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Podcast

BBVA Podcast Act. 22 feb 2021

Podcast: Jorge Sicilia "Determinados escenarios de guerra comercial, 'brexit' o tensiones financieras pueden reducir el crecimiento mundial"

Comenzamos la tercera temporada de ‘Blink’ con un invitado de excepción:  Jorge Sicilia, economista jefe del Grupo BBVA y director de BBVA Research. En este podcast, Jorge comparte con nosotros su visión acerca de los retos a los que se enfrenta la economía global en los próximos meses. Si quieres saber en qué punto se encuentra la guerra comercial entre EEUU y China, la probabilidad de que se produzca un 'brexit' sin acuerdo, si Alemania puede entrar en recesión en este trimestre o cuáles son las previsiones de crecimiento de la economía española en el próximo año, puedes escuchar el podcast o leer la entrevista en este artículo.

00:00 29:42

P: Quizá para situarnos, podríamos comenzar con una visión general de la economía global. En un entorno tan complejo como el actual, ¿cuál es el escenario base que contempla BBVA Research?

R: Siempre es complejo hacer previsiones, porque hay múltiples elementos que afectan al crecimiento global y porque hay agentes que reaccionan interaccionando unos con otros de manera dinámica. A lo más que podemos aspirar, de manera realista, es a tener identificados los elementos que importan y asignar probabilidades de acuerdo a cómo evolucionen. Ahora estamos en un momento en el que la economía global se está desacelerando tras el pico cíclico que tuvimos en 2017 en muchos países. Desde entonces, estamos inmersos en un entorno de creciente debilidad que llevará, probablemente, a que la economía global crezca en el entorno del 3% o algo por encima, tanto en el 2019 como en el 2020. Se trata de un ritmo bajo que incorpora crecimientos en China algo inferiores al 6% en 2020, del 2% en EEUU y una economía europea que crecería en torno al 1%. En este entorno frágil, hay múltiples elementos que pueden llevar a la economía global a una desaceleración más peligrosa. Determinados escenarios de guerra comercial, ‘brexit’ o tensiones financieras podrían llevar a que ese crecimiento pudiera ser más bajo.

P: Una de las principales preocupaciones mundiales está siendo la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Da la sensación de que, tras la cumbre del G7, podría haberse relajado un poco la tensión; sin embargo, ambos países han seguido anunciando la implantación de nuevos aranceles.¿En qué momento nos encontramos? ¿Cómo puede evolucionar la situación de cara a final de año?

R: Bueno, la guerra comercial es un hecho. Tenemos un gobierno en EEUU que lleva lanzando señales muy claras desde hace dos años, y actuando en consecuencia. Para que nos hagamos una idea, en este periodo, las tarifas aplicadas por Estados Unidos a productos que vienen de China han pasado de un promedio inferior al 3% a subir al entorno del 25%. Y si se aplica el plan anunciado por la administración americana (que entraría en vigor a mediados de diciembre) van a afectar a prácticamente todas las exportaciones de China a este país. Además, EE.UU ha impuesto también tarifas a la importación de acero y de aluminio y ha amenazado con implantar otras tantas en Europa. Por tanto, esta guerra comercial es un hecho.

Por su parte, China ha reaccionado con algo más de cautela, ha sido más comedido en su reacción, que además, ha sido reactiva. Antes del comienzo de esta guerra comercial la tarifa promedio que tenían los productos americanos en China estaba en el entorno del 10% y ahora, cuando se apliquen todas las medidas anunciadas (que, si no se impide, también será en diciembre de este año) estarán en el 25%.

¿Qué puede pasar? Es difícil de saber. Efectivamente las señales son contradictorias, en términos de declaraciones y reacciones de unos actores y otros podría asemejarse a una montaña rusa. Uno pensaría que el entorno sensato es que haya algún tipo de tregua comercial que permita que las economías no sigan deslizándose hasta tener menores crecimientos en los próximos trimestres. Pero lo único que está claro es que, si esta escalada continúa, el impacto económico será mayor y más negativo que el que ahora mismo estamos viendo.

P: Y más allá de la evidente guerra comercial que nos acabas de desgranar, ¿nos podrías hablar también de su interacción con la guerra tecnológica?

