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Ciencias Act. 02 nov 2018

Ocho radiotelescopios para fotografiar un agujero negro

El año en que el mundo se despide de Stephen Hawking, uno de los principales expertos mundiales en agujeros negros, puede ser también el que se consiga ver por primera vez uno de estos enormes sumideros cósmicos. Ocho radiotelescopios de todo el planeta se han unido para sacar la primera foto al agujero negro que hay en el centro de la Vía Láctea.

ESO, ESA/Hubble, M. Kornmesser

Michael Kramer, director del Instituto Max Planck de Radioastronomía, ha explicado en una conferencia pronunciada en la Fundación BBVA cómo los radiotelescopios que participan en el proyecto Event Horizon Telescope dedicaron el año pasado cientos de horas a observar Sagitario A*, con el objetivo de “sacar una foto a este agujero negro supermasivo que hay en el centro de nuestra galaxia”. O, para ser más precisos, a su horizonte de sucesos, un punto desde el que ni siquiera la luz puede escapar a la atracción del agujero negro.

Esta investigación no desvelará el misterio de lo que ocurre en el interior de un  agujero negro, pero permitirá comprobar algunas de las predicciones de Albert Einstein sobre la gravedad: “La Relatividad General describe la gravedad como la curvatura, del espacio-tiempo; en el centro de un agujero negro el espacio-tiempo se curva demasiado, y nuestra física y muestras matemáticas no pueden describir ese estado”, señala Kramer. “Pero se ha postulado que todo agujero negro debe tener un horizonte de sucesos, que bloquea nuestra visión al interior del agujero y que es la distancia del centro del agujero a la que la luz ya no puede escapar”.

Kramer es un experto a la hora de poner a prueba a la Teoría de la Relatividad General. El equipo de investigadores que dirige en el Instituto Max Planck  ha sometido a esta teoría a su test más exigente hasta la fecha, comprobando que sus predicciones logran efectivamente describir uno de los objetos más difíciles de imaginar para la mente humana: un púlsar doble.

Los púlsares –explica Kramer– “ocupan lo mismo que la ciudad de Madrid, pero pesan un 40% más que el Sol”. Son estrellas muertas que en su día explotaron como supernovas. En ese tipo de explosión las estrellas colapsan hacia su propio centro, y el resultado es un cadáver estelar muy denso, cuya intensísima fuerza de gravedad puede llegar a formar un agujero negro.

Los púlsares ocupan lo mismo que la ciudad de Madrid, pero pesan un 40% más que el Sol”

Los púlsares son, en ese sentido, un estadio anterior a los agujeros negros: su gravedad es muy alta, pero no tanto como para tragar la luz. A cambio, los púlsares tienen sus peculiaridades. Una es que rotan velozmente, entre decenas y miles de veces cada segundo, mientras emiten un chorro de radiación; cuando con cada giro ese chorro apunta a la Tierra, los telescopios terrestres reciben un pulso de energía, como un faro.

La precisión de los púlsares es tal, que los de milisegundo marcan el tiempo mejor que los relojes atómicos humanos –de ahí que el primero descubierto, en 1967, hiciera pensar en una civilización extraterrestre.

Hoy se conocen unos 1.800 púlsares, y se sabe que muchos tienen un objeto compañero que gira a su alrededor. En 2003 Kramer y otros astrofísicos descubrieron a solo 1.500 años luz de la Tierra uno de estos púlsares dobles. Los científicos enseguida pensaron en usarlos para someter a la Teoría de la Relatividad General a su examen más exigente en condiciones de gravedad intensa.

“En efecto, logramos [hacer estas pruebas] solo tres años después del descubrimiento del púlsar doble”, explica Kramer. “Nuestros resultados confirmaron la validez de la Relatividad General con una exactitud del 0.05%, lo que supone con mucho la mayor precisión jamás obtenida en condiciones de alta gravedad”.