que el gobierno puede financiar un déficit público a través de un incremento en la deuda pública, o bien, mediante el alza de impuestos. En tercero, a la volatilidad en el tipo de cambio del peso frente al dólar estadounidense, haciendo un llamado a no adquirirlos sólo porque han subido de precio en términos de pesos mexicanos, y a sustituir el consumo de bienes importados por bienes de origen nacional.
El alza previsible de tasas de interés, aumento de deuda pública y volatilidad en el tipo de cambio del peso mexicano frente al dólar estadounidense, impactaron la economía en 2016.
A un año de distancia, uno a uno de los puntos que se trataron en esa ocasión fueron materializándose. Desde enero de 2016 a la fecha, el Banco de México (Banxico) ha elevado la tasa de interés objetivo desde 3.25% hasta 5.75%, es decir, un incremento de 250 puntos base. Asimismo, a inicios de este año el gobierno federal instrumentó la modificación al esquema de determinación del precio de la gasolina, pasando de un esquema de precio único a uno de precio máximo en función de los costos de logística de PEMEX. En términos prácticos, esto se tradujo en un incremento en el precio de las gasolinas, denominado en la jerga común como “gasolinazo”. Por último, el tipo de cambio interbancario pasó de 17.3310 pesos por dólar en su cotización a la venta a inicios de enero de 2016 a 21.4410 pesos por dólar al 23 de enero de 2017, con una volatilidad de 15.79% (fuentes: Banco de México y Bloomberg). Considerando la evolución reciente de estos indicadores económicos y financieros, las preguntas que quizás nos debamos hacer es: ¿Y ahora qué? ¿Qué nos deparará 2017? ¿Y de cara a 2018 y años subsecuentes?
Con el propósito de responder estas preguntas, conviene aclarar que no se trata de predecir el futuro. El economista Xavier Sala i Martin escribió en su libro 'Economía Liberal para No Economistas y No Liberales' que “hay dos tipos de economistas: los que no saben hacer profecías y los que no saben que no saben hacer profecías”. De lo que se trata, más bien, es de hacer lo que Peter F. Drucker escribió en su libro 'The Age of Discontinuity', es decir: “identificar el futuro que ya ha sucedido”. A lo que se refería Drucker es que lo relevante no es predecir lo que va a pasar (que puede o no suceder), sino identificar los cambios que ya se presentaron en la sociedad, en la demografía, en la ciencia y en la tecnología y que representan oportunidades para crear el futuro.
¿Cuáles serán las consecuencias de los cambios que ya han sucedido y qué se puede hacer frente a ellas? La fuerte depreciación del peso mexicano versus el dólar estadounidense ya se ha dejado sentir en los precios de algunos bienes y servicios. Más importante que eso, sin embargo, es el impacto que ha tenido este incremento en precios en las expectativas de inflación. En la “Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado” del Banco de México de diciembre de 2016, se registró el incremento en la inflación esperada por los analistas para 2017, 2018 y 2019. Por otro lado, los analistas anticipan que continúe el alza en la tasa objetivo del Banco de México en respuesta a los incrementos esperados en la tasa de referencia por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED). Por último, el discurso proteccionista del principal socio comercial de México pone en riesgo el crecimiento del producto interno bruto que proviene de esta fuente de ingreso.
Ante esta perspectiva, conviene ser mucho más cautos en las decisiones de consumo e inversión. Si se tiene planificada la compra de bienes duraderos durante este año, quizá será mejor adelantar dicha decisión de compra antes de que suban de precio. Si se debe financiar dicha compra con crédito será mejor que sea a tasa fija, o bien, a meses sin intereses. El resto del ingreso podrá canalizarse a la inversión a través del ahorro.
En la parte de las inversiones que estén constituidas a través de un portafolio o un fondo de inversión, se tendrán mejores perspectivas si se distribuye una mayor proporción de los recursos hacia instrumentos de renta fija (dadas las mayores tasas de interés), pero sin deshacer la totalidad de las posiciones en instrumentos de renta variable (para protegerse de la inflación esperada).
Artículo escrito por Víctor Daniel Rodríguez Sánchez, Economista - Project Manager LatAm, Asset Management BBVA Bancomer, para el periódico El Economista, Columna 'Consejos de Familia'
Conviene ser mucho más cautos en las decisiones de consumo e inversión.