R: Este es un punto crucial porque, de hecho, la guerra comercial es parte de algo más complejo que es la interacción de tres áreas de relación internacional: por un lado, engloba cuestiones comerciales que se unen a disputas tecnológicas y a cuestiones de seguridad. Por tanto, estamos hablando de relaciones y equilibrios geoestratégicos muy complejos.

De hecho, esta guerra tecnológica tiene su manifestación más clara en la incomodidad de EEUU con algunas empresas de tecnología digital en China, por ejemplo. Por ahora, el debate es sobre la dominancia entre China y EEUU en múltiples ámbitos y, desde luego, desde un punto de partida bien diferente; pero pronto esto se va a trasladar a otras regiones. Europa no va a poder aislarse de tener un papel mucho más activo que el que ha tenido hasta ahora; o al menos intentarlo. Por tanto, lo que tenemos por debajo de esta guerra comercial es un conflicto de mayores dimensiones.

P: Nos encontramos entonces, como comentas, ante un nuevo equilibrio de fuerzas a nivel geoestratégico que dibuja un panorama especialmente incierto. ¿Se está notando ya un impacto material del mismo sobre el crecimiento económico? 

R: Sí se está notando. Lo que hace dos años eran avisos de economistas, organismos internacionales o bancos que hacían simulaciones de cuál podía ser el impacto de esta guerra comercial en la actividad, ahora se está materializando en datos económicos. La debilidad se está mostrando, sobre todo, en una reducción de las exportaciones a nivel mundial. Hace dos años las exportaciones globales estaban creciendo en torno al 6% anual y, de acuerdo con los últimos datos de 2019, este crecimiento se ha reducido hasta tasas que oscilan entre el 1% y el 2%. Cabe señalar que nunca ha habido un período alto de crecimiento en la economía global en la que el comercio internacional no haya crecido muy por encima de estos niveles. Además, los indicadores más débiles se están dando precisamente en aquellos ámbitos que se han visto más afectados por aranceles, como es el caso de la producción industrial. De hecho, aquellos países que se están desacelerando en mayor medida son, precisamente, los más abiertos al comercio internacional y con una mayor proporción de producción industrial en sus economías.

Por tanto, el impacto se está notando ya, aunque todavía no hemos visto hasta dónde puede llegar, no sólo en términos de volatilidad financiera, sino también en lo que respecta a las decisiones de inversión que puedan tomar los distintos agentes (inversores, empresarios) en este entorno tan incierto.

P: Vamos a pasar a otro foco de atención como son los bancos centrales. Tanto la Reserva Federal que recortó los tipos a comienzos de agosto por primera vez desde 2016 como el BCE, están dando señales cada vez más claras de que quieren mantener políticas monetarias expansivas. ¿Va a permitir esto contrarrestar la desaceleración provocada por las tensiones que antes comentabas?

R: Estas perturbaciones del canal comercial por la vía de tarifas, son lo que los economistas denominamos choques de oferta, que afectan a las economías a través de la reducción de la capacidad de producción y distorsionan las decisiones de inversión de las empresas. En la medida en que se produce un choque de oferta negativo, tiende a reducirse la capacidad de crecimiento de la economía. Por otro lado, los bancos centrales que han estado manteniendo políticas monetarias muy expansivas durante los últimos años,  están dando señales cada vez más claras de que quieren seguir por esta vía a través de la cual pueden ayudar a estimular la demanda interna. Por tanto, la combinación de un choque de oferta negativo y de una política monetaria que tienda a ser un choque positivo de demanda, puede generar una cierta compensación de esos efectos negativos de la guerra comercial. Pero hay tener en cuenta que esto hará que la composición del crecimiento sea distinta; en vez de estar impulsado por la inversión, va a estar más empujado, en términos relativos, por el consumo o la construcción. Se trata, pues, de crecimiento algo más frágil y con menos capacidad de ser sostenible en el tiempo. Además, otra de las cuestiones relevantes cuando hablamos de la política monetaria es que se ha estado aplicando durante varios años, ya se ha hecho mucho. Hay una discusión abierta que plantea que tal vez estemos cerca del límite de lo que ya la política monetaria puede ayudar en este contexto. No es que no vaya a tener impacto, pero ese impacto cada vez va a ser más reducido. Así pues, yo creo que no llegará a compensar la desaceleración. Al final lo que necesitamos para salir de esta zona de peligro de manera permanente, son aumentos de productividad y poco puede hacer la política monetaria para lograrlos. Puede ayudar pero no puede solucionar.

