¿Qué es el capital humano y cómo se adquiere?
El capital humano es un término de uso común. Sin embargo, todavía hay quienes no están del todo seguros de qué trata este concepto y de cómo se adquiere.
¿Qué se entiende por capital?
Los recursos disponibles se pueden dedicar a la directa satisfacción de las necesidades humanas a través del consumo. Sin embargo, existe una forma de satisfacerlas de forma indirecta, reservando una parte de ellos para incrementar la capacidad de producción. Las inversiones en las que se materializan esos recursos que se destinan a incrementar la capacidad para poder producir más reciben el nombre de capital.
Por ejemplo, una máquina industrial no satisface las necesidades inmediatas de ningún ser humano. Sin embargo, sirve para poder incrementar la producción de lo que se produce con la máquina. Y el consumo de esa producción puede satisfacer las necesidades de quienes consumen esos productos, que pagarán un precio por ellos con el que, entre otras remuneraciones, se compensará a los dueños del capital por el sacrificio realizado.
¿Qué es el capital humano?
El capital humano viene a mostrar las inversiones que se realizan en los trabajadores, a fin de que puedan producir más. Es decir, una parte de los recursos de los que disponemos se dedican a la realización de actividades que mejoran la productividad de los trabajadores; en cierto modo, logran trabajadores de más “calidad”.
Esas inversiones en los trabajadores para dotarlos de mayor capital humano suponen un sacrificio de recursos que podrían destinarse a actividades alternativas que procurasen de forma inmediata satisfacción a los consumidores. Sin embargo, esos recursos se dedican a invertir en capital humano porque se espera que los trabajadores podrán producir más en el futuro en una cuantía suficientemente importante como para que compense el sacrificio.
¿A través de qué actividades se adquiere el capital humano?
El capital humano se adquiere fundamentalmente a través de actividades que miran hacia el futuro; especialmente, la formación y la atención y cuidado de la salud.
La formación y el capital humano
Las actividades formativas (tanto estudios reglados, como no reglados) contribuyen al aprendizaje de conocimientos y destrezas, lo que permite desarrollar mejor el trabajo. También favorecen la adquisición de hábitos relacionados con el esfuerzo o la búsqueda de una correcta motivación, características cuyo reforzamiento les convierte en trabajadores más valiosos.
Además, la formación mejora la posición dentro del mercado laboral. Por un lado, la obtención de títulos es una señal de que el titulado posee las cualidades que comparten los estudios y los trabajos y que contribuyen a rendir más en ambas facetas. Por otro lado, en la etapa de formación se mantiene relación con otras personas y se puede conocer gente que, más tarde, se relacionará con la empresa. Esa mejor posición facilita que el trabajador se encuentre en un trabajo en el que pueda ser más productivo.
El cuidado de la salud y la atención sanitaria
La salud tiene una influencia en el rendimiento laboral derivada de su influencia en las capacidades físicas, intelectuales, sensoriales y emocionales de los trabajadores. Un trabajador más sano está en condiciones de rendir más.
Las cantidades de dinero destinadas a la atención sanitaria deben ser comprendidas como una inversión, porque el mejor abordaje de las enfermedades busca, entre otros objetivos, que la merma que produce en el corto y en el largo plazo la enfermedad en sus capacidades sea el mínimo posible. Ese menor impacto supondrá que no se verá afectada la enfermedad en la productividad laboral del trabajador.
Pero, incluso una persona sana puede realizar actividades saludables que se orienten a la conservación de la salud en el mejor estado posible, durante el mayor tiempo posible. Es otra forma de inversión.
Otras actividades
Al igual que la educación (reglada o no), la atención sanitaria o las actividades propias de los hábitos de vida saludables pueden mejorar a corto y largo plazo la productividad de los trabajadores, lo mismo se puede decir de aquellas actividades que propenden a una mejora de las capacidades laborales, como el entrenamiento físico, el adiestramiento de los sentidos, determinadas formas de coaching, etc.
