Los pagos, el accesorio extra de los coches conectados
Puede que dentro de unos años no se pague con dinero, ni con tarjeta y ni siquiera con el móvil, sino a través del coche. La conectividad de los vehículos cambiará la forma de gestionar el tiempo y el dinero, pero aún hay obstáculos que resolver.
Por todo el planeta circulan ya unos cien millones de vehículos conectados. Y es solo el principio: las previsiones de crecimiento son espectaculares. PwC pronostica que en 2025 serán 470 millones; Business Insider Intelligence cree que por entonces serán 293 millones; la consultora Gartner, por su parte, calcula que circularán 250 millones de coches conectados dentro de solo dos años.
Además, cualitativamente, la conectividad que hoy conocemos nos parecerá en un par de décadas un juego de niños: actualmente hablamos de poco más que de servicios básicos ligados a la seguridad vial, pero en unos años la realidad será el coche autónomo, hiperconectado por definición.
El símil empieza a ser recurrente: los coches se van a convertir en una especie de ‘smartphone gigante’, donde consumir y compartir contenidos digitales y audiovisuales y también comprar casi cualquier cosa, como se hace actualmente con el teléfono móvil.
Las perspectivas para las diferentes áreas de negocio son muy interesantes. Por ejemplo, los departamentos de marketing se van a encontrar con un nuevo canal de comunicación en el que la audiencia estará ‘semicautiva’, como ya sucede a bordo de un avión o el andén de un metro. Además, los usuarios de aplicaciones de chat y de redes sociales estarán aún más conectados.
Pero un reciente informe de Business Insider Intelligence pone el foco en lo que la oportunidad sin explotar del vehículo conectado son los pagos. Este enorme negocio latente se debe, básicamente, a dos motivos: el ciudadano medio, especialmente en Estados Unidos, pasa mucho tiempo en su coche (allí se realizan 1.100 millones de viajes diarios en automóvil, cuatro de media por estadounidense) y, además, hay varias compras que se ajustan a la experiencia de viajar en coche, desde gasolina, peajes o el parking, hasta los productos de limpieza y alimentación que se pueden recoger en el supermercado de vuelta a casa.
Ya hay empresas pioneras de esta nueva forma de negocio. En Reino Unido, los conductores de Jaguar pueden repostar en las gasolineras de Shell sin bajarse del coche, con Apple Pay y PayPal. Y Visa y Honda ya experimentan el pago desde el coche de la gasolina y el aparcamiento.
Baches en el camino
Pero el informe de BI Intelligence plantea también algunas dudas sobre su implantación masiva en los vehículos conectados. Su moderado escepticismo se basa en la experiencia del pago en los móviles y las dudas sobre seguridad.
A pesar del empuje de dos empresas tan potentes como Apple y Samsung, el pago a través del móvil solo es una realidad en uno de cada cuatro de sus potenciales usuarios. El problema parece radicar en que los usuarios no parecen ver la ventaja de pagar con el móvil: el 74% de los estadounidenses adultos no pagarían por el móvil por muchas mejoras técnicas que se añadiesen a estos servicios, señala la consultora.
El otro problema es la seguridad, ya que “los 'hackers' tienden a atacar masivamente a las tecnologías más nuevas y débiles”, dice BI Intelligence. Mientras se van resolviendo estos escollos, la disrupción de la industria del automóvil avanza en todo tipo de ámbitos.
Por ejemplo, IBM ya trabaja, a través de Watson, en las aplicaciones de la inteligencia artificial en el automóvil, para conocer mejor al conductor, sus costumbres y sus necesidades, y acaba de dar un paso importante al aliarse con BMW y su recientemente presentada plataforma de datos abiertos, BMW Car Data.
La tecnología ‘blockchain’ también jugará su papel, por ejemplo, en el mercado de segunda mano: la cadena de bloques permite una trazabilidad precisa del uso del coche, las revisiones que ha pasado, las piezas que se le han cambiado...
Y el ‘big data’ transformará la gestión del tráfico y la industria del seguro: el coche inteligente será también un proveedor de datos, proporcionando información muy útil tanto para los gestores de las infraestructuras como para las aseguradoras, que podrán ‘premiar’ a los conductores más respetuosos con las normas.
Pagar en el coche y con el coche será solo una anécdota más en la nueva era de la automoción.