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Ciencia y tecnología Act. 02 nov 2018

¿Oyes los colores? No es tu imaginación, es sinestesia

“Ahora escucho a Goya y a Dalí. Ir a un supermercado es como ir a una discoteca.” Por increíble que parezca, no es ciencia ficción. Neil Harbisson es el primer cíborg reconocido de la historia. Gracias a una antena implantada en la cabeza, puede oír los colores. Su pasión por la innovación y su afán por desafiar los límites de lo humanamente posible llamaron la atención de Jordi Roca, mejor repostero del mundo en 2014 y copropietario, junto a sus hermanos, de El Celler de Can Roca.

Fotografía recurso inteligencia artificial a health blog

Ambos se han unido para crear el ‘tocaplatos’, un cromáfono que permite traducir a música los colores. Neil Harbisson es capaz de percibir una realidad que muchos experimentan sin recurrir a la tecnología. En estos casos es posible gracias a la sinestesia, un fenómeno neurológico que experimenta el 4% de la población mundial y que consiste en que un mismo estímulo provoca varias percepciones diferentes, es decir, cuando estas personas escuchan una melodía, a la vez perciben un color.

Se trata de una realidad más frecuente entre personas creativas. Algunos de los grandes genios de la música, la pintura y la literatura eran sinestésicos.

Franz Liszt guiaba a la orquesta con indicaciones tan peculiares como: “Un poco más azul por favor, este tono lo requiere” o “un profundo violeta…no tan rosa”. Aunque para el compositor austríaco eran consejos totalmente lógicos y con fundamento, para los músicos, seguramente, no serían más que excentricidades propias de un artista.

No se sorprendería, sin embargo, David Hockney, uno de los artistas británicos más influyentes del siglo XX, que diseñó escenografías de algunas de las óperas representadas en La Scala de Milán o en la Metropolitan Opera House de Nueva York. Para él, acertar con el diseño que acompañara a una obra no era un problema, puesto que él mismo, como Liszt, veía colores donde la mayoría sólo oía música.

Fotografía recurso pinturas

De Dan Wilton/The Red Bulletin - http://www.flickr.com/photos/25958224@N02/8122856863, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=28956383

El autor de Lolita, Vladimir Nabokov, se describía a sí mismo como un “buen caso de oído coloreado”. Los diferentes fonemas del alfabeto inglés le sugerían cosas tan dispares y sorprendentes como el caucho vulcanizado (para la ‘g’) o una rasgadura de un trapo ennegrecido (para la ‘r’), entre otros. Además, Nabokov también hace referencia en su autobiografía “Habla, memoria” a la sinestesia de sonido y forma: “Veo a la ‘q’ más castaña que la ‘k’, en tanto que la ‘s’ no tiene el azul pálido de la ‘c’ sino una curiosa mezcla de azul celeste y nácar”.

La sinestesia, un fenómeno neurológico

Según Helena Melero, investigadora del departamento de Psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid, la sinestesia “se produce cuando la estimulación de un sentido además de desencadenar la percepción que le es propia produce la activación de otro sistema sensorial no estimulado directamente”. Este fenómeno no es ni una malformación ni una enfermedad. De hecho, tampoco es una rareza.

Richard Cytowic, neurólogo especializado en el tema, sostiene que una de cada 23 personas tiene algún tipo de sinestesia. El más común es percibir los días de la semana con colores. Además, las probabilidades de desarrollar un segundo o tercer tipo de sinestesia son del 50%.  Curiosamente, estas personas no son conscientes de que la realidad que ellos ven no muchos la comparten. A menudo, incluso, se sorprenden cuando descubren que no todo el mundo puede oír los colores, ver la música o tocar los sabores.

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La sinestesia es más común en personas creativas

V.S. Ramachandran, neurólogo y director del Center of Brain and Cognition de la Universidad de California de San Diego, expone en una charla TED qué ocurre en el cerebro de las personas sinestésicas.

El cerebro está divido en diferentes áreas que procesan la información relativa a los colores, formas, números etc. y éstas están conectadas entre ellas. Pero la mutación de un gen puede provocar anomalías en las conexiones y, según en qué áreas se manifieste, originará un tipo de sinestesia u otro.

También es posible que el gen mutado esté presente en diferentes regiones del cerebro, provocando la interconexión entre todas ellas. En ese caso, las personas afectadas tienen una mayor capacidad para crear metáforas y de ahí que existan tantos artistas sinestésicos.

Y tú, ¿eres sinestésico?

En nuestro alfabeto, una forma (letra) corresponde a un fonema. Pero existen otras formas como estas dos, ideadas por Wolfgang Köhler, que no nos son familiares. Ramachandran las asocia con un abecedario “marciano” y les atribuye un nombre: una se llama “kiki” y la otra “bouba”. Curiosamente, el 95% de las personas están de acuerdo en cuál es cuál.

¿Sabrías distinguirlas?

Fotografía del test Kiki y Booba para sinestésicos

Test "kiki"/"bouba" - Center for Brain and Cognition, UCSD

La asociación que hace nuestro cerebro se da entre el córtex auditivo y el visual. En la palabra “kiki”, hay una inflexión que se traduce en una forma puntiaguda. Lo mismo sucede con la forma “bouba”, que corresponde a la figura de la izquierda.  Este test prueba que, en el fondo, todos somos, de alguna forma, sinestésicos.