Igualmente existen actividades que mejoran las potencialidades laborales de quien las practica, como viajar o relacionarse con otras personas, por ejemplo. Así, el mejor conocimiento del mundo de una persona que ha viajado mucho o la cantidad de personas con las que se mantiene alguna clase de relación fructífera son herramientas laborales.
¿Por qué son tan importantes las inversiones en capital humano en nuestra planificación financiera?
Las actividades a través de las cuales se adquiere el capital humano tienen en común que representan un sacrificio de recursos en el presente para mejorar la productividad laboral en el futuro. Se tiene que destinar el tiempo de trabajo de algunas personas a la realización de esas actividades, se necesitan medios materiales para realizarlas, etc. Y ese consumo de recursos alguien lo tiene que financiar.
No siempre el sacrificio y la recompensa coinciden en la misma persona. Por ejemplo, una puede realizar actividades que mejoren su capital humano subvencionadas por el Estado, financiadas por una institución sin ánimo de lucro o por su empresa, que elevan su productividad.
Incluso se producen algunos casos en los que el sacrificio de recursos es mínimo. Por ejemplo, la realización de hábitos de vida saludable puede mejorar las potencialidades laborales de una persona sin suponer un desembolso importante, aunque siempre representará una renuncia a otra clase de actividades. Por ejemplo, cuando una persona realiza actividades saludables, aunque le supusiesen un desembolso de dinero menor que la realización de otras actividades no saludables, supone una renuncia a esas actividades.
Además, como en la realización de toda inversión, existen circunstancias de incertidumbre y riesgo que pueden afectar al rendimiento de las inversiones en capital humano. Es decir, se sabe que, cuando las personas estudian, cuidan su salud, tienen una buena atención sanitaria, realizan actividades enriquecedoras, etcétera, pueden mejorar su productividad. Esa mejora debería optimizar sus expectativas salariales, disminuir la probabilidad de encontrarse en desempleo y favorecer una rápida transición a otro trabajo en caso de perderlo. Pero, eso no significa que, en todos los individuos, esas actividades den los mismos frutos.
Existe una variabilidad en los frutos que debe ser tenida muy en cuenta. Y es que hay actividades cuyos frutos son más proclives a alejarse (para bien o para mal) de lo esperado que otras. Se puede decir que son más arriesgadas.
Por ejemplo, existen estudios en los que algunos titulados encuentran buenos trabajos, mientras otros se encuentran en posiciones precarias; y existen otros estudios en los que las posibilidades laborales de sus titulados son más homogéneas.
Otro ejemplo pueden ser los procedimientos terapéuticos. Existen procedimientos más arriesgados que pueden alcanzar mejores resultados a costa de una mayor probabilidad de complicaciones y otros de los que se espera resultados más modestos, pero en los que el riesgo es menor.
Por eso, es importante tener en cuenta el perfil de riesgo al decidir realizar un tipo de inversiones en capital humano en lugar de otras.
Eso sí, toda planificación financiera debe incluir la realización de actividades a través de las cuales los miembros del hogar adquieren capital humano. Una familia puede tener unos correctos hábitos de consumo responsable, de ahorro y de inversión de sus ahorros, pero si no genera ingresos tiene muy complicado cuadrar su presupuesto familiar.
Las inversiones en capital humano ayudan a cuadrar los presupuestos familiares porque ayudan a generar más ingresos laborales en el futuro a cambio de un sacrificio en el presente. Eso es muy importante, porque la mayoría de los ingresos de las familias son laborales. Incluso cuando el trabajador ya se haya jubilado, buena parte de sus ingresos dependerán del salario que tenía cuando estaba en activo. Por ejemplo, las pensiones públicas dependen de las cotizaciones y éstas del salario. El ahorro particular para la jubilación también depende del salario. Por eso, es también muy importante invertir en capital humano en su día para alcanzar una buena pensión pública y privada el día de mañana.
Han de tenerse en cuenta como inversiones, y no como gastos, las destinadas a estudios o atención sanitaria, por ejemplo.