Santiago Arau, el fotógrafo en los tiempos de la pandemia

Con multitudes de seguidores virtuales en Instagram  el profesional de la lente llevaba una racha envidiable desde la publicación, en noviembre del año pasado, de 'Territorios' (Fundación BBVA México/Sexto Piso, 2019) y de la inauguración, el 28 de febrero de este 2020, de su exposición del mismo nombre en el Colegio de San Ildefonso. Luego vino su registro del histórico 8M, la numerosa movilización de mujeres, que en la capital mexicana coincidió con el florecimiento de las jacarandas (“es muy simbólico que haya sido el último gran evento público masivo que hubo en esta ciudad, a una semana de que cerrara todo”, acota). De nuevo sus fotos aéreas, teñidas de lila y morado, viajaron por las redes y por todo el mundo. Luego vino la pandemia, con los temores, el confinamiento y todo lo que trajo consigo.

El registro ambicioso de rostros y espacios

Arau no paró. Desde principios de marzo se dedicó a lo suyo: registrar rostros de mexicanos, ahora con cubrebocas. Lo mismo taqueros, mariachis y policías, que indigentes, pequeños comerciantes, trabajadores de la salud y de la limpieza. Desde las alturas, con sus inseparables drones, registró plazas y estadios vacíos y vías rápidas sin coches; a nivel de la calle, mercados atiborrados de gente. Tomó a Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud y vocero oficial en la contingencia sanitaria, a trabajadoras de la salud y ahora a personas que, felizmente, vencen a la enfermedad. “Evidentemente tomé un riesgo, pero no creo haber salido a las calles de manera irresponsable –comenta en retrospectiva-. La labor de documentación es muy importante. Estas imágenes, no solamente las mías, sino las de muchos compañeros fotógrafos y gente que toma imágenes con celulares, son importantes porque dejan un testimonio.”

"Estas imágenes, no solamente las mías, sino las de muchos compañeros fotógrafos y gente que toma imágenes con celulares, son importantes porque dejan un testimonio”

Arau pone su labor en justa dimensión y desdeña colocarlo al nivel de actividad esencial. “Los trabajadores de la salud son quienes deben tener todo el reconocimiento –subraya-. Lo digo desde un lugar privilegiado, donde puedo descansar y dormir. El personal de salud tiene que estar allí todos los días. La gente de la limpieza. Personas que realmente necesitan día con día el sustento para sobrevivir. Lo único que me queda es tomarles fotografías para reconocerles.”

Al artista le apasiona hablar de imágenes y de un mundo sobrepoblado por ellas. “Vivimos en una época en la que todo el tiempo estamos siendo observados y andamos registrando. Hay cámaras en las esquinas. La gente lleva teléfonos. Lo acabamos de ver con lo que pasó en Estados Unidos con George Floyd. Es impactante ver cómo están grabando al policía y éste como si nada.”

Contra la inmediatez, la permanencia del libro

El fotógrafo mexicano ha ganado notoriedad gracias a las redes sociales, pero se equivoca el que piense que se inclina acríticamente hacia lo digital en detrimento de lo impreso. Cree en la preservación. Ama los libros. “Lo digital es un mundo maravilloso, me ha dado la oportunidad de que mi trabajo, de una manera independiente, se pueda esparcir y conocer. Pero, ¿qué pasaría si de pronto los servidores de Facebook, Twitter o Instagram se cayeran o se borrara toda la información? La gente tal vez no esté archivando. Vivimos en una época de inmediatez.”

Arau tiene conciencia de formar parte de la última generación que nació cuando aún no era de uso común la red de redes. “Nuestra labor como individuos que nacimos en la era previa a Internet es defender lo que tenemos. Sabemos la importancia que tienen los libros y lo valiosos que son.”

La circunstancia ha consolidado su convicción de cerrar ciclos y terminar planes. Para el 2021 pensaba concretar un proyecto fotográfico sobre los 500 años de la Ciudad de México. La pandemia lo ha puesto en vilo. “Se hará cuando tenga que hacerse –dice-; ahora estoy concentrado en el registro de la pandemia.” Quiere dejar huella de lo terrible, pero también de lo esperanzador. “Ahora, por ejemplo, me voy a tomar fotos al hospital y tiene un sentido, porque voy a hacer una serie de retratos en donde sé que puedo contagiarme, pero lo hago porque creo que hay gente de cambio y en este caso son personas que se están recuperando.” Le incomoda que solo se destaquen los aspectos negativos. “Me sorprende que la cifra más alta después de los contagios, la de recuperados, no reciba tanta atención. ¿Por qué no volteamos a verla también? ¡Son los que se están salvando! Hay enfermos, hay muertos, y es muy lamentable, pero también hay recuperados. Y ahora voy a fotografiarlos.”