Pantaleón Pérez de Nenin, la mirada más melancólica de Goya
Rembrandt, Velázquez y una imaginación desbordante fueron la inspiración de un Goya que llegó a Madrid para convertirse en el pintor predilecto de la corte. Dos siglos después, el Museo de Bellas Artes de Bilbao rinde homenaje a uno de los talentos más prodigiosos de la pintura española. La exposición ‘Goya y la corte ilustrada’, que se podrá visitar hasta el 28 de mayo de 2018, contará con una de las joyas de la Colección BBVA, la mirada melancólica de Pantaleón Pérez de Nenin.
Nacido en 1779, Pantaleón era el segundo hijo de una familia hidalga bilbaína dedicada al comercio. Los Pérez de Nenin habían impulsado económicamente el regimiento de Húsares de la reina María Luisa, cuerpo de caballería en el que Pantaleón ingresa con tan solo 16 años con rango de primer teniente pese no haber recibido formación militar previa.
El momento de mayor esplendor en su carrera llega tras el breve conflicto que tuvo lugar entre España y Portugal en 1801, conocido popularmente como la Guerra de las Naranjas. El motivo de la contienda no fue otro que la negativa del gobierno portugués a obedecer el bloqueo continental impuesto por Napoleón a Inglaterra. Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV, decidió acceder a la demanda de los franceses, que habían pedido a la corona española que declarara la guerra a Portugal. Marchó hacia la frontera encabezando un ejército compuesto por 60.000 hombres, entre los que se encontraba el regimiento de húsares de la reina María Luisa.
Los lusos, pese haber reunido 40.000 hombres bajo el mando del duque de Laföes, apenas opusieron resistencia. Confiaban en que entre las intenciones de Godoy no entrara arrebatarles territorio, tan solo imponer el bloqueo. Sin embargo, en apenas 18 días, el ejército español ocupó varias plazas portuguesas entre las que se encontraba Olivenza, que a día de hoy sigue siendo territorio español. Gracias a su actuación en la contienda, Pantaleón Pérez de Nenin fue ascendido a capitán.
Don Pantaleón Pérez de Nenin - Colección BBVA
Sin embargo, salvo este breve conflicto, Pérez de Nenin tan solo prestó servicio en tiempos de paz acompañando a la familia real en sus habituales cambios de residencia. En 1808, tras la muerte de su hermano, Pantaleón se ve obligado a regresar a su ciudad natal para hacerse cargo de los negocios familiares. Gracias a su “conducta sobresaliente” se le concede el retiro como ayudante disperso en Bilbao.
Antes de su partida, y como recuerdo del estatus alcanzado dentro de la corte, decidió posar para el pincel de Goya. El pintor plasmó a un hombre de 32 años, de más de metro ochenta que, pese a presentarse erguido y orgulloso, no muestra actitudes militares. La expresión de su mirada delata melancolía, algo que el maestro supo resaltar con gran habilidad convirtiéndole en uno de los principales puntos de atención.
Detalles como el penacho rojo, elemento diseñado para impresionar al enemigo, con las plumas desordenadas revelan el ánimo del militar. El pincel de Goya no solo recoge las apariencias, también capta el alma del retratado. Pese a los colores brillantes de su indumentaria, el protagonista se muestra apagado, plasmando el “afecto hipocondriaco espasmódico” que alegó como enfermedad en su retiro. Dos siglos después, y con un ánimo más tranquilo, Don Pantaleón Pérez de Nenin regresa a Bilbao con la corte de Carlos IV.