Si comparamos la situación a día hoy frente a hace dos meses, la probabilidad de que se produzca ‘brexit’ duro es más elevada hoy y no es necesariamente más baja respecto a cómo lo veíamos hace un par de semanas

P: Otro foco de preocupación es el ‘brexit’. Llevamos apenas dos semanas desde que comenzó septiembre y no han dejado de sucederse acontecimientos. Por un lado, una medida inédita, la suspensión del Parlamento británico y como reacción, la aprobación in extremis de una ley que impide un ‘brexit’ sin acuerdo y la posible convocatoria de elecciones. Después de todo esto, ¿consideras que el riesgo de que se produzca un ‘brexit’ duro se ha reducido? ¿Qué opciones veis como más probables? 

R: No me atrevo a hacer previsiones de naturaleza tan política en un entorno tan cambiante. Es muy complicado hacer previsiones en este contexto. La impresión que tenemos, para ir al núcleo de la pregunta, es que el riesgo de que se produzca un ‘brexit’ duro es alto y no se ha reducido mucho con los últimos acontecimientos. Puede haberse desplazado, incluso pueden haberse abierto nuevas opciones que no se consideraban antes. Pero yo diría que si comparamos la situación a día hoy frente a hace dos meses, la probabilidad de que se produzca ‘brexit’ duro es más elevada hoy y no es necesariamente más baja respecto a cómo lo veíamos hace un par de semanas. Tenemos la esperanza de que finalmente no tenga lugar, porque un ‘brexit’ duro desde el punto de vista económico es un despropósito. Además, al final, de una manera o de otra, se va a tener que producir una negociación entre el Reino Unido y Europa, que no deja de ser su principal socio comercial.

Pero un ‘brexit’ duro puede tener lugar. Si algo hemos aprendido en los últimos años en política es que dispararse un tiro en el pie es posible, porque a veces los costes no se visualizan  de manera inmediata y tienden a transmitirse a la economía con un cierto retardo. Esto puede hacer que determinadas decisiones o malos cálculos políticos puedan llevar a escenarios que, en realidad, nadie quiere.

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P: En lo que respecta a la zona euro, ¿cuáles son las previsiones de crecimiento de BBVA Research para 2019 y 2020? Preocupa mucho la posible entrada en recesión de Alemania y su efecto contagio a otras economías europeas. ¿Nos podrías poner en contexto la situación en la que se encuentra la economía germana?

R: Las estimaciones de crecimiento que tenemos para Europa, tanto para este año como el próximo, están algo por encima del 1%. Y sí, la situación de Alemania, que es una combinación de dos elementos, preocupa: el impacto de la guerra comercial, por un lado, y un consumo sólido. Lo que está pasando allí es un ejemplo claro de lo que le ocurre a un país que está muy abierto al exterior y que tiene un componente muy alto de la producción industrial. Alemania es uno de los países más abiertos de la Unión Europea y el sector industrial pesa casi un 25% en la economía. Por tanto, estos choques comerciales que están teniendo lugar, junto con el ‘brexit’, están afectando a la economía alemana. En el segundo trimestre el crecimiento ha sido ligeramente negativo y las previsiones para el tercer trimestre del año no son especialmente boyantes. De hecho, la probabilidad de tener esos dos trimestres consecutivos con un crecimiento negativo es alta, posiblemente superior a un 50%. En este sentido la situación es delicada ya que, además, lo que pasa en Alemania  afecta al resto de países europeos. Ahora bien, por poner esto en contexto, cabe destacar que la demanda interna, sobre todo el consumo, está yendo relativamente bien tanto en Alemania como en el resto de Europa. Es decir, por ahora, este choque negativo que se ve en producción industrial y en exportaciones no se está trasladando ni a empleo ni a consumo. Y esto le permite poder gestionar esta situación con una cierta tranquilidad, aunque no exenta de preocupación.

P: Respecto a lo que comentabas antes acerca de que la política monetaria puede no ser suficiente para compensar una desaceleración, el Banco de España ha pedido que los países con mayor capacidad de gasto (como es el caso de la propia Alemania) lo incrementen para paliar una eventual crisis. ¿Está la Unión Europea preparada para llevar a cabo este tipo de medidas?

