¿Qué es el EBITDA?
El EBITDA (‘Earnings Before Interests, Tax, Depreciation and Amortization’), también conocido como resultado bruto de explotación, es el concepto de resultados antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones. Es decir, muestra el beneficio bruto de explotación antes de deducir los gastos financieros y sirve a los expertos en información financiera para evaluar el comportamiento y la situación financiera de las empresas.
El EBITDA forma parte de las conocidas como medidas alternativas de rendimiento (APM por sus siglas en inglés, ‘alternative performance measures’). Según la CNMV, son aquellos indicadores que se encuentran al margen del marco de información financiera obligatoria. Suelen basarse en los estados financieros elaborados de acuerdo con la normativa contable aplicable. Además, se suelen calcular añadiendo o restando cantidades a los importes presentados en dichos estados financieros. Su uso está bastante extendido. De hecho el Banco de España reconoce que el EBITDA es una de las 'APM' más populares entre las empresas no financieras.
Cada empresa posee una configuración específica de ingresos y gastos. Va en función de su tipo de negocio. No obstante, la condición esencial que deben cumplir todos los ingresos y gastos incluidos en el EBITDA es que pertenezcan a actividades de explotación. Es decir, que constituyan la principal fuente de ingresos ordinarios de la entidad —excluyendo el consumo de capital fijo—. Además deben ser recurrentes en el tiempo para que puedan incluirse como una partida en el EBITDA.
Ventajas de usar el EBITDA
Una de las principales ventajas que ofrece el EBITDA frente a otro tipo de medidas de rendimiento es que depura el efecto de determinadas variables que se reflejan en las cuentas de las compañías. Como ejemplo, este indicador no tiene en cuenta en su cálculo los diferentes sistemas impositivos y de depreciación y amortización contable. Tampoco el apalancamiento financiero entre empresas. Por eso facilita la comparación de los resultados obtenidos por las distintas empresas. Cabe reseñar que el objetivo del EBITDA es evaluar la capacidad que tiene para generar beneficios teniendo en cuenta únicamente su actividad productiva. Por tanto, no pretende medir la liquidez de la empresa.
EBITDA= Resultado de Explotación + Provisiones + Amortizaciones
No obstante, la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA), establece que las entidades que usen el EBITDA deben justificar el cálculo efectuado a partir de variables contables estandarizadas. Estas deben definirse en las cuentas anuales, elaboradas según su marco normativo de información financiera aplicable. Asimismo, el cálculo ha de utilizarse de forma coherente. Tanto en los diversos documentos que difunda la entidad cada periodo como durante los diferentes ejercicios económicos.
La CNMV subrayó en abril de 2017 que el uso del EBITDA y de otro tipo de medidas alternativas del rendimiento de entidades se había incrementado durante los últimos años. Pese a ello, la definición del EBITDA no se encuentra armonizada en la normativa contable, ni en el Plan General de Contabilidad (PGC), ni tampoco a nivel internacional en las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF). Por esta razón, supervisores como la propia CNMV o la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA por sus siglas en inglés) subrayan la necesidad de que este tipo de cuentas aporten información adicional suficiente para garantizar un estándar de transparencia.
Establecer una única definición de EBITDA
En este sentido, AECA también ha advertido de que medidas como el EBITDA pueden ofrecer un sesgo inexacto sobre la solvencia de una compañía a medio/largo plazo. Es decir, su cálculo no siempre es homogéneo y puede ser interpretado erróneamente. Para evitarlo, la asociación ha planteado en varias ocasiones establecer una única definición de EBITDA. Esa definición se basaría en un cálculo de los flujos o recursos efectivos de explotación. Al mismo tiempo, AECA recomienda a las empresas que utilicen el EBITDA para presentar sus resultados ofrecer información suficiente al respecto. Todo ello con el fin de garantizar la transparencia de sus cuentas.
La ESMA publicó en octubre de 2015 unas directrices dirigidas a las entidades que utilicen indicadores como el EBITDA para calcular sus resultados, para contribuir a su normalización y transparencia. Estas normas europeas —en vigor desde el 3 de julio de 2016— están vinculadas fundamentalmente con el desglose de información sobre las medidas alternativas del rendimiento y el cálculo adoptados. Los principales requisitos que exige la autoridad europea a las entidades son: la correcta presentación de indicadores alternativos como el EBITDA; una explicación que justifique el uso de la medida; las conciliaciones con los estados financieros del periodo correspondiente; las comparativas con periodos anteriores y la coherencia de la medida a lo largo del tiempo.