¿No hay campesinos en el campo colombiano?
Los procesos de migración rural-urbana en Colombia han sido muy dinámicos desde la década de 1970. En promedio, cada año migró un millón de colombianos del campo a la ciudad entre 1970 y principios de los años 1990. Hoy en día, el 77% de los habitantes residen en las zonas urbanas del país y desde 1980 la población urbana creció en 18,7 millones de personas. Al contrario, la población rural creció sólo en 1,4 millones de personas en el mismo período.
Pese a que desde finales del siglo XX el crecimiento de las áreas urbanas redujo notablemente su velocidad de los años anteriores, estabilizándose la tasa de urbanización en rangos similares, la priorización pasada de los otrora campesinos (y sus familias) por la vida citadina mantuvo a la población rural en casi los mismos niveles que se registraron en la década de 1960 (11,4 millones de personas). Como consecuencia, actualmente los períodos de crecimiento de la cosecha agrícola tienen dificultades para encontrar la suficiente mano de obra.
Fuente: BBVA Research con datos del DANE
Un ejemplo: el mercado cafetero
Se acerca la cosecha cafetera de 2016. Desde el mes de septiembre se empiezan a recolectar los primeros granos madurados. Luego, a partir del mes de octubre, cuando la maduración es más generalizada, y hasta diciembre de este año, la cosecha exige un mayor trabajo para ser recolectada.
En Colombia, el café se produce en al menos 19 departamentos del país, los cuales han conformado comités departamentales y municipales de cafeteros. En el año calendario de 2015 se produjeron 14,2 millones de sacos y, para este año, se espera una producción de alrededor de 14,0 millones de sacos.
Fuente: BBVA Research con dato de Federación Nacional de Cafeteros
Sin embargo, la demanda por mano de obra que exige el período final de 2016, para asegurar un nuevo año de producción récord en el país, corre el riesgo de no ser satisfecha. Se requieren 60.000 trabajadores para este propósito. De hecho, hace poco vimos a los dirigentes gremiales y de los comités cafeteros recurriendo a los medios de comunicación para alentar a las personas sin empleo a asegurarse un salario semanal de entre 100 mil y 200 mil pesos libres (después de alimentación y hospedaje), según el desempeño, en las fincas cafeteras de todo el país.
Y es que mientras que la tasa de desempleo en todo el país es superior al 9%, en los poblados cafeteros del centro y el sur del país, según datos de los dirigentes cafeteros, se ubica por debajo del 6%. De esta forma, la mano de obra tendría que movilizarse desde otros sitios del país o, siendo más ambicioso, tendría que requerir el retorno de los campesinos que migraron a las ciudades por nuevas oportunidades, no siempre satisfechas.
Nuevas oportunidades de retorno de los campesinos al campo
En el largo plazo, el sector rural colombiano puede tener elevadas oportunidades de desarrollo y de atracción de nuevos habitantes a sus territorios. Por una parte, los proyectos de infraestructura que están en marcha pretenden mejorar las conexiones del país: entre los centros de producción, las ciudades principales y los centros logísticos (territorios cercanos a puertos y aeropuertos).
Por otra parte, las mayores inversiones que pretende hacer el Estado para el desarrollo agrícola (en el marco del punto 1 del acuerdo final del proceso de paz) podrían significar un nuevo aire para el campo. Generarían un aumento de la productividad, del suministro interno de alimentos y la apertura de nuevos mercados externos. Sin embargo, los beneficios de estas mayores inversiones en el sector agrícola no son inmediatos. Hay que ser pacientes para ver sus efectos positivos. ¡Quizás en el futuro volveremos a ver más campesinos en el campo!