R: Es un debate necesario. Efectivamente, como comentábamos antes, la política monetaria ya ha hecho mucho. Incluso, se puede argumentar que ha hecho demasiado, en el sentido de que todas las cartas se han puesto sobre la mesa a través de una única política cuando en general, la política económica tiene que estar formada por un conjunto de medidas más amplias. Por tanto, no estaría mal que viniera acompañada de otras políticas, bien sean estructurales o de naturaleza fiscal. Ahora, ante la pregunta de si está la Unión Europea preparada, pues la respuesta es que todavía no. Aún no tiene un marco que permita hacer una política fiscal europea. Espero que la nueva Comisión Europea, que además está realizando declaraciones políticas prometedoras, avance en el diseño de una arquitectura que permita incorporar una política fiscal al conjunto de instrumentos que tiene la Unión Europea. Pero, por el momento, no existe una política europea coordinada. Lo que sí pueden hacer algunos países que tienen mayor espacio fiscal  es aprovecharlo para implementar una política fiscal algo más contracíclica en un contexto de desaceleración. Por ejemplo, Alemania y Holanda si quisieran (y no les vendría mal) podrían hacer una política fiscal algo más expansiva. Pero política europea per se todavía no.

P: Como comentabas estamos iniciando una nueva etapa tras las elecciones europeas de mayo con un parlamento renovado y una nueva Comisión Europea. ¿Cómo valoras este resultado? ¿Consideras que puede contribuir a que se tomen ese tipo de medidas que mencionabas encaminadas a fortalecer la Unión Europea? Y, ¿cuáles deberían ser las prioridades en esta nueva etapa?

R: Espero que sí contribuya positivamente; al menos, están llevando a cabo las declaraciones adecuadas para pensar que los problemas están identificados. Siempre hay matices, velocidades distintas y sensibilidades diferentes, pero yo creo que, en general, si se mira lo ocurrido en los últimos años, hay que ver el vaso medio lleno. Ahora tenemos instituciones y políticas europeas que antes no teníamos. Por poner algunos ejemplos, los tenemos en el lado bancario en ámbitos de regulación, supervisión o resolución. Por tanto, avances ha habido.

Pero, al mismo tiempo, creo que se debe evitar la excesiva complacencia. Aprovecho para introducir cuáles son los que, desde mi punto de vista, tienen que ser los ejes de la política europea en este mandato que empieza. Lo primero: queda mucho para tener una voz europea a nivel global en política internacional, más allá de que seamos un conjunto de países más o menos coordinados. Necesitamos una política o una ‘voz’ europea en campos que vayan más allá de lo económico. De hecho, estamos viendo cómo las decisiones de países como China o EEUU han dejado de ser sólo económicas. Por no hablar de influir en políticas globales de cambio climático. Y en pensar políticas de competencia en este nuevo ámbito internacional. Esa voz europea se tiene que reforzar.

También queda mucho para finalizar una arquitectura que nos permita hablar sin ruborizarnos de una unión monetaria de verdad. Por ejemplo es importante contar con un presupuesto suficiente que permita una política fiscal común, un fondo de garantía de depósitos común, un mercado de capitales único, un activo europeo sin riesgo. Y, todo esto, que está en los papeles de debate económico-político, tiene que avanzar a lo largo de esta legislatura que empieza, y cuanto antes, mejor.

Jorge Sicilia visión económica BBVA Research

La probabilidad de que se produzca ‘brexit’ duro es más elevada hoy y no es necesariamente más baja respecto a cómo lo veíamos hace un par de semanas.

P: De Europa pasamos a España. En el mes de julio BBVA Research revisó al alza una décima las previsiones de crecimiento del PIB español para 2019 hasta el 2,3%, el doble de la eurozona. Días después el Fondo Monetario Internacional hacía lo mismo y subía su estimación también al 2,3%. ¿Nos puedes hablar de los factores que soportan esta revisión?

