¿Qué elementos debemos controlar para elaborar un plan de ahorro doméstico?
La economía doméstica puede organizarse en torno a un plan, pero el éxito de este es imposible sin contar con un “checklist” de todos los elementos a controlar. De no hacerlo contamos con el riesgo de no estar actuando sobre algunos de nuestros gastos más relevantes, con el riesgo añadido de no tomar medidas al respecto.
Esta lista de elementos varía, en cada núcleo familiar, en relación al número de personas que lo componen, la edad de las mismas, su grado de dependencia y otras características particulares que pueda presentar cada hogar. Por tanto, tomemos estas referencias como básicas.
Ingresos, la primera necesidad
Las familias no suelen realizar una cuantificación exacta de cuánto dinero ingresa un núcleo familiar, teniendo en cuenta a todos sus integrantes, al menos hasta que la necesidad es apremiante. No obstante, es bueno plasmarlo sobre papel u hoja de datos para darnos cuenta de cuál es nuestro nivel de ingresos como conjunto y cómo puede colaborar cada uno en los gastos.
Para ello podemos mirar los salarios individuales, los ingresos derivados de actividades económicas, las becas, indemnizaciones, cobro del desempleo, subvenciones, préstamos, alquileres de pisos o locales, etc.. anotando cada cosa por separado junto a la persona que origina estos fondos, para así estudiar qué importes pueden destinarse al mantenimiento doméstico.
También revisaremos nuestras cuentas de ahorro para comprobar el punto de partida de nuestro plan y cómo debemos fortalecer el ahorro, además de satisfacer los gastos mensuales, siempre que sea posible, por supuesto. Ya que estamos con ello ¿por qué no revisamos las condiciones de nuestras cuentas? ¿existen mejores paquetes u opciones para nuestro dinero?
Gastos, el enemigo está en casa
Con un plan podemos poner nuestros gastos a la orden de los ingresos, aunque dependiendo de este último factor puede ser algo complejo de cuadrar. Los principales gastos de una casa son la alimentación, los consumos eléctricos, tarjetas de crédito, la hipoteca, impuestos, la educación de los hijos (como material escolar, uniformes, etc…), mantenimiento de vehículos (letras, gasolina, itv, taller, etc…) o transporte, el agua, las comunicaciones, productos de mantenimiento y limpieza, vestuario, higiene, salud, ocio y otros gastos.
Cuando hay niños en casa pasan a ser prioritarios dentro de nuestra escala de gastos, no solo en los respectivo a la educación sino a todo lo necesario para garantizar su buena salud física y mental. Esto nos puede hacer reflexionar sobre algo importante de cara a nuestros gastos, no todos son iguales. Algunos son puntuales y otros constantes y además, unos son básicos y a otros incluso podemos renunciar. Es bueno categorizarlos.
Con estos elementos podemos hacer una tabla para poder ir creando nuestra pequeña contabilidad doméstica, anotando los gastos fijos que vamos a tener cada mes y recogiendo el resto de gastos que se vayan produciendo. La referencia básica para controlar nuestra economía es poder poner cara a cara los ingresos familiares con los gastos.
Haciéndolo podemos ver si es necesario que todos colaboren de forma equitativa o si no, y adelantarnos a esta realidad en caso de que hayan previsiones sobre la bajada de ingresos. También podemos establecer un presupuesto para los siguientes meses en las partidas no básicas y tratar de controlar los montantes más representativos del gasto familiar.
¿Es posible reducir la potencia contratada para la red eléctrica? ¿Estamos gastando demasiada agua? ¿Podemos hacer compras más económicas? ¿Salimos demasiado a comer fuera de casa? ¿Gastamos mucho con nuestras tarifas telefónicas? Es el momento de renegociar muchas condiciones contractuales y modificar nuestros hábitos para vivir de forma equilibrada.