El punto de partida de Garbiñe Muguruza
Serena Williams ganó su primer Grand Slam en una disputada final del Abierto de Estados Unidos ante Martina Hingis. Por aquel entonces, una pequeña Garbiñe Muguruza ya empuñaba una raqueta de tenis que la superaba en tamaño. Era el verano de 1999 y la de Caracas apuntaba maneras. Quién sabe si en su cabecita se veía compitiendo con esas grandes deportistas que aparecían en la televisión de su casa.
“Una de mis inspiraciones ha sido Martina Hingis. También Serena Williams”, confiesa Garbiñe. Ídolos de infancia que han acabado convirtiéndose en rivales en las pistas. "Creo que son jugadoras magníficas que siempre he admirado desde que era pequeña. Muchas veces intento aprender cosas sobre ellas y poder implementarlas en mi juego”, añade. Y tanto ha aprendido que llegó a superar a la menor de las Williams en uno de los templos del tenis mundial, la Philippe Chatrier de París, cuando levantó su primer grande.
“El tenis para mí es todo. Es lo que he hecho desde que tengo 3 años”, sentencia la embajadora de BBVA. Y aunque el camino hasta llegar a la élite de su deporte no ha sido fácil, todo el esfuerzo invertido le compensa: “Es un deporte que me ha aportado muchísimas cosas, como el querer sacrificarte por un objetivo, disciplina y motivación por querer ser la mejor en algo”.
Garbiñe ha tenido que renunciar a una vida normal por cumplir su sueño. No se arrepiente y anima a los jóvenes deportistas a luchar por lograr las metas que se propongan: “Para los jóvenes que empiezan ahora mi consejo sería que si realmente tienen claro que quieren ser los mejores tenistas, que no duden, que entrenen y que hagan todo lo posible y que gasten toda su energía en realmente hacerlo, en conseguirlo”. Una motivación que conserva desde sus orígenes y todavía la empuja a mantener su implicación por su verdadera pasión. “Creo que ahí está lo bueno, querer ser el mejor en algo que muy pocos pueden”, comenta.
Garbiñe Muguruza - BBVA
Sacrificios que no solo ha tenido que asumir ella. Cuando todavía era una aspirante a promesa, sus padres decidieron mudarse a Barcelona para que pudiera entrenar con los mejores. “Mi familia es una parte muy importante de mi proyecto. Son los que más me apoyan”, confiesa. El tenis era ya parte de su vida incluso antes de nacer: Garbiñe creció viendo los entrenamientos y partidos de sus hermanos mayores. “Toda mi familia somos unos apasionados del tenis y están muy ilusionados en que yo sea la mejor tenista posible”.
Y en ello está. Ganar trofeos de Grand Slam no asegura nada y pone más presión sobre sus hombros. Una presión que ya está aprendiendo a manejar. Trabajo físico, mental y emocional que la pueden llevar al podio del tenis femenino, al lado de esos ídolos de infancia que admiraba de pequeña.