¿Qué le ha pasado a la hucha de las pensiones?
Desde 2011, la llamada “hucha de las pensiones” aparece recurrentemente en los medios de comunicación, aunque no precisamente vinculada a buenas noticias. Y es que, desde ese año, el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que es el nombre técnico de esta bolsa de ahorro, no ha hecho más que encoger. El problema reside en que, en el último lustro, coincidiendo con lo peor de la crisis en España, la Seguridad Social ha gastado más de lo que ingresa ejercicio tras ejercicio, y al Gobierno no le ha quedado más remedio que echar mano a los ahorros acumulados en el fondo para completar las pensiones contributivas.
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¿Por qué ha sido? Pues porque hoy hay muchas menos personas trabajando y por tanto cotizando que antes de la crisis (todavía la tasa de paro sigue por encima del 20% y llegó a estar en el 25%). Además, los trabajos están peor remunerados, la famosa “devaluación interna”, con lo que las aportaciones a la Seguridad Social de cada empleado y de las empresas que los mantienen en plantilla también disminuyen. Y, por último, el Gobierno ha recortado las aportaciones a la Seguridad Social de colectivos con dificultad para encontrar en empleo, como jóvenes o mayores, lo que también merma la recaudación total.
¿Cuándo y por qué surge el Fondo de Reserva de la Seguridad Social?
La hucha de las pensiones nace de una ley de 1997 a propuesta del Gobierno de José María Aznar, aunque no se constituye hasta el año 2000, cuando recibe una primera aportación de 601 millones de euros. El objetivo era tener un colchón para responder a las bajadas del ciclo económico y garantizar el cobro de las pensiones de los mayores en momentos de dificultad, en cumplimiento con lo establecido en el Pacto de Toledo.
Con los años de las vacas gordas y del 'boom' inmobiliario, cuando España crecía a buen ritmo y el paro llegó a ponerse por debajo del 10%, esta bolsa de ahorro engordó hasta alcanzar un tope de casi 67.000 millones de euros en 2011. Es decir, las aportaciones excedían cada ejercicio el gasto de los jubilados y había más dinero disponible. Sin embargo, la deriva de la crisis en España cambió radicalmente las cosas y la bolsa empezó a encogerse.
Así, al día de hoy, según los últimos datos que facilitaba Fátima Báñez, la ministra de Empleo, a finales de enero, el fondo se ha quedado en la mitad de lo que llegó a ser (concretamente 32.500 millones de euros). Cada año el Gobierno tiene que tirar de la hucha para abonar sobre todo las pagas dobles en junio y diciembre y también para abordar la revalorización de la jubilación que entra en vigor a finales de enero para los más de nueve millones de pensionistas que hay en el país.
Además, el panorama a medio plazo es preocupante, pues, de seguir menguando al ritmo de los últimos años, en 2018, una fecha que está a la vuelta de la esquina, el Fondo de Reserva podría quedar definitivamente finiquitado, según ha señalado la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Y es que en 2014 se sacaron de la hucha 15.300 millones, y en 2015 otros 13.250 millones. Y eso a pesar de que inicialmente el Gobierno estableció un tope de retirada de fondos de 3.000 millones de euros al año.
Actualmente, la totalidad de la hucha de las pensiones está invertida en letras y bonos del Estado español, aunque durante un tiempo una parte importante también estuvo destinada a la compra de deuda de algunos de los países europeos más importantes y solventes. La rentabilidad anual media del Fondo ha sido ligeramente superior al 5% en todos estos años, lo que no está mal dado su carácter conservador. Sin embargo, ni esos rendimientos, que excedían los 22.000 millones de euros hasta 2014, han podido compensar las retiradas de dinero del Gobierno para abonar las pensiones.
El futuro incierto del Fondo de Reserva
Detrás de la caída de la hucha de las pensiones está un tema más preocupante aún: el de la sostenibilidad del sistema público de pensiones, un debate que por el momento brilla por su ausencia, según el experto Jose Ignacio Conde-Ruiz, pero que en algún punto tendrá que ser abordado. Al fin y al cabo, las pensiones son, de largo, la principal partida de gasto del Estado español. Las contributivas ahora mismo rebasan los 8.000 millones de euros mensuales y los 110.000 millones anuales (más de un 11% del PIB del país).
Los expertos avisan de que, dado el mayor peso que cada vez van a ir teniendo los mayores en la pirámide demográfica española, como consecuencia del aumento de la esperanza de vida y de la caída de la natalidad, las pensiones se van a tener que reducir si se quiere salvar el sistema. Cada vez hay menos trabajadores por pensionista (ahora son algo más de dos en España), y cada vez hacen falta más nuevos contratos para pagar una pensión nueva porque los salarios han sufrido un fuerte correctivo. Falta saber pues qué alcance tendrá esa caída de las pensiones y, sobre todo, quién la soportará.