R: Cuando analizamos los indicadores de actividad, lo que consistentemente trasladan, desde hace ya seis meses, es que la economía se está desacelerando, más allá de que hayamos revisado una décima al alza del 2,2% al 2,3% la previsión de crecimiento de 2019. Esa decisión se tomó tras un comportamiento muy fuerte en el primer trimestre. Posteriormente, el segundo trimestre decepcionó y  los datos recientes están mostrando otra vez una vuelta a la debilidad. Se trata de una debilidad relativa, porque lo que tenemos es una economía que se está desacelerando y que ya está en torno a crecimientos trimestrales muy próximos al 0,5%. Eso augura que poco a poco el ritmo de crecimiento de la economía española se va a ir ralentizando y que el año próximo va a ser muy difícil que superemos un crecimiento interanual del 2%. En cualquier caso, hay elementos que soportan que todavía podemos mantener un ritmo de crecimiento superior al de las economías europeas: las exportaciones están yendo bien a pesar de este entorno internacional; tenemos, además, un sector de la construcción que viene rezagado en este ciclo y que ahora mismo está aumentando su aportación y contamos con el apoyo de una política monetaria expansiva que hace que la inercia en la que entró la economía española tras las reformas llevadas a cabo en 2012 y 2013 tras la crisis siga siendo buena. Pero, en ausencia de medidas estructurales, esta inercia se está desacelerando, y eso es una lástima, porque en la medida en la que hemos mantenido ritmos de crecimiento muy por encima del 0,5% trimestral, hemos sido capaces, en España, de reducir la tasa de desempleo de manera muy agresiva y eso ya se está frenando.

P: En línea con lo que estás comentando, recientemente el gobernador del Banco de España alertaba de que los riesgos de la economía se orientan a la baja. Entre otras cosas señaló que España no está preparada para afrontar un deterioro rápido de Europa, y a ello habría que añadir la incertidumbre política que podría desembocar en nuevas elecciones o el impacto que tendría que se produjera un ‘brexit’ duro. ¿Cómo podrían afectar estos factores a la economía española en su conjunto?

R: Siempre es difícil poner un número, pero todos ellos son riesgos a la baja en el proceso de crecimiento de la economía española, por varios motivos. Por ejemplo, antes de la crisis, España era una economía que crecía con una composición de exportaciones mucho menor a la que tiene ahora. Las exportaciones sobre PIB estaban por debajo del 30%, mientras que ahora están en la zona media del 30%, lo que nos ha permitido crecer en los últimos años, sin desequilibrios. Pero también hace que España, hoy por hoy, esté más expuesta al ritmo de crecimiento internacional que antes. Y, obviamente choques que puedan ocurrir en países como Alemania o Reino Unido nos afectarían. En concreto con Alemania tenemos un vínculo muy claro a través de las cadenas de producción del sector automotriz que ahora mismo está sufriendo. En cuanto al Reino Unido, en términos de comercio del sector industrial no somos de los países europeos más expuestos como lo es Alemania, por ejemplo. Pero sí tenemos una exposición alta en cuestiones relacionadas con las exportaciones del sector servicios, como el turismo o  la adquisición de vivienda. De hecho, los ingleses son los primeros compradores de vivienda en España. Por tanto, si todas las incertidumbres existentes se trasladan a un menor crecimiento de Reino Unido, a dudas acerca de cuál va a ser el tratamiento de los residentes en los distintos países y a una depreciación de la libra por la capacidad de compra de unos turistas que gastan bastante en España, las consecuencias van a ser negativas. Así que todos estos elementos que contemplas tienen un impacto negativo en la economía española.

P: Terminamos ya si te parece. Recientemente se hicieron públicos los datos de desempleo de agosto, que aumentó en 54.400 personas, mientras que la afiliación a la Seguridad Social mantuvo su debilidad, ¿qué valoración haces de estos datos? ¿qué previsiones tenéis en BBVA Research de cara al cierre del año?

R: Respecto a la tendencia que hemos tenido hasta ahora en el mercado laboral estos datos de agosto son débiles. Primero porque muestran una desaceleración. Y segundo, porque es una desaceleración: (I) que acompaña a otro conjunto de indicadores que también se están ralentizando y (II) porque está afectando a muchos sectores, muy claramente al sector servicios, pero también a la construcción, el sector primario y la industria. Por tanto,  si se cumplen nuestras previsiones, el proceso de creación de empleo va a ser cada vez más bajo. Este año estimamos que la creación de empleo (formato EPA) esté en torno al 2,4%, y que quede por debajo del 2% en el 2020. Todo eso hace que, aunque estimamos que la tasa de paro va a seguir reduciéndose, cada vez lo va a hacer a menor ritmo y vemos muy difícil que baje muy por debajo del 13% en 2020. Se trata de un escenario que no es positivo, porque un 12-13% de tasa de paro sigue siendo inaceptablemente alto y seguramente necesitará, para mejorar,  no solo medidas de demanda sino medidas de oferta que no estamos viendo actualmente en el debate de política económica.

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