¿Cómo pagaremos en unos años? Así avanza la revolución de los medios de pago
Vaya despidiéndose de los billetes y las monedas. Todo apunta que en unos años serán un recuerdo del pasado, pero aún queda mucho por aclarar sobre el futuro de los medios de pago. Estamos solo al comienzo de esta revolución.
La industria de los medios de pago ha sido de las primeras en abordar un proceso de transformación digital al que se enfrentan la economía y la sociedad en general. Y lo ha hecho una enorme velocidad: ya muchos ni conocen ese mundo en el que cada pago con tarjeta debía ir acompañado de una firma en el recibo. Cada vez más se utiliza el pago con tarjeta sin contacto, con el móvil, a las transacciones financieras instantáneas…
Detrás de todos estos pequeños cambios cotidianos hay muchísimo movimiento, tanto regulatorio -la directiva europea PSD2, es un elemento clave- como tecnológico -el software, es el motor de la industria de los pagos- y empresarial.
Nuevos actores han llegado a la industria de los medios de pago. Algunos son grandes empresas de sectores relacionados, como operadores de telefonía, fabricantes de móviles y gigantes tecnológicos. Por otro, crece y crece el universo fintech, la simbiosis de los dos mundos habilitantes de los pagos, las finanzas y la tecnología. Todos ellos se suman a los protagonistas tradicionales del sector, bancos y redes internacionales de intercambio, que conscientes del cambio también se han puesto en marcha. BBVA ha sido pionero en este campo, con el lanzamiento a finales de 2013 de BBVA Wallet, que se ha consolidado ya como la aplicación móvil bancaria más descargada en España.
Nuevas formas de pago
En España, los pagos en efectivo están perdiendo terreno poco a poco según se desprende del informe presentado por la consultora tecnológica Tecnocom sobre tendencias en medios de pago. El número de operaciones de compra con tarjeta creció en 2015 hasta el 7,2%, en línea con lo registrado el año anterior. El parque de Terminales de Punto de Venta (TPV) subió un 13% (más de millón y medio de máquinas, la mayoría contactless) y los pagos en comercio electrónico sumaron, también en 2015, 20.000 millones de euros, con un alza del 25,9%. También aumentó el número de tarjetas de pago en circulación, hasta los 2,2 millones de plásticos, recuperando los máximos históricos alcanzados en 2008.
En España, los pagos en efectivo están perdiendo terreno poco a poco
Esas son ofertas de pago ya consolidadas; entre las más recientes destaca la generalización de la oferta de wallets digitales y la reciente creación de dos plataformas de pago para transferencias inmediatas móviles, de cuenta a cuenta, lanzadas comercialmente a mediados de este 2016. Como Bizum, en la que participa, con más de una veintena de entidades más, BBVA, y Ealia, de Cecabank, el banco de la Confederación Española de Cajas de Ahorro.
El cliente manda
En este sentido, Ignacio Bañón, de BBVA, explica en el informe de Tecnocom los puntos clave para los clientes en relación con los nuevos métodos de pago: tienen que ser sencillos y seguros, y tienen que mejorar lo que el cliente ya tiene, por ejemplo, ofreciendo un mayor control de sus gastos y ofertas de fidelización. Estas son algunas de las ideas clave que están detrás de BBVA Wallet.
Otra tendencia se está viendo reforzada: todo converge hacia el móvil. El cliente exige rapidez, inmediatez y ubicuidad, y allí el aparato que todo el mundo lleva encima, es imbatible. Lo que no está tan claro es si el smartphone se confirmará como el principal canal para todo tipo de pagos, tanto presenciales (sin contacto) como remotos.
El futuro de los pagos está ligado a la creación y adopción generalizada de nuevas formas de autentificación más personalizadas, como los recursos biométricos y el geoposicionamiento. El objetivo, además de reducir todo lo posible el fraude, es la eliminación de las contraseñas estáticas, que requieren memorización activa. Para lograrlo, ya existen iniciativas de cooperación como la alianza FIDO, Fast IDentity Online, impulsada entre otros por PayPal y Lenovo. Porque la cooperación entre todas las entidades es fundamental: ya se sabe que una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil, y cualquier fraude afecta a la reputación de todo el universo de los medios de pago.
Puede parecer un escenario futurista, pero la realidad es que los cambios no han hecho más que empezar, y a la vuelta de la esquina se intuyen nuevas revoluciones, como la aplicación de blockchain a los pagos, y el Internet de las cosas, con la consiguiente generación de un enorme volumen de micropagos autoprocesados por los objetos.