Un escenario de bajo crecimiento económico apunta a una política fiscal contracíclica
La disciplina fiscal es fundamental ante el escenario de bajo crecimiento económico que ha tenido México en los últimos meses, derivado de factores internos y externos que están impactando su comportamiento y que apuntan a considerar una política fiscal menos restrictiva, que mitigue los efectos de la desaceleración económica, señala Carlos Serrano Herrera, economista jefe de BBVA México.
En su artículo 'México requiere una política fiscal contracíclica; un consejo fiscal ayudaría', publicado en el periódico El Financiero, Serrano apunta que en el panorama económico que vive el país es importante que se considere para 2020 un superávit primario de menor magnitud al considerado para este año de 1% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que, en su opinión, sería “bien recibido por los mercados”.
En lo que se refiere a la disciplina fiscal, el economista jefe de BBVA México señala que es necesario mantenerla para conservar los buenos fundamentales macroeconómicos del país, que se encuentran en un entorno de incertidumbre, derivado de algunas decisiones tomadas por la nueva administración. En ese sentido, sugiere apuntar hacia un déficit estructural más bajo y agrega que cuidar el ancla fiscal también permitirá “evitar una trayectoria ascendente de la deuda como porcentaje del PIB”.
Cuidar el ancla fiscal también permitirá evitar una trayectoria ascendente de la deuda como porcentaje del PIB
El economista explica que “el déficit estructural es aquel que se da a lo largo de los ciclos económicos; se estima no tomando como referencia el crecimiento observado sino el crecimiento potencial de la economía”. Es decir, se puede relajar la política fiscal cuando el crecimiento económico es menor y ser restrictiva con un mayor crecimiento, lo que ayuda a lograr un equilibrio fiscal a mediano plazo y determina una política fiscal contracíclica.
Serrano puntualiza que una política fiscal contracíclica debe dar certeza a los mercados y estar basada en la credibilidad. Detalla que en México la historia refleja que “tendrá que remar a contracorriente” porque desde 1995 y hasta 2008 el país tuvo un superávit fiscal primario, lo que propició que descendiera la deuda como porcentaje del PIB a niveles de 27%, un porcentaje bajo para un país emergente. Añade que es así como el ciclo de prudencia fiscal termina en 2009 marcado por la contracción de la economía.
De acuerdo con Serrano, en ese momento era apropiado implementar una política fiscal laxa ante una severa recesión económica. Hasta 2016, México volvió a tener un superávit primario “cuando mercados y calificadoras dieron un toque de atención al gobierno y cuando la deuda había alcanzado casi 50% del PIB”. Al respecto señala que la Ley de responsabilidad fiscal requiere de una revisión que establezca que los gobiernos estén obligados a tener un superávit primario una vez que la economía se recupere.
La disciplina fiscal es necesario mantenerla para conservar los buenos fundamentales macroeconómicos de México
El economista advierte que una política contracíclica representa varios retos. El primero es la credibilidad para garantizar un marco legal que no deje dudas de que la disciplina fiscal será restrictiva en partes altas del ciclo económico. El segundo está vinculado con tener una estimación adecuada del potencial de crecimiento económico, pues es lo que permite definir los ciclos económicos.
Serrano precisa que en el entorno actual es complicado definir ese crecimiento económico por el panorama de menor inversión. Sugiere entonces “formar un consejo fiscal independiente que se encargue de determinar dicho crecimiento potencial”. Añade que tomará tiempo implementar un marco legal para que se pueda aplicar una política fiscal contracíclica y dice que ante un crecimiento económico estancado se debe proponer un superávit que oscile entre 0.2% y 0.4%.
La colaboración completa para el periódico El Financiero se publicó el 15 de agosto de 2019 y puede consultarse en este 'link'.