¿Es posible ser racional al comprar una casa?
Comprar una casa es una de las decisiones más trascendentales en la vida de una persona, por lo que debería ser una acción racional. Sin embargo, las emociones y los sentimientos, muy importantes en cualquier encrucijada vital, a veces juegan malas pasadas. Por eso, conviene detectar bien los mecanismos irracionales que pone en marcha el cerebro para saber gestionarlos y tomar la decisión adecuada.
Que esté bien comunicada, que sea espaciosa, que tenga luz y una buena terraza, no mejor, jardín… Es difícil mantener la cabeza fría cuando se trata de encontrar la vivienda ideal y no sentir esa exaltación y apasionamientos típicos ante el salto que supone comprar una casa. Sin embargo, ¿es posible ser completamente racional cuando se toma la decisión de adquirir una vivienda? La economía conductual, aquella que estudia las decisiones económicas que toman los seres humanos y su reflejo en los mercados y en la distribución de los recursos, se muestra escéptica al respecto. ¿Por qué?
El “efecto aislamiento”
Según el estudio “¿Podemos ser “racionales” al comprar una casa? Una visión desde la Economía Conductual” de los investigadores Guillermo García-Badell y Manuel Blanco de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), el proceso suele ser siempre el mismo. Primero, se filtran las opciones según tres factores: el precio, la localización y la superficie. A continuación, la persona visita una serie de viviendas que se ajustan a esos filtros y elige, entre las que le ofrecen, valorando las características que más las distinguen.
En este procedimiento, las personas suelen cometer un fallo importante que los investigadores de la UPM llaman: “efecto aislamiento”. Dicho efecto consiste en la tendencia del cerebro a prestar mucha atención a los factores principales y a obviar aquellas diferencias que las viviendas tienen entre sí y que, a la larga, pueden ser muy importantes. Este es el motivo por el que una persona puede, pasado un tiempo, cansarse de una vivienda que, a priori, parecía cumplir con sus exigencias.
Fenómeno de anclaje y ajuste
Según las teorías de los psicólogos Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía 2002 y Amos Tversky, pionero de la ciencia cognitiva, cuando la persona está en el proceso de comprar una casa, tiene la tendencia de comparar las viviendas que está visitando con una casa de referencia (su vivienda actual, el hogar familiar…). Esta casa funciona como “ancla”, ya que será la referencia de la persona a la hora de decidir el precio a pagar y otros aspectos cualitativos. Según Kahneman y Tversky, la comparación es natural y no es peligrosa siempre que la persona haga los ajustes pertinentes para no cometer errores. Por ejemplo, tendrá que mentalizarse de que los precios han cambiado desde que compró su última vivienda y ajustar sus referencias a las del mercado actual, antes de tomar la decisión final.
Los problemas surgen cuando este ajuste no se hace correctamente. Por ejemplo, si una persona va a mudarse de una ciudad cara a otra más barata, su tendencia será buscar viviendas a un precio más alto de lo que ese mercado requiere, por lo que tendrá que ajustar sus referencias para no caer en un gasto innecesario.
El “efecto prominencia”
Tversky junto a los investigadores Shmuel Sattah y Paul Slovic estudiaron la tendencia humana a centrarse en un factor que se considera fundamental y no fijarse en los demás: el “efecto prominencia”. Por ejemplo: si una persona considera primordial que su casa esté en una zona tranquila, escogerá, entre opciones similares, la vivienda que le parezca más silenciosa obviando otros factores que también son fundamentales. La forma de neutralizar esta tendencia es preguntarse qué se podría hacer, en las otras viviendas que se han visto, para hacerlas más silenciosas (aislamiento adecuado, doble acristalado, etc.). De esta forma, si la persona ve que hay soluciones, el factor de la tranquilidad dejará de ser el que más pese en la decisión final.
Aunque parezca difícil, es posible neutralizar las creencias y pensamientos, que puedan acabar en una mala decisión, siguiendo algunos consejos:
1- Estudiar el mercado
Para evitar falsas creencias en cuanto a los precios, lo ideal es informarse bien de cómo está el mercado inmobiliario y las tendencias que los expertos prevén a corto y medio plazo. De esta forma, se podrá decidir de una forma más ajustada cuál es el mejor momento para comprar y no quedarse con la primera oferta.
2- Tener presente la deuda
Aunque el deseo de tener una vivienda con unas características determinadas sea muy fuerte, conviene pensar en cuánto se traducirá en términos de deuda. Comprar una casa porque tenga un salón más grande o un garaje, puede suponer un aumento considerable del precio y, por lo tanto, de la deuda contraída.
3- Pensar en frío
Es normal dejarse llevar por factores irracionales al ir a comprar una casa, pero hay herramientas que son de gran ayuda porque no se sujetan a esos condicionantes. Es el caso de BBVA Valora, que informa al usuario de cuánto vale el inmueble que le interesa y le permite disponer de una estimación de precio para negociar el coste de su nueva casa. Además, ofrece información sobre la vivienda y la zona donde se encuentra e informa al cliente de si su capacidad de pago le permite acceder al precio estimado. De esta forma, será mucho más fácil tomar las decisiones adecuadas sin dejarse llevar por factores emocionales.