Océanos de plástico
Desde los años cincuenta se han producido alrededor de 8.300 millones de toneladas métricas de plástico vírgenes a nivel mundial. Su crecimiento anual es del 8,6%, una cantidad desorbitada si se tiene en cuenta que supone más del doble del crecimiento medio del PIB mundial. Según un artículo de BBVA Research, ‘Lucha contra la contaminación de los océanos por plásticos’, la mayoría terminan en los océanos, afectando al organismo de los seres vivos que habitan en él y, en consecuencia, al ser humano y su entorno.
El plástico dedicó sus primeros años a salvar la vida de animales. Así comienza la historia de este material según Susan Freinkel en su libro ‘Plástico: un idilio tóxico’. Todo comenzó a mediados de siglo XIX, cuando la mayoría de productos que hoy en día se producen con plásticos (las teclas de pianos o peines, por ejemplo) se fabricaban con el marfil de los elefantes, poniendo a la especie en peligro de extinción. Con el plástico todo parecían ventajas: alta resistencia a la corrosión, alta resistencia en relación con el peso, alta durabilidad, baja conductividad eléctrica y térmica, baja toxicidad y atractivo visual. Cualquier cosa podía hacerse con este material de usar y tirar, lo que reducía la explotación de otros recursos y, lo mejor de todo, a un coste muy bajo.
Bolsas, pasta de dientes, chicles, botellas, marcapasos… La versatilidad del plástico lo ha hecho imprescindible en la vida diaria y distintos sectores: de embalaje, construcción, transporte, textiles o eléctricos, entre otros. Su presencia se ha multiplicado a pasos agigantados y, más que una ayuda se han convertido en un plaga a la que erradicar. Según el servicio de estudios de BBVA, en 2017, la producción mundial de plásticos fue de casi 410 millones de toneladas métricas, lo que equivaldría a más de mil millones de kilogramos.
El plástico termina recorriendo un camino (el 90% de las veces a través de ríos) que desemboca en el océano e invade el ecosistema de millones de especies marinas. Esta contaminación está presente tanto en la superficie como en el fondo marino, en costas de todo el mundo e incluso en el hielo ártico. La situación es crítica ya que, el hecho de que este material no sea biodegradable, no logra frenar su efecto multiplicador y, en consecuencia, su expansión.
En 2017, la producción mundial de plásticos fue de casi 410 millones de toneladas métricas.
Pero, ¿cómo puede multiplicarse este material? Tal y como indica BBVA Research en el artículo, la fragmentación del plástico es posible debido a la luz solar y el agua por lo que, con el tiempo, pedazos de plásticos menores de 5 mm de largo (algunos menores a 100 nanómetros), terminan en el organismo de los seres marinos. Este hecho se convierte en una amenaza para numerosas especies y el bienestar de miles de millones de personas porque, al seguir la cadena alimenticia, el ser humano es el siguiente eslabón afectado a través del consumo de pescado.
En este contexto, la contaminación de las playas y la intrusión del plástico en la vida marina ha escandalizado a la opinión pública, haciéndose eco en las redes sociales, cuyos usuarios se han visto afectados ante las fotografías de tortugas y mamíferos marinos asfixiados con bolsas, aves atrapadas y playas convertidas en vertederos de plástico como las de Indonesia o Mumbai, por mencionar algunas.
Y es que las cifras de plásticos en el entorno natural llegan a ser escandalosas y, sin embargo, muy necesarias para la concienciación sobre su consumo y gestión como residuo. Marcial Nava, principal economista de BBVA Research en EE. UU., señala que hay aproximadamente “6.300 millones de toneladas métricas de residuos plásticos generados por los seres humanos desde 2015, solo un 9% se recicló, y un 12% se incineró. El 79% restante se depositó en vertederos o en el entorno natural”. Sin ir más lejos, la friolera cifra de 8 millones de toneladas métricas de plástico se vierten cada año en el océano, lo que equivale a la carga completa de un camión de la basura por minuto. En 2050 se estima que habrá unas 12.000 millones de toneladas métricas.
Contra la contaminación de los océanos: iniciativas y acuerdos
La presión pública es fundamental para movilizar la adopción de medidas del Gobierno y otras organizaciones y organismos. Diferentes iniciativas como la de National Geographic y el reto ‘#YoElijoPlaneta’ se suman a otras mencionadas en ‘Lucha contra la contaminación de los océanos por plásticos’. Bye Bye Plastic Bags, por ejemplo, es la iniciativa de dos adolescentes de Bali que consiguieron eliminar el uso de bolsas de plástico en su ciudad y El Banco del Plástico permite a la gente cambiar botellas de de este material por dinero efectivo o 'tokens' digitales.
La intrusión del plástico en la vida marina ha dejado fotos que han impactado en la opinión pública.
El arte también invita a reflexionar con obras como Skyscraper, la escultura de una ballena realizada por Studio KCA. Con un peso de 5.000 kilogramos, la escultura se sitúa en Brujas (Bélgica) y fue construida con plásticos procedentes de los océanos Pacífico y Atlántico.
Además, las empresas se suman con otras iniciativas de responsabilidad social y sostenibilidad. Por ejemplo, la cadena sueca de tiendas de ropa H&M lanzó en 2017 una colección sostenible y, recientemente, Coca-Cola se puso el objetivo de reciclar el 100% de las botellas y latas que venda en 2030. Como banco, BBVA adoptó en febrero una nueva estrategia para impulsar el desarrollo sostenible y luchar contra el cambio climático comprometiéndose a movilizar 100.000 millones de euros en financiación verde, infraestructuras sostenibles, emprendimiento social e inclusión financiera.
Mundialmente y a finales del mes pasado, 250 organizaciones firmaban en la isla de Bali un acuerdo contra el plástico, liderado por la Fundación Ellen MacArthur en colaboración con ONU Medio Ambiente. Su objetivo es crear “una nueva normalidad” para la producción y gestión de empaques de plástico, que sería posible gracias a un sistema de economía circular. En ella, los plásticos nunca se convertirían en desechos ya que se eliminarían los empaques problemáticos o innecesarios y se aseguraría un embalaje de plástico 100% reutilizable, reciclable y compostable.
El vertido de plásticos en los océanos es un problema a nivel mundial y, aunque el reciclaje contribuya a la causa, su capacidad no supera la velocidad de contaminación. Esto es tan solo la punta del iceberg ya que la mayoría del plástico se ha generado en los últimos 18 años. La eliminación de la contaminación de los océanos por plásticos, concluye Marcial Nava, requiere una actuación “coordinada a gran escala que implique a los ciudadanos, empresas, Gobiernos y organizaciones multilaterales”. Un esfuerzo que hay que asumir de manera inmediata para poner fin a los océanos de plástico.